Nos encanta compartir recursos interesantes para reflexionar y conocer ideas que nos ayuden a educar mejor, con más conciencia y conocimiento de causa. Y hoy os traemos una guía práctica que podéis consultar en Internet, Guía Práctica del Buen Trato al Niño, publicada por la Plataforma de Infancia, una alianza de organizaciones que defienden los derechos de los niños y niñas en nuestra sociedad. Nos centramos especialmente en el ámbito del buen trato en la familia para brindaros ideas que os puedan ayudar a educar. La principal apuesta de los autores de esta guía es que padres y madres aprendan a regular emociones y a relajarse para educar con calma, firmeza, coherencia, amabilidad y respeto.
La guía, muy completa, profundiza en el buen trato en la familia, en la escuela, en la policía, en el ámbito social, en la adopción, en el acogimiento infantil, en los centros de acogida e internamiento y en el caso de niños con necesidades especiales.
Los autores nos explican cuáles son las actuaciones parentales positivas sobre las que se habla largo y tendido en la la Recomendación europea 2006/19 1. Son cinco:
1. Proporcionar afecto y apoyo:
Como cuentan los autores de la Guía: “cuando una persona en cualquier etapa evolutiva de su desarrollo se siente querida, aceptada y respetada, su comportamiento tiende a ser más positivo y cooperativo porque eso le ayuda, entre otras cosas, a sentirse más alegre, fuerte y animada, a creer en sí misma, a fomentar su autoestima, a motivarse, a tolerar mejor las frustraciones, a afrontar mejor las circunstancias difíciles a las que tenga que enfrentarse en cada momento tanto dentro como fuera del hogar. Esto facilita a la persona sentirse más preparada para poder empatizar, entender, comunicarse, cooperar con los demás y respetar las normas de convivencia familiar y social”. Y nos cuentan cómo pueden los padres y madres mostrar afecto por sus hijos: acariciarlos, jugar con ellos, escucharlos, hablarles con respeto y siendo firmes cuando haya que comentar algo inadecuado, pedirles que contribuyan a hacer algo, agradecer el esfuerzo y la ayuda, disfrutar de su compañía y hacérselo saber, interesarse por sus opiniones y sentimientos, transmitir expectativas positivas, compartir con ellos ideas, sentimientos y planes y tener comportamientos amables que los niños puedan imitar.
Cuando haya que corregir conductas, nos recuerda la Plataforma de la Infancia, “conviene que los padres y madres les hagan sentir que les aceptan y que tienen respeto por ellos, sin gritos, sin amenazas y sin violencia. Esto lo conseguirán hablándoles con amabilidad, pero con firmeza, y centrando sus comentarios en el comportamiento a modificar, sin desvalorizar a la persona en su conjunto”
2. Dedicar tiempo a interaccionar con los hijos
En el eterno debate sobre calidad y cantidad de tiempo, la Plataforma de la Infancia recuerda que “es evidente que interaccionar tranquilos con los hijos, aunque sea en pequeños ratos, puede ser más efectivo que tener una simple presencia más continuada”. Y nos recuerda qué actividades podemos disfrutar con nuestros hijos, como: charlar con tranquilidad, jugar, contar historias, escuchar música, leer, manualidades, salir a pasear, estar en contacto con la naturaleza, ver la televisión juntos, hacer deporte, visitar a amigos, ir al cine, participar en asociaciones, viajar….
3. Comprender las características evolutivas y de comportamiento de los hijos
Si conocemos las características de cada etapa que atraviesan nuestros hijos podremos comprenderlos mejor, ajustar nuestras expectativas y ayudar a su desarrollo “respetando su ritmo de desarrollo, sin exigirles por encima o por debajo de sus posibilidades en cada edad”. En el documento se subraya la importancia de este punto para una buena relación entre padres e hijos: “Cuando aquellos comprenden que algunos comportamientos no cooperativos de sus hijos son propios de una determinada edad, pueden autorregular y controlar mejor sus reacciones ante ellos y encauzarlos sin necesidad de enfadarse, reñirles o castigarles”.
4. Comunicarse abiertamente con los hijos
La Plataforma de la Infancia considera necesario “asesorar [a padres y madres ] sobre estrategias verbales, gestuales y paraverbales que les ayuden a comunicarse asertivamente con sus hijos en un tono positivo, amable, firme, respetuoso y no ofensivo ni agresivo”. Especial mención dedica a la adolescencia de los hijos, cuando “existe cierta tendencia a utilizar un estilo de lenguaje –verbal, gestual y paraverbal– basado más en el reproche y en la crítica mutua entre padres y madres e hijos que en el respeto y el afecto mutuo”. Por eso es necesario que los padres “puedan controlar sus emociones y reacciones, así como la posible tendencia a criticarles y reprocharles en momentos y formas que resulten inadecuadas, buscando otras más eficaces”. Una de las claves de esta comunicación respetuosa y asertiva es “que los padres y madres les comenten a estos cómo se sienten ellos mismos en determinadas circunstancias a través de los denominados mensajes en primera persona, o mensajes-yo” (por ejemplo, “Cuando veo tu cuarto tan desordenado, YO me siento enfadada y nerviosa”, “Yo te hablo con respeto y espero que hagas lo mismo”). Con este tipo de mensajes en los que expresamos cómo nos sentimos, estaremos promoviendo la empatía de nuestros hijos.
5. Límites, normas y consecuencias para orientar el adecuado comportamiento de los hijos
Es, como dicen en el documento, el tema en el que se basan “las preguntas más frecuentes que se hacen los padres y madres con respecto a la educación de sus hijos”. Y nos dan una clave muy interesante: “La mayor parte de las veces las normas en las familias son implícitas, están en la mente de los padres y madres; no suelen comentarlas con los hijos”, mientras no haya problemas. Para los autores de esta guía esto es un error: “conviene explicitarlas, hablar de ellas y de las consecuencias que se tendrán que asumir en caso de que no se respeten”. Los autores nos advierten también de la necesidad de manifestar nuestra confianza en que “cooperarán en el cumplimiento de las normas y de las consecuencias asociadas a ellas”. Y nos recuerdan que “la tendencia de los hijos a aprender explorando y experimentando para saber hasta dónde pueden llegar les puede llevar a olvidarse de las normas”
Se vuelve a subrayar la idea principal de esta guía, la necesidad de que padres y madres no sean presas de sus emociones a la hora de educar: “conviene que los padres y madres intenten responder a los comportamientos retadores de los hijos autorregulando sus propias emociones para evitar gritarles, reñirles agresivamente, amenazarles o pegarles. Estas reacciones no ayudan a los hijos a aprender a controlarse, sino más bien a repetir el modelo agresivo que les están transmitiendo sus padres y madres, dado que tienden a imitarles desde que son pequeños. En este caso, el mensaje que están captando es que si sus padres y madres pueden amenazar y pegar, ellos también pueden hacerlo”.
También se nos advierte de la necesidad de ser coherentes a la hora de aplicar las consecuencias: “La falta de seguridad y asertividad, el sentimiento de culpa y la vulnerabilidad emocional de los padres y madres pueden hacer también que las consecuencias dejen de aplicarse” y esto perjudica a los hijos porque transmitimos “modelos de conducta de falta de coherencia y consistencia, de inseguridad y de vulnerabilidad emocional, que los hijos pueden aprovechar para seguir comportándose de modo inadecuado en futuras ocasiones”.
En resumen, las ideas fundamentales de la educación familiar (bonito término, ¿verdad? Porque nos educamos nosotros también) según la Plataforma de Infancia son:
- Comprender el comportamiento de los hijos en diversas situaciones teniendo en cuenta la etapa evolutiva en la que se encuentran. Ajustar las expectativas sobre el comportamiento de los hijos en función de sus diversas características de edad y circunstancias personales, lo que facilitará desarrollar el respeto mutuo entre padres y madres e hijos y un clima de relación positivo para la convivencia familiar.
- Configurar una adecuada valoración de uno mismo como adulto que contribuya a generar la asertividad y la seguridad personal, necesarias para afrontar los diversos retos de la vida familiar, personal, laboral y social.
- Regular las emociones en momentos de inquietud, tensión o conflicto familiar, de modo que se facilite encontrar respuestas adecuadas a la situación planteada y respetuosas con las necesidades de las personas implicadas.
- Fomentar en los hijos la aceptación de sí mismos, tanto en lo que respecta a sus potencialidades como a sus limitaciones, para que puedan configurar patrones de pensamiento y de conducta cooperativos tanto en el ámbito familiar como escolar y social.