Hace algunos días se hizo viral la carta que el director de un centro escolar envió a las madres y padres de sus alumnos con motivo del inicio de la época de exámenes. Las palabras de este director han generado controversia, como suele pasar con los contenidos que recorren las redes como la pólvora, por eso hemos querido analizarlas desde el punto de vista educativo. Para quienes no la hayáis leído aún, esta es la carta a la que nos referimos:
El momento de las notas: premios y castigos
Para empezar, es necesario reflexionar sobre cómo vivimos en casa el momento de las notas. En muchísimos hogares se vive con cierta tensión, tanto por la parte de los hijos/as, como desde la parte de madres y padres. Si las notas han sido buenas, tenemos premio. Sin embargo, si han sido malas, castigamos. Es decir, celebramos o penalizamos en función de los resultados.
Pero… ¿en qué estamos poniendo el foco cuando actuamos de esta forma? Hace un tiempo conversamos sobre este tema con el psicólogo Alberto Soler, quien señalaba que “cada vez más teóricos de la educación ponen en duda la propia utilidad de las notas, ya que estas desplazan el foco hacia los resultados y se lo quitan al proceso: los alumnos dejan de disfrutar aprendiendo y se preocupan solo de aprobar, sea como sea: si hay que hacer trampas, se hacen. Da igual que no hayan entendido nada, si son capaces de ponerlo en un examen y aprobar, ya vale”.
El profesor de filosofía José Carlos Ruíz comentó también sobre este tema que “una de las cosas más importantes a tener en cuenta cuando se educa es que nuestros hijos perciban que valoramos el esfuerzo que ellos ponen y la asunción de responsabilidad que ellos van adquiriendo con el tiempo, porque si no es así, nos encontraremos con niños y niñas que quieren buscar el premio o la recompensa inmediata, y que la motivación que les lleva a cumplir con su deber sea exclusivamente la adquisición del premio”.
[the_ad id=”258314″]
El valor del esfuerzo
Como nos indican José Carlos Ruiz y Alberto Soler, debemos dejar de poner el foco en el resultado y centrarnos en el proceso, el esfuerzo. En la misma línea, el neuropsicólogo José Ramón Gamo nos contaba en una de sus ponencias (“Neurociencia en casa”, si no la habéis visto, os recomendamos que no os la perdáis) que “si me llega mi niño a casa con un sobresaliente en mates, porque es un genio, pero no ha dado ni chapa, ni se ha comprometido con la asignatura. Entonces, yo le diré: cariño, me alegro por ti y tienes mucha suerte, que lo sepas, porque esto en el futuro, cuando las cosas realmente sean complejas, y requieran de esfuerzo y de compromiso, esto no te va a servir”.
Además, el neuropsicólogo nos explicó que “cuando hacemos las atribuciones relativas a sus logros en función al esfuerzo y compromiso, el resultado que tendremos será que cuando sean adultos y tengan que afrontar un problema -que anticipan complicado-, tenderán a no achicarse. Y, además, si empiezan a fracasar o a tener dificultades, serán tremendamente resilientes”.
Esfuerzo y talento, siempre de la mano
Como hemos visto, poner en valor el esfuerzo por encima del resultado puede tener consecuencias importantísimas a largo plazo. Pero, además, también podemos extraer otra reflexión muy interesante de la carta de este director, y es la importancia de ayudar a nuestros hijos e hijas a encontrar sus talentos y desarrollarlos.
Hace algunos años, la maravillosa Noelia López-Cheda (a la que tanto echamos de menos) impartió un taller en el que propuso un ejercicio de reflexión al público asistente que hoy queremos recordar. En un proyector puso esta imagen y preguntó al auditorio: “¿Quién es el crack de la foto?”.
De forma prácticamente unánime los asistentes respondieron: la vaca.
Sin embargo, Noelia no estaba de acuerdo. “Allá donde vaya, todos contestáis que la vaca. Pero, ¿por qué?”, se preguntó la experta. El crack en este caso el delfín “que ha sabido encontrar el entorno en el que desarrollar sus habilidades. La vaca sería una crack si estuviera en el monte”.
Con esta reflexión, Noelia López-Cheda nos animó a observar a nuestros hijos e hijas y ayudarles a encontrar “su elemento”, así como hacer lo propio con nosotros mismos, “para poder desarrollar así nuestras habilidades”. “Porque si hay algo que sabemos a ciencia cierta, es que las personas que usan su ‘talento’ son más felices, sienten que aportan al mundo, tienen un propósito y disfrutan de lo que hacen”, concluía Noelia.
“Si tu hijo es delfín que surque los mares y si es vaca que paste en los montes”.
Noelia López-Cheda
En definitiva, mamás, papás: centrémonos más en el esfuerzo que en el resultado y observemos a nuestros hijos e hijas, fomentemos su talento y animémosles a trabajar para potenciarlo al máximo. Es el mayor regalo que les podemos hacer.
Para terminar, os dejamos el plan que José Carlos Ruíz hace con su familia el día de las notas: “Cuando traen el boletín de notas, nos vamos a celebrarlo sin abrirlo. Lo celebramos en familia, en un restaurante que ellos eligen y lo que celebramos es que durante un trimestre han cumplido, de la manera más ejemplar posible, sus responsabilidades académicas. Y cuando volvemos, abrimos las notas y hacemos un análisis de los resultados. Si las notas han ido muy bien, nos congratulamos de que su esfuerzo haya dado frutos en el resultado; y si no han ido bien, pues tendremos que ver cómo reforzar aquello que tienen que mejorar”, nos cuenta. “Lo más importante es que ellos vean que lo que se aprecia realmente es el proceso de trabajo y la interiorización del concepto de deber, y no tanto el resultado”.