Nelson Mandela decía que “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. En Gestionando hijos esta frase nos la tomamos al pie de la letra, porque creemos firmemente en el gran poder que tiene la educación para conseguir entre todos y todas una sociedad mejor.
Por esta razón, en el Homenaje a la Educación que llevamos a cabo el pasado mes de diciembre (aquí podéis ver todas las ponencias de forma gratuita) quisimos trasladar la pregunta que lanzaron desde Ikea y Save the Children a los ponentes que participaron: “¿Cómo puede ayudarnos la educación a corregir la desigualdad económica y social?“.
Las respuestas son tan inspiradoras que hemos querido recopilarlas y compartirlas con vosotros:
Begoña Ibarrola, psicóloga y autora de cuentos infantiles
Decía Pitágoras que “educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. Y es que la educación inclusiva nos iguala en oportunidades, permite que todo ser humano saque lo mejor de sí y contribuya a la mejora del mundo.
Amaya de Miguel, fundadora de Relájate y Educa
Probablemente a ti te ocurrirá como a mí cuando lees los periódicos, ves el telediario, recorres algunas calles… el mundo en el que nos ha tocado vivir no es tan justo como nos gustaría. Los valores que muchos de nosotros tenemos, los valores de igualdad, de justicia, que haya una serie de necesidades básicas cubiertas para todos… desgraciadamente, hoy en día, no están siendo cubiertas para una gran parte de la población mundial.
Nosotros, los adultos, que tenemos a niños a nuestro cargo, tenemos un gran poder: transmitir nuestros valores a nuestros hijos, y que los valores ocupen el centro de la educación. Valores como el respeto, el amor o la justicia social empiezan dentro de casa. Si tú en tu familia te comportas y construyes una unidad en los que esos valores son los que dictan el día a día, tus hijos van a interiorizarlos y van a poder transmitirlos al resto de personas con quien se relacionan y a sus hijos, si deciden tenerlos en un futuro. Así, poco a poco, estaremos iniciando una cadena que haga que cada vez más gente pueda tener unas condiciones de vida más justas.
Alberto Soler, psicólogo
Las familias son el primer contexto de socialización de nuestros hijos. Lo que ellos viven, lo que ellos sienten durante su primera infancia y desarrollo es lo que consideran que es normal y aceptable. Por lo tanto, la responsabilidad que tenemos las familias para educar en valores de solidaridad, de igualdad, es crucial.
Desde muy pequeños les podemos enseñar la diferencia entre aquellas acciones que son correctas, que ayudan a los demás, y aquellas acciones que pueden dificultar o que pueden perjudicar a otras personas. Debemos enseñarles que existen realidades diferentes a las que ellos tienen, que existen otros países, que existen otras culturas y que incluso en su propio país, en su propio pueblo o en su propia ciudad existen realidades muy diferentes. Su casa no es el centro de todo.
Si fomentamos su empatía, si les ayudamos a ponerse en el lugar de otras personas, podemos ayudarles a que en el día de mañana sean personas más solidarias y más empáticas. Y existen dos preguntas que son básicas y nos pueden ayudar en este desarrollo. Cuando se produzca una situación de conflicto, le vamos a preguntar: “¿Tú qué sentirías si estuvieras en el otro lugar?” y “¿qué es lo que sucedería si todos actuáramos de la misma manera?“. Estas dos preguntas son muy potentes que les van a ayudar a fomentar su empatía y, en última instancia, a ser personas más solidarias y más empáticas”.
Carmen Guaita, maestra, pedagoga y escritora
Como educadores estamos obligados a abrir a nuestros hijos las ventanas del mundo tal como es en realidad, a mostrarles las realidades en las que viven muchas personas, dos terceras partes de las personas de la tierra. Estamos obligados a hacerles ver los privilegios y agradecerlos, a compartir lo que ellos tienen, porque la tarea de la educación es, simple y llanamente, que el mundo sea mejor.
Antonio Ortuño, psicólogo
Creo que las madres y los padres tenemos una función fundamental para tener una sociedad mucho más justa y solidaria. Creo que hay que aprovechar los conflictos cotidianos que genera la convivencia para potenciar recursos y herramientas en nuestros hijos y nuestras hijas para que puedan ser buenos ciudadanos.
Está clarísimo: si en casa hacemos bien de guías, si gestionamos bien los conflictos, seguramente ayudaremos a nuestros hijos a gestionar sus conflictos de una manera mucho más adecuada.
José Carlos Ruiz, profesor de filosofía y escritor
La educación es la base para ir limando todas las desigualdades que se están generando en el mundo contemporáneo, entre otras cosas porque la propia palabra “educación” viene del latín educare que significa “conducir y guiar”, lo que implica que hay gente que conduce y que guía, generalmente, a los pequeñitos que vienen detrás.
Si somos capaces de que esa palabra se convierta en el eje central del proyecto de vida, seguramente, los que conducimos a los que van detrás tendremos mucho cuidado en que se incorporen al camino de la vida de una manera equilibrada y sana.
Silvia Congost, psicóloga especializada en dependencia emocional, autoestima y relaciones
La educación del hogar está totalmente relacionada con la desigualdad que hay o que no hay en el mundo. De hecho, si los niños ven que sus padres se enfrentan al tema de la desigualdad de una forma concreta, respetuosa, que trate de evitarla… ellos el día de mañana también van a sentir y van a actuar de la misma forma. No debemos olvidar que educamos a través de nuestro ejemplo.
Rafa Guerrero, psicólogo
Una de las cosas que podemos hacer para erradicar la desigualdad, sin lugar a dudas, es trabajar la inteligencia emocional y la educación emocional, tanto desde casa, como desde la escuela. Para ello tenemos que enseñar a nuestros hijos y alumnos a que identifiquen las emociones, a cómo se reflejan en el cuerpo y, por supuesto, enseñarles estrategias para que el día de mañana sean capaces de autoregularse emocionalmente.
Mar Romera, maestra y pedagoga
Educar es un acto de amor, y el amor no entiende del lugar donde has nacido, de profesión a la que te dedicas, de ciudad, país o color de piel. La educación tampoco debería entender de diferencias de género.
Todo esto -educar en valores, sentir que juntos podemos llegar muchísimo más lejos que separados, y sentir también que yo puedo conseguir plenitud en mi vida sin la necesidad de que tú estés en el fracaso- es posible cuando educamos en una escala de valores, con una mirada y con una situación de calma, generosidad y mucho amor dentro de la familia.
Cima podemos hacer todos, pero necesitamos un gran equipo para llegar hasta arriba, aunque cada uno de los que hace cima pueda celebrar su propio momento.
Cristina Gutiérrez Lestón, educadora y directora de “La Granja”
Debemos entender la educación como ese proceso en el que los niños, las personas, salgan del proceso educativo, de todos esos años… sabiendo quién son, qué les hace únicos y especiales. Porque si saben eso de ellos mismos, tendrán una sana autoestima y serán capaces de luchar por sus sueños.
Una educación de verdad supone el éxito social de todas las personas y la oportunidad de cada una de ellas.
Alba Castellvi, socióloga y educadora
Como socióloga sé que, a la hora de educarnos, no todos partimos del mismo punto. Quien ha tenido una familia educada que ha podido transmitir a sus hijos recursos educativos parte de una posición muchísimo mejor.
Por lo tanto, hay que ayudar a las familias a dar esas oportunidades que les van a situar en el mismo punto de partida cuando se enfrenten a la educación colectiva. Hay que ayudar a padres y madres a tener recursos para educar mejor a sus hijos, eso implica educar a los propios padres, facultarles para, a través de la educación que den a sus niños, construyan un mundo mejor.
David Pastor Vico, filósofo
El primer acercamiento de nuestros hijos al mundo es a través de nuestros ojos, de nuestros sentidos, de nuestra percepción del mundo. Es en ese momento cuando se fijan algunas ideas que permanecen de manera casi imborrable.
Toda madre, todo padre, quisiera solucionar la vida de su hijo en el momento en el que nace, poderle asegurar un futuro, tener una vivienda, dinero, felicidad… pero eso normalmente no suele estar de nuestra mano. Lo que sí está en nuestras manos es la posibilidad de formarlos, educarlos, darles las mejores herramientas posibles para poder afrontar la realidad de un mundo en el que la cuestión económica marca separaciones entre las personas.
Así que: educación, educación y educación. Y no solo para nuestros hijos, también para nosotros como padres.
Juan Llorca, chef
Creo que hay dos factores principales: uno es la empatía y otro es valorar lo que tenemos. Si no somos empáticos con lo que pasa a nuestro alrededor, si no somos capaces de ver la sociedad en la que vivimos y solo vemos el ámbito tan chiquitín en el que estamos, quizás no llegaremos nunca a darnos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor.
Y por otro lado, en el mundo existe un problema muy grande de malnutrición. Si no valoramos, por ejemplo, que tú puedas entrar al supermercado, cogerte un brócoli, y tener la libertad de elegir brócoli, o manzana, o patatas fritas, no seremos conscientes de que hay otros países que no tienen esa posibilidad de elección.
Por lo tanto, trabajar estos dos factores en el seno del hogar hará que en un futuro podamos construir un mundo mejor.