Muchos padres y madres en septiembre no dábamos ni un duro, ni tres céntimos, por que el curso durara hasta octubre. Nos temimos que menos de un mes después de abrir las aulas nos viéramos todos de nuevo confinados en un día de la marmota que ha sido muy duro para muchas familias (familias que habían perdido seres queridos, que habían perdido trabajos, que se habían sentido culpables por teletrabajar a tope mientras no podían atender como querían a los niños en casa, familias que notaban cómo sus hijos necesitaban más airearse y salir a la calle y ver a los amigos que el comer y la situación se alargaba). Pensábamos, la verdad, que en octubre estaríamos igual.
Pero ha terminado el curso y, excepto confinamientos de aulas, ha transcurrido bastante bien: no ha habido noticia de brotes fuertes en escuelas, los niños y niñas han aguantado todo el curso con las ventanas abiertas y han disfrutado con sus amigos y en clase.
En los grupos de WhatsApp de las clases hay muchos padres y madres que desde septiembre hasta hoy han estado preocupados por el buen ritmo del aprendizaje académico: que con tanto confinamiento de aulas y con el temporal no se ha avanzado como otros años, que ya partían de un trimestre perdido (el último del curso anterior) y este curso ha sido muy lento, que a ver cuándo se compensa este desfase… Yo os confieso que eso no me preocupa. Ya os he dicho que de este curso esperaba más bien poco, no pensé que las aulas fueran a estar abiertas más allá de un mes. De modo que mis expectativas no eran muchas, pero en el fondo sí lo eran:
- Yo de este curso esperaba que paliara de alguna manera el shock que nuestros hijos e hijas han vivido con la llegada de la pandemia y el confinamiento duro.
- Yo de este curso esperaba que nuestros hijos e hijas fueran al colegio sin miedo, con cierta ilusión y también, porque sería signo de normalidad, con cansancio y hartazgo.
- Yo de este curso esperaba que nuestros hijos e hijas pudieran hablar y reflexionar juntos y juntas sobre lo que había supuesto todo lo que han vivido.
- Yo de este curso esperaba que los muchos niños y niñas que han vivido en situaciones de extrema vulnerabilidad, confinados en una habitación y con poco acceso a comida, encontraran un respiro y un bienestar justo en su vuelta a las aulas.
- Yo de este curso esperaba que las maestras y maestros contagiaran con su pasión y su vocación las ganas de aprender y de esforzarse.
- Yo de este curso esperaba, simplemente, que nuestros hijos salieran mejores: con más bienestar, con más salud, con menos miedos.
Entiendo que a muchas personas preocupadas por los resultados académicos estas expectativas les parezcan poca cosa, pero a mí me parece toda una proeza, especialmente del profesorado y de nuestros hijos e hijas, que en muchísimos casos todo esto se haya alcanzado. Ahora, a disfrutar de unas merecidísimas vacaciones.
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