Envidia infantil: 5 cosas que debemos saber para ayudar a nuestros hijos a gestionarla correctamente

Aunque tienen aspectos beneficiosos, una mala gestión de los mismos puede tener consecuencias

La RAE define la envidia como un sentimiento de tristeza o enfado que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee. Aunque tradicionalmente se suele decir que la envidia es una emoción mala y, por eso, no queremos que nuestros hijos la experimenten, tal y como dice siempre la pedagoga Mar Romera: “no hay emociones buenas ni malas. Solemos pensar que, si nos hacen sentir bien, son buenas y si nos hacen sentir mal, son malas, pero en realidad todas las emociones son buenas porque nos dan información y nos permiten sobrevivir”. 

Para que lo entendamos mejor, pondremos el ejemplo del miedo. Aunque a priori es una emoción negativa, es la que ha permitido al ser humano sobrevivir como especie, manteniéndose a salvo y protegiéndose de múltiples peligros, entre ellos, por ejemplo, las alturas. “Si no le hubiéramos tenido miedo a las alturas, nos habríamos extinguido”, nos dice el psicólogo Alberto Soler. 

El miedo, junto a la alegría, el asco y la tristeza fue una de las emociones que mostraba en forma de personaje la película de Disney y Pixar Del Revés (Inside Out). El próximo miércoles 16 de junio llega a los cines Del Revés 2 (Inside Out 2), y será en esta segunda entrega cuando nos muestren el papel que juega la envidia y cómo gestionar adecuadamente dicha emoción. 

Envidia infantil, 5 cosas que debemos saber para ayudar a nuestros hijos a gestionarla correctamente 

Como dicen la mayoría de los expertos, no se trata de que haya una envidia sana y una no sana (como se suele decir), ni que haya que fomentar la primera y penalizar la segunda, sino que hay una envidia bien gestionada y una mal gestionada. En este sentido, si queremos que nuestros hijos sepan gestionar adecuadamente dicha emoción, hay 5 cosas que podemos hacer: 

  1. Convertir la envidia en admiración

El problema que tenemos con la envidia es que no solo es ese deseo de tener algo que yo no poseo, sino que se suele acompañar en muchos casos de un deseo de que la persona que lo tiene, lo pierda, por eso es una emoción que está tan mal vista socialmente y que nos hace pasarlo mal. Y esto es lo que tenemos que tratar de cambiar en nuestros hijos, “hablando y haciéndoles ver que detrás de lo que otros han conseguido suele haber mucho esfuerzo y que, probablemente, lo merecen. Así podemos admirar incluso ese trabajo y esfuerzo realizado. También es un buen momento para ayudarles a pensar en todas esas cosas que ellos sí tienen y por las que se deberían sentir afortunados y agradecidos”, nos dice Michael Thomas Bennet, maestro con máster en neurodidáctica que trabaja como formador de profesores y profesor universitario. 

  1. Utilizar la envidia como impulso

La envidia también puede ayudar a nuestros hijos a crecer. Para ayudarles, cada vez sientan esta emoción, podemos proponerles que realicen un ejercicio de instrospección: preguntarnos qué tiene esa persona que envidiamos, qué nos gustaría tener a nosotros, y cuáles son las limitaciones que nos están impidiendo conseguirlo. Así podré aprender sobre mis deseos, mis objetivos y cuáles son las limitaciones que me veo. Y también superar o atravesar esas limitaciones”, asegura Esther Moreno, maestra especializada en Pedagogía terapéutica y Tecnología educativa. 

  1. Fomentar la autoestima sana

Aunque como ya hemos dicho, la envidia es una emoción natural, “si nuestro hijo se siente bien consigo mismo, siente que tiene la confianza de sus seres queridos y que ve poder conseguir los metas propuestos, no anhelará tener lo que los demás tengan”. Y si llega a experimentar la envidia, saldrá de ella con más facilidad”, nos dice Michael Tomas. 

En este sentido, fomentar una autoestima sana en nuestros hijos, celebrando sus logros individuales y fomentando un ambiente de apoyo entre ellos y sus iguales, será un factor de prevención de una envidia mal gestionada. 

  1. Ser ejemplo

“Nuestros hijos nos aprenden a nosotros” dice siempre la pedagoga Mar Romera. En este sentido, “si nuestros hijos ven que nosotros somos envidiosos, que constantemente nos estamos comparando con otros o anhelando lo que ellos tienen, habrá más probabilidades de que ellos sientan envidia con más frecuencia”, nos dice Miguel Chumillas, docente especialista en educación artística y metodologías activas de aprendizaje. 

  1. No alimentar la envidia y respetar su frustración

Fomentar la competitividad y comprar lo que nuestro hijo quiere porque lo tiene su amiguito son algunas de las intervenciones que pueden hacer que la envidia crezca o se convierta en un patrón en la vida de nuestros hijos. Sin embargo, si hacemos entender a nuestro hijo que cada persona es única con sus potencialidades, que no tenemos que ser perfectos ni los primeros en todo y que es mejor cooperar que competir, podremos vacunar a nuestros hijos contra la envidia. Si además respetamos la frustración que le produce no tener algo que envidia de un amigo, sin juzgarlo por estar enfadado o triste y sin querer rescatarlo de esa frustración, estaremos ayudando a nuestro hijo a entender que no siempre se puede tener todo. 

  

En definitiva, la envidia, como todas las emociones, no es buena ni mala. Todo dependerá de cómo afecte al desarrollo de nuestra vida normal y a si podemos o no gestionarla de la forma correcta y experimentarla en su intensidad oportuna (esto es lo que tenemos que inculcar a nuestros hijos). El propósito de Disney y Pixar es, precisamente, normalizarla y mostrársela a nuestros hijos y, para ello, han creado un personaje en Del Revés 2 (Inside Out 2), película que se estrena en cines el miércoles 19 de junio. 

 

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María Dotor

Periodista especializada en educación y crianza

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