Ponencia de Sonsoles Ónega: “En la tarea titánica de criar y educar hijos tienen que estar los dos”
Sonsoles Ónega, periodista de Informativos Telecinco y autora de Nosotras, que lo quisimos todo, reflexiona en esta ponencia sobre el desigual reparto del tiempo entre hombres y mujeres, la doble presencia de las mujeres en el trabajo y en el cuidado de sus hijos, el cansancio de las madres, los horarios de trabajo y la importancia de que las mujeres lleguen arriba para cambiar lo que no funciona. “El día que comprendamos que la educación de nuestros hijos pasa por la prosperidad de las familias empezaremos a cambiar todo eso que está ahí fuera”, cuenta Sonsoles entre aplausos, que manda además un mensaje a las mujeres: “tenemos que hacer una pequeña cesión de soberanía. Tenemos que ser conscientes de que en la tarea titánica de criar y educar hijos tienen que estar los dos”.
Sonsoles nos dice que pretende contar en esta ponencia “cómo nos sentimos” las madres y mujeres. Cuando se convirtió en madre “ya había conseguido lo que quería ser: periodista, cronista parlamentaria en Informativos Telecinco, había conseguido publicar alguna novela y era madre. No estaba dispuesta a que me arrancaran ninguna de las etiquetas que me definían como mujer, como madre, como profesional”. Y entonces “me pregunté la pregunta del millón que nos hacemos muchas mujeres sobre todo cuando somos madres: ¿Cuánto cuesta todo esto?”. Cuenta medio en broma que cuando descubrió que “un porcentaje importantísimo de las responsabilidades de la casa pivotaba sobre la mujer se me ocurrió asaltar el botiquín de casa y consumir Lexatin”. No es nada original, nos dice, pues “somos el país más consumidor de ansiolíticos y las mujeres duplicamos el consumo respecto a los hombres. No me extraña absolutamente nada”. Ya que el Lexatin no solucionaba nada, “empecé a investigar qué había pasado con las mujeres de nuestra generación. Nacimos con todo ganado, no tenemos un problema de derechos ni de libertades. La arquitectura legislativa está ahí para garantizarnos lo que llaman la igualdad. Sin embargo, estamos cansadas. Cualquier mujer que quiera tener una carrera profesional tiene que poder hacerla exactamente igual que un hombre”. Investigar y escribir Nosotras que lo quisimos todo “tuvo un fin terapéutico, porque según iba escribiendo me sentía menos tonta. Decía: Ya no soy la única que se siente así, que llega a casa y lo que quiere es irse a dormir, que ha abandonado a su marido, que ya no tiene amigas, solo trabaja, trabaja, trabaja y de vez en cuando ve a sus hijos. ¿Qué nos ha pasado?”
Sonsoles Ónega nos dice, entre aplausos, que tiene un mote para eso que les ha pasado a las mujeres: “el timo del siglo XXI”. Y resalta que seguro que todas, hablando con amigas, concluimos que “nos han timado. Vivimos peor que nuestras madres y nuestras abuelas”. Una de las cosas que nos pasa a las mujeres, analiza Sonsoles, es “un desigual uso del tiempo. Eso hace que descubras una montaña de libros en la mesita de noche, que lleves meses sin hacerte la manicura o que te lleguen las raíces hasta aquí y no has ido a la peluquería”. Sonsoles reconoce que los hombres han cambiado, que ponen algún pañal e “intentan ser partícipes”. Pero reconoce que muchas mujeres hacemos esta reflexión: “Tú te preguntas: “Oye, que yo no hice prácticas de cuidar un bebé. Y lo hago. ¿Por qué tú no?”. Y anima a las madres de bebés a “cambiar la cuna de lado cada noche. Y verás cómo empezamos a corregir esa desigualdad del tiempo”.
Otro de los temas sobre los que quiso reflexionar la periodista fue el desigual uso del tiempo. Según datos del Gobierno, las mujeres trabajan en los hogares 4 horas y 57 minutos más que los hombres. “Todas esas exigencias están en la mochila de la mujer. Las recetas saludables, casar el menú del cole- con la cena de casa, las hacemos nosotras. Son las normas que asumimos en ese afán de perfeccionismo que tenemos para hacerlo todo bien”. Las mujeres son, por tanto, las expertas del management familiar, “un generador de riqueza en los hogares que prestamos las mujeres gratis total”. Ponerlo en marcha, nos dice “nos hace andar mucho más despacio por esas mismas carreteras por las que transitan los hombres” y entre risas nos cuenta que “el comercio electrónico nos ha salvado la vida. Lo debió de idear sin duda una mujer que iba con el carrito del LIDL mientras hablaba con su jefe y tiraba de un niño”.
Sonsoles nos habla “del fenómeno de la doble presencia femenina. Es eso de que estoy en el trabajo pero estoy pendiente de que no le pase nada al niño porque soy yo la que formo parte del grupo de WhatsApp de las madres del cole. Son 28 mensajes por cada niño cada vez que tienen que ir disfrazados de Peter Pan. Y como me llega a mí, yo me encargo de ir a comprar el disfraz. Y si no lo compro, las lágrimas me llegan hasta aquí de la bronca que me cae de un pequeño dictador que es mi hijo”. Además, subraya Sonsoles, “las mujeres asumimos el cuidado como algo continuo, 24 horas al día todos los días del año. Ellos, aunque habrá honrosas excepciones, entienden el cuidado como el ratito que están con los niños. Cuando están en el trabajo, están en el trabajo”. Y nos cuenta que un empresario poco considerado seguramente pediría al de Recursos Humanos “Sustitúyame a esa, que habla por dos teléfonos, por una single” pero otro querría retener el talento. “¿Qué hacemos con la madre ausente? ¿Es sustituible la madre? Yo prefiero decir que no, a mí me cuesta ceder parcelas de mi papel de madre. Lo que quiero es el 50% en todo lo demás”. Sonsoles nos advierte que la igualdad depende también de nosotras, “nos lo tenemos que creer. Tenemos que hacer una pequeña cesión de soberanía para poder hacer las dos cosas a la vez. Tenemos que ser conscientes de que en la tarea titánica de criar y educar hijos tienen que estar los dos”.
La sociedad, nos advierte Sonsoles, “es profundamente rígida. Tenemos que asumir que el mercado laboral exige mujeres disponibles al 100% si quieres tener una carrera profesional. La arquitectura legislativa está anticuada. Tenemos que modernizar todas esas medidas que mayoritariamente solicitamos las mujeres. Hay hombres que te dicen que se cogieron la reducción de jornada y le miraron muy mal. Implica un cambio social revalorizar el cuidado en las empresas, que levantemos la mano para decir que cuando estoy cuidando no me estoy escaqueando del trabajo”. La mayor ovación de la ponencia de Sonsoles se la llevó su reflexión sobre el límite de las medidas de conciliación: “¿Cómo puede ser que las medidas de conciliación solo lleguen hasta los 12 años? ¿Qué hacemos después, cuando realmente los niños necesitan hogares estructurados, donde las cosas funcionen? Aquí las cosas funcionan hasta las 12 años, luego descubrimos que escupen a los profesores, o que llevan el móvil con pornografía.
Estas cosas ocurren porque nadie se ha preocupado de que esto sea un asunto de Estado. El día que comprendamos que la educación de nuestros hijos pasa por la prosperidad de las familias empezaremos a cambiar todo eso que está ahí fuera”.
También hubo tiempo para hablar de los horarios. “Tenemos que empezar a reclamar en nuestras empresas esos cambios, porque si llegan pronto a casa la madre y el padre no tendrán que pedirse reducciones de jornada y la carrera profesional de la mujer no se verá tan perjudicada”. Este cambio estará protagonizado por mujeres, porque “a los hombres que diseñaron esta querida España nunca les ha interesado llegar pronto a casa, es mucho más cómodo llegar a casa y encontrarse al niño duchado”. Y cuando la mujer se incorporó a este mundo laboral diseñado por estos hombres “ha asumido sin levantar la mano y como mucho tomando Lexatin esas reglas del juego que ya no valen”. Por eso, Sonsoles cree que ha llegado el momento de humanizar los horarios, porque “no quiero que la mujer conjugue el verbo renunciar; necesitamos que las mujeres lleguen arriba para cambiar lo de abajo”. Entre aplausos, Sonsoles nos cuenta que “cada mujer que ha llegado a un puesto de responsabilidad ha tratado de cambiar su pequeño microcosmos” y nos presenta tres ejemplos de mujeres que cambiaron los horarios de reuniones, siempre por la tarde. A ellas, muchas veces les han preguntado cómo eran capaces de llegar adonde han llegado y de tener una familia. “Eso no se lo preguntan a los hombres. Por eso nosotras necesitamos estar ahí arriba para cambiar lo que está abajo”.
Sonsoles quiso acabar su ponencia con una frase del libro Vayamos adelante, de Sheryl Sandberg, ejecutiva de Facebook, que se dirigía a mujeres estudiantes: “Espero que tengas la ambición de avanzar en tu carrera y gobernar el mundo porque el mundo necesita que lo cambies. Todas las mujeres del mundo cuentan contigo, de modo que pregúntate a ti misma: ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Y a continuación ve y hazlo”.