La conocida psicóloga Patricia Ramírez (@patri_psicologa en Instagram y una de nuestras expertas de la plataforma) publica el libro Somos fuerza. Ante la adversidad nos crecemos en el que recopila los numerosos mensajes que lanzó en redes sociales durante el confinamiento para ayudar a “sobrellevar las crisis con mayor serenidad”, en sus propias palabras. Pero que nadie se equivoque, ella nunca dirá la ya omnipresente frase de que la actitud todo lo puede o querer es poder, porque reconoce con vehemencia: “Estoy un poco cansada, bueno, cansadísima, de la frase de querer es poder, de estos gurús que no hacen más que hacer caja sin haber estudiado la carrera de Psicología, faltando al respeto y la empatía de tanta gente que no tiene las mismas oportunidades ni el mismo nivel socioeconómico“
¿Qué te animó a escribir este libro y qué mensaje o poso te gustaría dejar con él?
El libro me animaron a escribirlo mis editores pensando en que todo lo que estaba divulgando en redes durante el confinamiento era de valor para todas las personas que necesitaban ayuda, apoyo psicológico, en estos momentos tan duros y que el libro sería una forma de recopilar todos aquellos mensajes que yo estaba dejando sobre cómo afrontar una crisis. Lo que me gustaría es que cualquier persona que esté viviendo una crisis se encuentra en el libro herramientas ejercicios y temas prácticos para sobrellevar su crisis con mayor serenidad.
Hemos aprendido en esta crisis, como dices, que las rutinas aportan seguridad. ¿Cómo podemos organizar nuestras rutinas y nuestro tiempo para tener mayor seguridad y bienestar?
Toda crisis trae una ruptura de algunas rutinas. Está claro que muchas de las rutinas que teníamos antes sí las hemos podido seguir manteniendo y otras las hemos tenido que modificar, por cómo ha cambiado nuestro trabajo o porque igual antes había gente que iba al gimnasio y ahora tiene que hacer la rutina de deporte en casa. Lo importante ante una crisis es intentar mantener las rutinas que se pueden mantener porque eso nos va a dar organización y seguridad. Y luego según vayamos viendo cómo va transcurriendo este momento si es algo pasajero o va a durar más en el tiempo intentar establecer rutinas nuevas, y eso dependerá de las circunstancias de cada casa, como los horarios de teletrabajo o cómo se pueda compaginar las actividades del colegio en las pantallas. Pero es importante que intentemos establecer rutinas nuevas que vayan a convertirse en comportamientos automáticos. Por supuesto estas rutinas siempre tienen que tener un punto de flexibilidad, el no ser flexibles puede generar también mucha ansiedad. Vamos a poner una rutinas, pero si alguna vez las tenemos que saltar que no sea un trauma.
En esas rutinas no solo tienen que estar los horarios de trabajo, de estudio, de comidas o de sueño. También es importante introducir dentro de las rutinas todo lo que tiene que ver con el autocuidado. Porque si al autocuidado, como puede ser la meditación, el deporte o un rato de lectura para ti, no le hacemos un hueco, al no convertirlo en una prioridad y no darle un tiempo, se nos olvide. Y el autocuidado es muy importante para cuidar nuestra salud mental y tener bienestar.
Como dices en el libro, te reinventaste divulgando en redes sociales para acompañar a tus lectores y pacientes de otra forma. ¿Qué preocupaciones o problemas te trasladan tus lectores o pacientes? ¿Qué problemas psicológicos te parecen más alarmantes por la pandemia?
Las preocupaciones de la gente durante este año han sido muchísimas y muy diversas. La mayoría cursan con síntomas ansiedad o sintomatología depresiva por la perdida de ilusión, por la apatía o por la ansiedad que generan el miedo al contagio y la incertidumbre. Ha habido mucho problema por no poder gestionar un duelo en una familia, mucho miedo a la pérdida de empleo, la soledad de mucha gente, la hipocondría ha aumentado, ha aumentado la ansiedad social porque ahora nos cuesta mucho relacionarnos, nos da miedo, no sabemos cómo hacerlo… El que no tenía ansiedad está teniendo un momento de ansiedad y el que ya la tenía ha visto incrementada la intensidad con la que la sufre.
En el Congreso de los Diputados se habló hace poco de salud mental, algo que generalmente no se suele debatir en público porque se considera una especie de muestra de debilidad. ¿Qué te parece que se haya abierto el debate, es una oportunidad? ¿Qué reclamarías a los poderes públicos para mejorar la salud mental, emocional de la población y salir más fuertes de esta crisis?
Yo creo que hay que hablar de salud mental igual que hablamos de cualquier enfermedad física. Desde mi punto de vista como protagonista de la salud mental, yo creo que deberíamos destinar más recursos económicos a la salud mental, que debería ser una prioridad igual que lo son muchas enfermedades físicas. Yo reclamaría más psicólogos clínicos en la Seguridad Social que pudieran dar más atención porque sé que los que están ahora están completamente saturados y no pueden dar el tiempo suficiente a cada paciente y atender a más pacientes. La salud emocional o psicológica es todavía un tema privado porque no da la Seguridad Social para atender tanta demanda como hay.
Hablas en el libro de la importancia de estar en el aquí y el ahora e incluso de cómo, en lugar de lamentarte por las funciones y consultas presenciales perdidas, te centraste en reinventarte o animabas a tus hijos a no lamentarse y pensar en lo que sí podían hacer. ¿Crees que en medio de esta gran incertidumbre que vivimos, en un momento en el que no es muy posible hacer muchos planes, podemos aprender a vivir mejor en el presente?
La capacidad para vivir en el presente la podemos tener siempre presente. Tanto si lo estás pasando mal como si te estás adaptando, estás sacando provecho y sientes bienestar o te está gustando el tele trabajo tienes que estar en el presente. Estar en el presente es estar a una sola cosa, no con la multitarea. Y tratar de sacar el mayor aprendizaje de lo que estamos viviendo. Cuando no estamos en el presente en una crisis, estamos pensando en el pasado, en lo si bien que estábamos antes y eso nos genera nostalgia o tristeza. O podemos estar pensando “ojalá pase esto pronto!, ya estamos fantaseando con un futuro que no sabemos cómo va a ser y eso no nos permite vivir lo que hay. En cambio, si estamos en el presente y aceptamos las emociones, tomamos conciencia de cuáles son los problemas actuales y eso nos ayuda por lo menos a empezar a resolverlos y a disfrutar los momentos que sean disfrutables en una situación de crisis.
Uno de los capítulos de tu libro se centra en la idea de aceptar: aceptar que no controlamos todo, que somos vulnerables, las emociones que sentimos… Dices en el resumen de este capítulo que “no todo en la vida es actitud”. ¿Estábamos muy convencidos de que controlábamos nuestra vida y de que todo dependía de nuestra actitud y querer es poder?
Yo estoy un poco cansada, bueno, cansadísima, de la frase de querer es poder, de estos gurús que no hacen más que hacer caja sin haber estudiado la carrera de Psicología, desconociendo las bases científicas de cómo funciona el cerebro, cómo funcionan los neurotransmisores, faltando al respeto y la empatía de tanta gente que no tiene las mismas oportunidades ni el mismo nivel socioeconómico. La actitud es importantísima, sí, poner de nuestra parte es importante pero no lo es todo y cuando decimos a la población es que la actitud lo es todo sin tener los estudios sobre cómo funciona el cerebro estamos engañando a la gente. Me parece una tomadura de pelo. Yo no sé por qué estás mensajes calan tanto. Yo creo que calan como calan las teoríass negacionistas, porque son sencillas, es una frase que queda muy bien, pero luego nos damos cuenta de que es como un castillo de naipes, que a poco que soples se desvanece. A mí esto me da mucha rabia y mucha impotencia, si te digo la verdad.
¿Cuáles son las claves para aceptar nuestra vulnerabilidad y nuestra falta de control?
Pues simplemente reconocer en nosotros que todos tenemos una parte insegura, que todos tenemos miedo, pero que eso no nos limita como personas, simplemente nos convierte en humanos. Para reconocerlo lo mejor es trabajar un poco nuestro autoconocimiento, llevar un diario, ver qué cosas nos cuestan más, a qué le tenemos miedo, qué consecuencias ha tenido eso en nuestra vida, ver cómo lo podemos vencer, hablarlo con otras personas, compartirlo.
Ante la incertidumbre que vivimos, se ha puesto a prueba nuestra capacidad de adaptación, y parece que la vamos a necesitar mucho en estos tiempos. ¿Cómo podemos entrenarla en familia?
Para trabajar nuestra capacidad de adaptación podemos aceptar lo que no depende de nosotros, diseñar nuevas rutinas, tratar de ponernos las cosas fáciles, porque no podemos con todo, hay gente que se adapta poniéndose nuevos retos con pequeños pasos, no exigirnos desde el principio hacer todo perfecto, enfrentarnos a los miedos a pesar de sentirnos inseguros e ir viendo cómo poco a poco va mejorando nuestra vida. Tenemos que apelar a nuestro lado creativo, todos lo tenemos, esto no es sólo un valor de los genios, todos tenemos una parte creativa que nos ayuda a encontrar soluciones. Tenemos que tratar de ser un poco autodidactas, de innovar, de buscar soluciones y eso nos va a ayudar a adaptarnos.
¿Por qué te parece importante desmontar en tu libro la idea de que para tener éxito solo hay que esforzarse? ¿Qué efectos psicológicos tiene esa creencia?
Es típico de los gurús decir que la gente que ha tenido éxito es porque se ha esforzado más. Pero no, no hay una relación directa. Esforzarnos, ser disciplinados, organizarnos, nos encamina al éxito, por supuesto, pero no todo lo que nosotros hacemos en la vida tiene el retorno de vuelta, porque tú te esfuerces por ser una buena persona la persona que tienes enfrente no tiene por qué ser buena contigo. Está claro que nosotros tenemos que caminar y ser coherentes con nuestros valores, y los valores del compromiso, esfuerzo y disciplina son importantísimos para acercarnos al lugar al que queremos llegar, pero no hay una relación directa porque la vida no es algo que vayas manejando solo tú, intervienen muchos factores que a pesar de que te esfuerces puede haber una persona desleal en un negocio que te falle, puede haber muchas cosas que se tambaleen que no dependen de ti. ¿Hay que esforzarnos? Sí. ¿Hay que pensar que todas las personas que se esfuerzan alcanzan el éxito? No, yo huyo de esas frases absolutistas, de “esfuérzate, que algún día lo conseguirás”. Hay gente que se ha esforzado mucho en la vida y no le ha llegado el premio. Y otra vez con este tipo de frases volvemos a hacer que la gente se sienta culpable y fracasada cuando no debería ser así.
En los primeros meses de la pandemia, los medios se llenaron de historias de vecinos que se ayudaban, de señoras que vivían solas y les cantaban en el rellano cumpleaños feliz, de redes de apoyo que repartían comida… Como dices en tu libro, ayudarnos es clave de supervivencia. ¿Crees que este mensaje es compartido en nuestra sociedad y en nuestras casas? ¿Cómo podemos educar a nuestros hijos para que entiendan (y cultiven) el valor de la ayuda (de prestarla y pedirla)?
La mejor manera de educar a nuestros hijos en la generosidad, altruismo y darse a los demás es primero siendo modemos de ese ejemplo y teniendo en casa una educación en valores, conversando con ellos, compartiendo como nos sentimos cuando ayudamos a otras personas, pidiendo que nos den ejemplos de cómo se han sentido cuando han ayudado a amigos o a un compañero, introduciéndolos en alguna ONG para que cooperen con gente desfavorecida. Que ellos puedan vivir las consecuencias positivas del valor de la ayuda. Viendo películas o series de ejemplos para educar en valores. Pero tenemos que comportarnos según esos valores, no vale solo hablar, sino también hacer lo que está bien.