Frases prohibidas: “Si me hablas así de mal y no me haces caso, yo haré lo mismo”

Queremos que nuestros hijos sean amables, colaboradores, solidarios y empáticos. Cuando no lo son, caemos en la tentación de responderles del mismo modo para que experimenten lo mal que sienta que las personas sean insolentes o no le hagan caso. Pero, ¿no sería mejor enseñarles con el ejemplo la amabilidad o la solidaridad? ¿No es mejor educar en positivo que hacerlo en negativo?

Frases prohibidas: “Si me hablas así de mal y no me haces caso, yo haré lo mismo”

Queremos que nuestros hijos sean amables, colaboradores, solidarios y empáticos. Y por supuesto nos frustramos cuando nuestros hijos no se muestran así. Y caemos en la tentación de responderles del mismo modo para que experimenten lo mal que sienta que las personas sean insolentes o no le hagan caso. Pero, ¿no sería mejor enseñarles  con el ejemplo la amabilidad o la solidaridad? ¿No es mejor educar en positivo que hacerlo en negativo? Si educar es construir un puente para que nuestros hijos vayan seguros por la vida, ¿no construiremos con la educación en negativo un puente inestable, como en la imagen? Lo vemos con la historia de Óscar, un adolescente respondón. 

Mamen y Luis están haciendo las maletas para empezar sus ansiadas vacaciones. Su hija, Alba, de 8 años, está ayudando a sus padres a colocar toda su ropa, sus juguetes y sus libros. Pero Óscar…. Óscar es otro cantar. En plena adolescencia (tiene 16 años), se ha negado a hacer su maleta, muestra muy poca ilusión por irse de vacaciones y está todo el rato protestando y sin levantar la vista de su teléfono móvil. Mamen le dice desde el pasillo:

-Óscar, nos vamos en un rato. Tienes que hacer tu maleta. ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?

Ay, mamá, déjame en paz, que eres una plasta – le contesta su hijo sin levantar la vista del móvil.

-Ah, conque esas tenemos, ¿eh? Pues mira, si pasas de mí y me hablas así voy a hacer lo mismo, ¡así te vas a enterar, impertinente niño caprichoso, que eso es lo que eres!

Como única respuesta en esta conversación desde habitaciones diferentes, Óscar cierra de un portazo su cuarto.

Luis se teme que este conflicto termine mal, muy mal. Así que consulta con Mamen la posibilidad de intervenir de un modo diferente. Mamen le deja hacer, con muy poca fe. Luis llama a la puerta del cuarto de Óscar:

-¿Puedo pasar, Óscar? Quiero hablar contigo – le dice con la voz más calmada que puede.

-Pasa, anda, pasa. Es imposible que me dejéis tranquilo – contesta Óscar fingiendo hostilidad cuando en el fondo le ha alegrado el tono de voz de su padre.

Luis se sienta en la cama donde Óscar está tumbado mientras sigue con su móvil.

-Anda, mírame – le dice Luis. -Que yo no sé hablar bien si no es cara a cara.

Óscar deja el móvil a regañadientes.

Óscar. cariño, te propongo un trato. Hablémonos con respeto. No nos gusta que nos hables con tanta hostilidad. No somos tus enemigos. Y al vernos como enemigos solo conseguimos ponernos nerviosos, cansados, hartos y que todo empeore. ¿Te parece?

-Pero si mamá me ha dicho que va a hablarme mal… A ver si os aclaráis… – dice Óscar, desafiante.

-A ti te gusta que te hablen con respeto, ¿no? Pues lo haremos, pero esperamos lo mismo de ti, ¿de acuerdo?

El chico asiente.

-Vale. Y otra cosa. En 20 minutos vamos a salir. Si quieres llevarte cosas para las vacaciones, prepáralas antes. Sé que has estado protestando, pero también sé que lo vamos a pasar muy bien, como todos los años. De hecho, te recuerdo que estas vacaciones las planificamos juntos y estabas de acuerdo, ¿no?

Óscar esboza una media sonrisa y empieza a recoger las cosas que se quiere llevar. Mamen entiende que tiene una conversación pendiente con su hijo, que quedarán muchos conflictos que gestionar y resolver pero que. como nos dijo Eva Bach en una entrevista sobre la adolescencia, “deberíamos decir: “Si yo te hablo bien, tú me hablas bien”. Los adolescentes lo entienden muy bien. Cuando nosotros apostamos por una comunicación respetuosa pero empezamos por exigirnos y por comprometernos a ese propio respeto nosotros mismos, son muy nobles, generosos y muy inteligentes y entonces responden. Pero evidentemente hay que hablarles bien y si no hablamos bien volvemos a empezar más tarde o nos damos la oportunidad de empezar de otra manera”.


Imagen de portada: Ryan Tauss /Unsplash

 

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Educar es Todo es un proyecto cuyo objetivo es colaborar con madres y padres en su labor educativa. Uno de los pilares fundamentales de una buena sociedad es apoyar la tarea de las madres y padres que lideran los hogares y la educación de sus hijos. Por eso, queremos acompañarlos en este apasionante viaje educativo, aportando ideas, reflexiones y estrategias que les ayuden a conseguir ese objetivo, que entendemos que es el de todos. Esperamos que también el tuyo.

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