Cuando nos convertimos en madres, en casi todas las familias, las mujeres asumimos también (con mayor o menor peso) el papel de planificadoras: nuestra cabeza está invadida con la lista de tareas que hay que hacer para que la casa funcione como debe ser:
- hay que comprar pañales,
- tenemos la revisión del pediatra a las 12,
- hay que comprobar el calendario de vacunaciones,
- hay que comprar zapatillas nuevas,
- necesitamos ir a la farmacia porque se está acabando el jarabe,
- hay que comprar pan de molde para hacer los sandwiches para la fiesta de cumpleaños,
- mañana tenemos la tutoría,
- hay que poner una lavadora porque ya no queda ropa limpia,
- hay que comprar viseras ahora que llega el calor,
- tenemos que comprar otra mascarilla porque esta no la soporta…
¿Por qué sufrimos esta carga mental?
Lo sabemos, solo con leer esta lista que podría seguir durante muchas más líneas, te has agotado. Pero no tenemos la más mínima duda de que, si eres madre, la lista de tareas que invade tu mente es bastante más larga, más agotadora y, sobre todo, más pesada. Es lo que se llama “carga mental” y de la que tan elocuentemente habla Emma Clint en su conocido cómic Me lo podrías haber pedido, que puedes leer aquí.
Como denuncia Emma, la educación que hemos recibido hace que las mujeres asumamos esa gestión logística como tarea propia y que muchos hombres (aunque afortunadamente esto esté cambiando) se limiten a hacer lo que pide esta gestora o se mantienen al margen porque la mujer “no le ha pedido ayuda”. Os advertimos que la lectura de este cómic puede provocar mucha indignación, pero tal vez sea necesario.
Según un estudio del Club de Malasmadres realizado en 2017, el 54% de las mujeres son las principales responsables de las tareas invisibles del hogar, frente al 17% de los hombres. La situación no parece haber mejorado en los últimos tiempos: un reciente estudio muestra que el confinamiento ha mantenido las desigualdades en el reparto de las tareas domésticas y familiares, salvo la compra, asumida mucho más por los hombres que antes de la pandemia.
¿Qué opinan nuestros expertos sobre la carga mental?
Ya nos hemos indignado lo suficiente, ¿verdad? Y ahora ¿qué hacemos?
Iria Marañón, autora del libro Líberate de la carga mental, y a la que entrevistamos aquí, nos ofrece algunas ideas en esta entrevista para Ameco Press: “Yo creo que lo primero de todo es hacer ver a la pareja cuál es su carga mental, escribirla en un papel”. Por ejemplo, podemos apuntar la carga de planificar los menús, de pensar en las lavadoras que hay que poner, de estar pendiente de la ropa que les queda pequeña, de reservar el hueco de la tutoría en nuestra agenda…
Pero Iria lo tiene muy claro: son los hombres los que tienen que cambiar, no somos las mujeres las que tenemos que educar a hombres ya adultos. Como nos dijo en la citada entrevista: “Es el momento de poner el foco hacia los responsables de la perpetuación del machismo y las desigualdades. El patriarcado no es un ente abstracto en el que no hay responsabilidades, los hombres son los que ejercen el machismo: ocupan más espacios públicos, de poder y responsabilidad, son los que se desvinculan del trabajo de cuidados y doméstico…”.
Un cambio de mentalidad
Cada vez son más las voces de los hombres que se rebelan contra la idea tradicional de que la casa y los niños son responsabilidad de las mujeres. Hace unos años, un artículo de nuestro querido experto Alberto Soler se hizo viral. En él confesaba que “yo no ayudo a mi mujer con los niños o las tareas de casa”. Señalaba, tras la típica escena en la que en el supermercado se alababa que fuera un padrazo implicado porque ayudaba a su mujer con los hijos, que “no puedo ayudar a alguien con algo que es mi entera responsabilidad”.
Concluía que “más allá de ser la madre (por obvios motivos) la encargada de la teta, el resto de las casi innumerables tareas relacionadas con los hijos no son patrimonio exclusivo de nadie, son total y absolutamente intercambiables entre padre y madre en función de las circunstancias, preferencias (de ellos o de los hijos -hoy quiero que me duerma la mami/el papi-) o habilidades de cada uno”.
En nuestros eventos, hemos contado con ponentes que rompían una lanza a favor de la paternidad implicada y contra la idea de que ejercer esta paternidad es ser un padrazo. Pau Almuní, de Papás Blogueros, nos contaba: “los padres podéis elegir la ropa de vuestros hijos, no pasa nada. Ser padre mola y lo puedes compartir con tus amigos, con tu familia, puedes hablar de paternidad. Papás, volved antes a casa. Si conseguís hacer esto una o dos semanas seguidas, fliparéis con la de cosas que se pueden hacer en casa. No seáis padrazo, no vayáis de héroe, pero no os escondáis”.
Claves para repartir la carga mental
A raíz de la visión de las expertas y expertos, os ofrecemos algunas claves para aligerar la carga mental. La idea central es repartirla.
- Hablar del peso de la carga mental y de todas las tareas invisibles: Si no se habla de algo no existe, así que es muy importante hablar de esa carga, de cómo estas listas que solo asumes tú te hacen sentir y de cómo se puede aligerar.
- Compartir la lista de tareas en un papel para que no invadan tu mente: Los calendarios en espacios comunes o incluso el WhatsApp pueden ser herramientas para compartir las tareas invisibles en la gestión de un hogar.
- Repartir las tareas y la carga por preferencias y disponibilidad de tiempo: Puede que a tu pareja le guste más limpiar la cocina que cocinar o esté más disponible para ayudar a estudiar que para atender a una tutoría.
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