Si eres lista, tendrás hijos

Raquel de Diego, responsable de Conciliafam, nos cuenta la historia de una mujer que hace balance de su vida y de sus elecciones. Y nos deja un mensaje poderoso para nosotros y, también, para transmitir a nuestros hijos: "Cada paso que damos nos acerca a un lugar, u otro. En nuestras decisiones diarias está ser coherentes y saber dónde queremos llegar".

Si eres lista, tendrás hijos

Raquel de Diego, responsable de Conciliafam, nos cuenta la historia de una mujer que hace balance de su vida y de sus elecciones. Y nos deja un mensaje poderoso para nosotros y, también, para transmitir a nuestros hijos: “Cada paso que damos nos acerca a un lugar, u otro. En nuestras decisiones diarias está ser coherentes y saber dónde queremos llegar”.

Esta es la historia de Isabel. Una mujer aquejada por un duelo emocional, que le daña en la memoria y en el corazón.

Ella tiene 91 años. Hace 4 meses que falleció su marido, 8 años más joven que ella. Dice que se le han estropeado los ojos de tanto llorar, que llora su soledad. Pero conociendo su historia es fácil descubrir que su soledad es un largo manto de duelo tejido en su juventud. Algo a lo que dijo adiós, pero nunca dejó marchar.

Sus palabras desprenden cariño y gratitud mientras comparte que fueron una pareja muy unida. Habla de su marido como un hombre muy bueno, a quien quiso toda su vida. Desde que eran muy jóvenes comenzaron una vida cómplice, marcada por el amor y el respeto mutuo.

Pero este pequeño balance le hace recordar algo que, estoy segura, marcó la posibilidad de abrir una ventana a otra felicidad.

Ella quiso ser madre. Tras varios intentos, su marido le aseguraba que era ella quien no podía quedar embarazada. Confusa, le pidió ir los dos al médico para descubrir qué ocurría para que ese deseo no acabara de cumplirse. Era una doctora quien les confirmó que el problema estaba en él, un hombre joven, militar y muy seguro de sí mismo.

Y mientras le dejaron sola en una habitación del hospital a la espera de que llegase su marido con la medicación que le ofrecía la esperanza de la fertilidad, una obediente enfermera le envió la receta que la doctora reservaba a Isabel:

-“Me ha dicho la doctora que le diga que usted es joven, guapa y sana. Si es lista, tendrá hijos.”

Con este mensaje Isabel y su marido llegaron a casa con ilusiones y muchas dudas. Tantas, que Isabel le confesó con total ingenuidad las palabras que la enfermera le dijo de parte de aquella doctora más empática que ética.

Su marido descifró el mensaje rápido: “Isabel, ¡te han dicho que te acuestes con otro hombre!”

Pues Isabel no lo entendió. Quizás porque no estaba en su forma de entender un consejo profesional que pudiera animarle a ser infiel a su marido.

Ella tenía que elegir… Y eligió.

Ahora que está sola, con arrugas en su piel y la vista nublada por las lágrimas, recuerda esta frase como esa ventana que le ofrecía el mundo que ella deseaba: “Si eres lista, tendrás hijos”.

Parece que aqué¡ella doctora le dejó marcado un mensaje de por vida.

¿Ser honesta le ha impedido ser lista?

¿Es posible que en esta etapa en la que uno repasa cómo ha vivido y cómo agradece lo vivido, Isabel desee una segunda oportunidad para recibir las líneas del libro de su vida?

Esto que parece un trabalenguas es, en realidad, el sentido de nuestras vidas.

Cada paso que damos nos acerca a un lugar, u otro. En nuestras decisiones diarias está ser coherentes y saber dónde queremos llegar. No es nada fácil decidir a veces.

Y desde un ejercicio que bien podría ser el inicio de una sesión para cualquiera de las personas a quien atiendo, o para ti, si estás pensando sobre tu vida a través de este texto como ejemplo, me gustaría dejarte una semilla:

¿Qué será lo más gratificante de tu vida que quieras recodar siempre?

Y si queda algo pendiente por hacer, tendremos un bonito trabajo por delante.


Imagen de portada: Little girl on the bridge. Caroline Hernandez /Unsplash

 

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Raquel De Diego

Soy Trabajadora Social, Coach especialista en coaching para familias y parejas (www.conciliafam.com), y formadora de educación emocional y procesos de cambio. Con una experiencia de más de 10 años trabajando con familias desde el ámbito de la intervención social y el coaching sistémico, llego al convencimiento de que cada uno de nosotros lleva a, al menos, parte de su familia consigo. Somos parte de nuestros padres y hermanos, tíos, abuelos…Y eso hace que nuestros hijos lleven parte de nosotros con ellos. En la infancia afloran los deseos y sueños que de adultos desarrollaremos.

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