Frases prohibidas: “A mí siempre me han educado así y no he salido mal”
Claro que con tanta información sobre educación, tantos tips sobre cómo gestionar rabietas, comunicarse mejor con los hijos, fomentar la colaboración en casa, tanto curso de parenting… nos terminamos volviendo locos y terminamos olvidando el sentido común. Y quizá tanta información, como nos decía Carles Capdevila, “nos acompleja o sobrepasa”. O, como nos decía Alberto Soler , “pese a que cada vez hay más información, lo cual es bueno, también el exceso de la misma acaba produciendo desinformación: el médico dice una cosa, luego la enfermera otra, lees por Internet alguien que dice lo contrario, y al final no sabes qué hacer”. Pero es una pena que todo este agobio por exceso de información nos lleve a ignorar y menospreciar información valiosa de la que disponemos ahora sobre el cerebro de los niños, sobre la comunicación positiva o sobre los derechos de la infancia, en línea con lo que nos decía María Soto en esta imagen. Porque el reto tal vez está en seleccionar la información importante y encontrar nuestro propio estilo, consciente e informado. Lo vemos con la historia de Silvia y su padre Gerardo.
Silvia tiene un hijo de cuatro años, Rodrigo, que ya toma sus propias decisiones. Han ido a comer a casa de los abuelos y Rodrigo no quiere comer la comida que han preparado los abuelos y se levanta de la mesa para jugar en otra habitación. Gerardo, el abuelo, se enfada con el niño y le grita desde el salón:
-Rodrigo, pero qué malo eres. Si no te comes lo que hemos hecho no te voy a querer.
Silvia, en bajito, le dice a su padre:
-Papá, no le digas eso por favor. No vas a conseguir nada más que hacerle sentir malo y que se porte peor porque lo estás etiquetando. Así no le estás animando a que se siente a comer, que es lo que quieres. Y yo no quiero que piense que es malo y que crea que solo se merece amor de alguien si hace lo que se le dice. No quiero que sea sumiso.
El padre ya ha empezado a resoplar en medio del discurso de Silvia y le dice:
–Ay, hija, cómo os complicáis la vida hoy en día. Nosotros siempre te lo hemos dicho y no estás traumatizada ni has salido mal. Se os está yendo la cabeza con tanto librito.
Silvia intenta ser conciliadora:
-Yo no digo que lo hicierais mal, lo hicisteis lo mejor que pudisteis y claro que no estoy traumatizada. Pero aunque no esté traumatizada, quiero aprender de información que me parece valiosa y que está disponible ahora. Y que además me parece lógica. Yo estoy aprendiendo a ser madre, papá. Déjame encontrar mi estilo.
Y dando un beso a su padre, se levantó a buscar al niño, a decirle que debía sentarse a la mesa porque habían venido a ver a los abuelos y que después de comer jugarían todos juntos.