Ahora que comienzas a leer este post, te voy a pedir que, intuitivamente, coloques una mano en el lugar de tu cuerpo que consideras como tu centro vital. Una vez colocada aquí tu mano, cierra los ojos y respira con calma. Siente cómo es la respiración en esta zona. Ahora que te escuchas, sientes y observas por dentro, visualiza con una imagen qué representa para ti el lugar que has elegido como ese “centro vital” tuyo personal.
No todas las personas ni todas las culturas identifican el mismo lugar como el centro de su existencia, de su energía. ¿Dónde lo hiciste tú?, ¿quizás en tu cabeza, o en tu pecho, o tu cuello? Es posible que en una cultura oriental, o en personas que desarrollan su relación cuerpo- mente, ese centro vital lo identifiquen en el vientre: región corporal donde se irradian las fuerzas vitales de donde nace la vida y la conexión con todos nuestros órganos. Y lo más popular en una cultura como la nuestra de multitarea, horarios que a veces se solapan, exigencias dentro y fuera de casa, socialización por medio de pantallas y poco tiempo para el autoconocimiento y el descanso, se conecte más con un estado mental.
Y si esto nos ocurre a los adultos, ¿qué puede estar pasando a los niños y jóvenes? Pues que, por desgracia, vayan en el mismo tren.
Jugar para expresar las emociones
La tristeza, el miedo, la preocupación y la rabia afectan a la salud emocional limitando nuestra sensación de bienestar, más cuando se prolongan en el tiempo y se intensifican en nuestro interior.
Estas emociones, etiquetadas como negativas, se acentúan cuando la soledad de las redes sociales y el uso excesivo de las pantallas evitan la interacción con otros niños y niñas, los juegos del “tú a tú”, conversaciones espontáneas, y momentos de reflexión y conexión con sus propias sensaciones corporales, sus pensamientos, inquietudes y prioridades.
Si observas que alguno de tus hijos se muestra reservado, inexpresivo en ciertas situaciones incluso, prefiere pasar tiempo a solas, y evita dar su opinión respecto a aquello que aprende, lo ocurrido en situaciones especiales, o incluso mostrar sus preferencias cuando le preguntamos, o le cuesta tomar una decisión… es momento de ¡jugar! Ayúdale a expresar sus emociones, su mundo interno, a conectar con sus sensaciones y ponerles un nombre, a saber que no está solo ni incomprendido, que se le ofrece una escucha sincera y que aquello que le esté pasando por su cabeza en ese momento o período posiblemente necesite ordenarlo. Y a veces esto solo se consigue (o al menos es más fácil) cuando se exterioriza. Y no siempre tiene por qué hacerse con palabras: emplea el tiempo libre que puedas dedicarle sin interrupciones a compartir experiencias, desplegar genialidad a través de la imaginación y descubrir posibles facetas a través de la espontaneidad.
¿Por qué con el juego?
- El juego conecta con nuestro yo en esencia, nos permite conocernos mejor
- Permite acercamiento entre las personas que interaccionan
- A través del juego se crea un espacio natural y cómplice
- Salimos de nuestro rol habitual y podemos sentirnos más libres al actuar
- Pensamos de forma diferente cuando estamos jugando gracias crear un ambiente distinto y según la actividad producimos mayor número de hormonas como la adrenalina, o la serotonina, que nos ayudan a mejorar la creatividad, la sensación de bienestar, y mejora nuestro estado de ánimo y empatía.
- Somos capaces de generar alternativas de cambio y soluciones desde situaciones simuladas que el propio juego ofrece.
Ejemplos de juegos
Por eso te propongo ciertos juegos y actividades que puedes aprovechar para hacer con ellos y compartir un tiempo divertido y de calidad en cualquier época del año. Por ejemplo:
- Teatralización a través de sus cuentos favoritos. A partir de edades tempranas, como los 3-4 años ya eligen qué cuento les gusta más. Por algo será que hayan captado su atención. Sácale partido a la imaginación, y crea un ambiente en el que de forma libre, cada cual pueda elegir a un personaje del cuento más otro inventado quizás que se añada a la historia. Así tendréis un tema desde el que cada personaje fluya para expresar sus emociones interactuando con los demás participantes. Puede que la historia cambie ¡y eso es fantástico! Así podrán ponerse en una situación que les llama la atención para recrear en su vida, acentuando algún aspecto que les llame la atención y sacar de este modo aquello que no se atreven a expresar desde su “yo” real, o que gracias a utilizar otro rol pueden encontrarle la forma de comprenderse mejor, y entre todos, encontrar la solución o simplemente disfrutar de la sensación de sentirse libres de juicios para comunicarse desde sus emociones sentidas en ese contexto recreado. Todo tiene que ver con algo que ya está guardado dentro de forma más o menos consciente.
- Dibujar sobre piedras que recojáis de la playa, o el rio, o de un parque. A partir de 6 años podéis expresar a través de las imágenes de un dibujo o una composición de color algo que lleváis dentro. O el mejor momento del día, un lugar favorito o algo que les gusta mucho. Si cada uno dibujáis más de una piedra podéis crear historias desde lo que representa cada una, la historia que lleva esa piedra con cada dibujo, haciendo una asociación de historias de una a otra. Será entretenido, creativo y terapéutico, como todo lo que se hace con las manos en conexión con las sensaciones internas.
- Asociación de palabras encadenadas. Para mejorar y ampliar vocabulario, para fomentar la creatividad, para divertirse toda la familia, a partir de 8 años será más sencillo crear este juego de palabras encadenadas en las que quien empieza diciendo una palabra al azar da la orientación para iniciar el juego. Por turnos, el siguiente deberá decir una palabra que comience por la última sílaba de la palabra anterior. Por ejemplo, si alguien dijo “mesa”, el siguiente turno deberá decir una palabra que comience por la sílaba “sa”… ¿sapo?. Estas palabras escogidas a veces tienen que ver con lo que se está pensando, aunque vengan guiadas por la palabra anterior ¡será divertido y os dará mucha orientación!
- ¿Quién vive aquí? Un juego para recorrer el cuerpo y proyectar desde las sensaciones. Uno puede señalar un lugar del cuerpo de la otra persona, por ejemplo el pie, y preguntarle quien vive ahí, y qué es lo que hace. Podrá decir lo que se le ocurra, y si ayudamos a tomarse su tiempo para poner la atención en esa parte del cuerpo, le estamos ayudando enormemente a tomar conciencia de cómo está esa parte de su cuerpo, cómo la siente, para qué le sirve y focalizar la atención. Aquello que llegue a expresar será el producto de su percepción de cada parte de su cuerpo, apreciando sus sensaciones y cómo le sirve en general para que su cuerpo funcione.
- Escultores de estatuas. Para todas las edades. Podéis ser escultores de cada miembro de la familia, haciendo preguntas a cada uno qué personaje es, qué está haciendo en ese momento, cómo se siente, qué está mirando, qué está pensando en ese momento… todo lo que os ayude a tener las pistas necesarias para crear de forma fiel esa escultura a la perfección del protagonista de la obra de arte ¡todos sois artistas!
Y si se te ocurren más juegos, podemos seguir compartiendo. ¡Todo es expresar!