Cada noche, una “pelea”: mi hijo no quiere irse a dormir

Quizá tu hijo sea uno de esos niños a los que les cuesta especialmente irse a dormir y siempre encuentra algo mejor que hacer.
O puede que tengas un peque que hasta el momento dormía bien, pero de pronto ha comenzado mostrar su disconformidad cuando toca irse a la cama.
¿Qué puede estar pasando? ¿Por qué algunos niños evitan el momento de irse a dormir? Lo cierto es que puede deberse a diversas causas: puede que quiera seguir jugando, puede que no tenga sueño, puede tener una necesidad que no está sabiendo comunicar, puede que necesite pasar más tiempo contigo y por eso retrasa al máximo el momento de irse a la cama…
Lo importante es descubrir la causa y poner en marcha la solución.
Además, hay una serie de factores que ayudan a dormir a estas edades que debemos tener muy en cuenta. Los enumera el pediatra especialista en medicina del suelo Gonzalo Pin en su libro ‘El sueño es vida: el sueño infantil como nunca te lo han explicado’.

Melatonina y luz

Gonzalo se refiere a la melatonina como el “mensajero del sueño”, y nos recuerda que “para que la melatonina cumpla su papel de mensajero y nuestro cuerpo pueda prepararse para dormir necesita una ayuda muy importante: que disminuyamos la luz y utilicemos luz cálida (de color naranja) las dos horas previas a irnos a la cama”.

Presión de sueño y siestas

Para poder iniciar el sueño, nuestro hijo necesita tener presión de sueño: la necesidad imperiosa de dormir a medida que crece el periodo de vigilia. Por tanto, si nuestro hijo hace una siesta tarde, no tendrá presión de sueño a la hora concretada para iniciar el sueño de noche.

“Si esto ocurre de manera esporádica, lo ideal es que retrasemos un poco la hora de acostarlo. Si la siesta tardía es la norma, deberíamos revisar los horarios para que al menos hayan pasado 3 horas desde que se haya despertado de la siesta y la hora de irse a dormir, de no hacerlo, estaremos peleando para que se duerma sin conseguirlo”, nos dice Pin.

El dormitorio

“Examinar la luz, el ruido y la temperatura”. Es muy difícil dormir si no hay oscuridad o hace mucho calor o frío. También si hay ruidos.

Estrés y afectividad

“Si la melatonina es el mensajero del sueño, el cortisol es el mensajero de lo contrario”, nos recuerda Pin. Y en la batalla malatonina-cortisol, “gana siempre el cortisol”.

Por tanto, la hora previa a dormir no es el mejor momento de exigir o corregir a nuestro hijo, son las horas de la afectividad tranquila. La corrección de conductas es mejor hacerla por la mañana.

Factor adulto: nosotros mismos ¿estamos bien, relajados y sin prisas?

“Para cuidar, primero debemos cuidarnos”, nos dice Pin. Y es que si a la hora de ir a dormir, somos nosotros los que vamos con prisas, estrés y ansiedad, nuestros hijos beberán de esas emociones y será muy difícil que concilien el sueño. Recuerda: tu calma es su calma.

Si a pesar de revisar todos estos factores, tu hijo sigue mostrando disconformidad a la hora de ir a dormir, debemos hacernos esta pregunta: ¿una vez que conseguimos que se duerma, duerme bien o luego se despierta varias veces?. “Este último caso es el que requeriría la consulta de un pediatra”, concluye Pin.

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María Dotor

Tener solo unas líneas para presentarse no es fácil. Espero hacerlo bien 😉 Soy periodista y amante de la educación. Una de mis frases favoritas es: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” de Paulo Freire. Por eso creo que es tan importante tomárnoslo en serio. Por eso, y porque educar es el más apasionante e importante de los viajes. ¿No crees?

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