Frases prohibidas: “A tus padres los podrás torear, pero a mí no”
Muchos de los post más virales sobre padres y madres se centran en un aspecto muy molesto de la maternidad y la paternidad del que ya nos habló Carles Capdevila, y es que, con la paternidad, “tu vida pasa a ser patrimonio de la Humanidad” y todo el mundo juzga. Quizá por eso un cartel en la consulta de un pediatra afirmando que lo mejor para tu hijo eres tú se convirtió en viral, un spot sobre madres enfrentadas y que se juzgan nos emocionó al recordarnos qué es lo más importante y Lucía mi pediatra sugería “no juzgues y no serás juzgada”. Pues bien, esta frase real encierra un juicio demoledor a los padres y les roba cierta autoridad. De modo que desde aquí os invitamos a educar con ilusión sea dejar de juzgarnos entre nosotros, padres y madres.
Después de la clase de natación, Emma, su amiga Julia y sus madres (Lola y Fátima) se van a los vestuarios a cambiarse. Están muy cansadas, han nadado muchísimo, y Emma le pide a su madre que le dé una toalla, pero todas están húmedas. Emma se va poniendo nerviosa mientras su madre, Lola, le dice que no hay otras, que con esta se secará bien y le busca los rincones menos húmedos. Pero a Emma no le valen las soluciones y se niega a cambiarse y sigue protestando, mientras sus amigas están ya vestidas. Su madre, apurada, le dice que termine ya, intenta ayudarla y le dice que se irá cuando termine de cambiarse. La madre de Julia, Fátima, se acerca a Emma y le da otra toalla mientras le dice: “Para ya, que nos tenemos que ir. A tu madre la podrás torear, pero a mí no. Sécate con esta toalla y cámbiate ya”.
Lola, aun reconociendo que quizá no estaba manejando la situación muy bien, siente las palabras de Fátima como una patada en el estómago. Entiende que la situación y el bloqueo podría ser muy desquiciante, pero no comprende por qué había que recurrir a quitarle autoridad (porque a ella la puede torear, como ha dicho Fátima) y a juzgarla claramente como incapaz de educar a su hija. La reacción de su hija es de la misma estupefacción: se seca despacio, con los ojos como platos y con una mirada triste.
Lola, ya no tan apurada por conseguir que su hija se vista como por volver a conectar con ella, se pone a su altura, le dice a su hija que si se viste rápido podrán ir a jugar antes de que se vaya el sol y se muestra comprensiva:
-Ya sé que la toalla estaba un poco húmeda y que no te gusta. Pensaremos una solución para la próxima, pero necesito que te vistas rápido porque hay mucha gente esperando a usar el vestuario.
Cuando salen del vestuario y las niñas están ya jugando en el parque, Lola se acerca a Fátima y le dice:
-Entiendo que la situación era un poco desquiciante y que quizá yo no la estaba gestionando bien, pero te agradecería que te ahorraras ese tipo de comentarios irrespetuosos porque me hacen daño y hacen a mi hija desconfiar de su madre.
¿Qué os parece si cambiamos los juicios entre padres por apoyo y comprensión?