Decía el gran periodista Carles Capdevila que a veces los papis y mamis súper motivados (como nosotros) nos pasamos la vida leyendo libros sobre el parto, sobre crianza, sobre cómo prepararnos para cuando seamos madres y padres… (todos completamente útiles y necesarios, por supuesto). Sin embargo, también apuntaba que a veces se nos olvida uno de los requisitos indispensables para educar a nuestros hijos y que no deberíamos perder nunca de vista: el sentido del humor.
A nosotros, como ya sabéis, nos encanta recomendaros libros que creemos que os pueden ayudar en vuestra labor como madres, padres o docentes. Pero el libro que os traemos hoy, más que ofrecernos pautas educativas, nos hace vernos en un espejo (especialmente a las madres), reconocernos y, sobre todo, reírnos de nosotras mismas. Algo completamente necesario y que tantas veces pasamos por alto.
La escritora Jessica Gómez, autora de textos como “Querida chica del bañador verde” o del maravilloso libro “Come chocolate y no discutas con idiotas: 52 tips para la paz mental“, lo ha vuelto a hacer. Su nuevo libro, “Mamá en busca del polvo perdido” cuenta la historia de una mujer, Paz, “que tiene tres hijos, un marido estándar, un jefe gilipollas y lo más parecido a tener tiempo para ella es conseguir ir sola a comprar al Carrefour”. ¿Os suena?
La historia de Paz es un gran golpe de realidad, pero un golpe que no produce dolor, sino cosquillas. Poder vernos reflejadas en sus situaciones y reirnos de ellas: ¿qué mejor que la risa para quitarle un poco de hierro a todas esas expectativas que nos marcamos y que, en su mayoría, no podemos cumplir? (Básicamente, porque no nos da la vida). Sobre estos y otros temas hemos hablado con Jessica Gómez, para que nos cuente un poquito más sobre este fantástico libro y las principales claves que trata en él.
1. Jessica, con tu anterior libro estuvimos más cerca de encontrar la paz mental y en este nos adentramos en la historia de una madre en busca de un polvo. ¿Al final será que no es cierto eso de que las madres lo encuentran todo? (¡A que voy yo y lo encuentro!)
Ay, dios mío, ¡no lo había pensado! Ahora tendré que ir a replantearme todas mis creencias a un retiro espiritual. A uno con chiringuito en la piscina y cantidades obscenas de vino, si es posible.
2. ¿Cómo surge la idea de escribir este libro y qué querías reflejar con esta historia?
El libro nació con un absurdo. Cuando mi editora me llamó para preguntarme qué me apetecía hacer y si tenía alguna idea, justo me acababa de pasar una cosa con mi marido, que es que un día echando un polvo me machaqué la rodilla izquierda, se me hizo un derrame y la tuve negra dos semanas. Todavía la tenía morada cuando mi editora me llamó. Y se lo dije tal cual: “Yo de esto te hago un libro”. Podría haber escrito una tragedia (tal vez dos), pero me va más la comedia, y aproveché esa misma situación para comenzar la historia de Paz: la anécdota que me dio la idea del libro es lo que hace que Paz, ya en primera persona, arranque su diario.
Al principio no tenía muy claro qué formato quería darle a mi idea, me llevó unas vueltas decidir que un diario novelado escrito en primera persona era lo perfecto para lo que yo quería contar. Eso (lo que quería contar) sí lo tenía un poco más claro: yo quería hablar de las dificultades que a veces tenemos para encontrarnos con nuestra pareja, pero necesitaba que quedaran cristalinas dos ideas; la primera, que no son los niños, sino que es un conjunto en el que se suma el trabajo, la carga emocional, los imprevistos, las presiones externas y las exigencias propias y ajenas. No es tan fácil como decir “es que cuando se tienen niños se acaba la intimidad”, no, ni de coña es tan sencillo. La intimidad no se acaba: cambia, evoluciona, es más cómplice. Puedes luchar contra el cambio o abrazarlo y disfrutarlo; la segunda, que muchas veces nosotros somos nuestro peor enemigo, y ni siquiera nos damos cuenta.
3. En el libro podemos leer multitud de situaciones cotidianas con las que toda madre probablemente puede identificarse. Una frase que me ha encantado es: “Y resulta que mientras el niño tiene la desfachatez de crecer, yo tengo la inconsciencia de ir haciéndome mayor, y aún no me he enterado”. ¿Es el humor la mejor arma para enfrentarnos al inexorable paso del tiempo?
Cuando a lo natural le quitas el drama, lo que te queda es el humor. Así que yo, en lo personal, no diría que la mejor arma: diría que es la única posible. Si a algo tan inevitable como es el hecho de que nos oxidamos lentamente no le quitas el drama, lo vas a pasar mal.
4. “Soy la peor madre del mundo, joder. ¿Por qué me han dejado reproducirme?”. Esta es una de las frases que aparece en el libro como pensamiento de la protagonista y estoy segura de que muchísimas madres que nos leen se la repetirán varias veces a la semana. ¿Crees que nos machacamos mucho por no ser súpermamis?
Nos machacamos una barbaridad. Y nos pueden mucho las presiones externas, pero las peores sin duda son las que nos imponemos a nosotras mismas. Parece que siempre centramos nuestra atención en todo aquello a lo que no llegamos o que no conseguimos hacer como queremos, y olvidamos valorar todas las cosas que sí hacemos y que, además, hacemos bien.
Te voy a contar una cosa: no hace mucho, un día, se me cruzaron los cables, me enfadé muchísimo con mis hijos y les pegué un grito. Les grité y no me siento en absoluto orgullosa de ello. A las dos semanas yo todavía me sentía muy culpable por haber gritado cuando mis hijos y yo nos encontramos con una amiga mía y sus dos peques. Al despedirnos les dije a mis hijos “Marta es una mamá maravillosa: es paciente, amorosa, comprensiva…” y mi hijo mayor me dijo: “¿Y por qué lo dices como si tú no lo fueras, si también lo eres?”. Confieso que se me cayeron un par de lágrimas. Ellos siempre ven lo mejor de nosotros. Deberíamos tomar ejemplo de ellos. Eso he intentado que quede también representado en el libro: Paz solo ve lo que no puede hacer; su familia la ve tal como es.
5. Hablemos de las expectativas… ¿consideras que las expectativas que nos marcamos nos limitan y nos frustran, tanto en nuestra vida en pareja como en la educación de nuestros hijos?
Absolutamente, y creo que ese precisamente es el eje central del libro. Es decir: no creo que sea malo tener expectativas, lo que creo es que nuestra vida no debería estar regida por ellas. Paz se tira casi 300 páginas intentando hacer algo tan sencillo como echar un polvo con su marido, y se marca unas expectativas que sencillamente son incompatibles con su vida, y la frustración que ello le acarrea hace que todo le empiece a salir mal, y cuanto más intenta arreglarlo peor le sale todo. Al principio, como lector, te es fácil ver que Paz no consigue lo que quiere porque se está autosaboteando sin darse ni siquiera cuenta, y que si se relajara un poco y se fijara en lo que tiene delante lo tendría hecho. Cuando avanzas en el libro, a medida que te identificas con Paz, te das cuenta de que tú también lo haces. Y ahí es a donde yo quería llegar. Si lo piensas, todos mis libros tienen el mismo mensaje de fondo: la vida es más sencilla, no te la compliques tú más de lo necesario que aquí hemos venido a divertirnos.
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