Solo hay que ir a un restaurante a comer un sábado para ver cómo esto se ha convertido en algo habitual: niños comiendo con el móvil o las tabletas. Sí, es entendible, los padres necesitamos un rato de paz, de conversación con nuestra pareja o amigos, y nuestro hijo no aguanta dos horas sentado en una silla sin moverse. Cuando ha llorado ya un par de veces, le damos el móvil, que sabemos que le calma, y todos tranquilos. Esta situación no solo ocurre cuando salimos a comer a restaurantes, también recurrimos al móvil o la tableta en casa, cuando nuestro hijo no quiere comer. En ambos casos, hemos solucionado el problema a corto plazo, pero ¿qué consecuencias tiene esta práctica a largo plazo?
Consecuencias de que nuestros hijos coman con el móvil o la tableta
Aunque en muchas familias, el móvil o la tableta se han convertido en un comensal más en sus mesas, esta práctica tiene consecuencias que deberíamos conocer. Las repasamos con la ayuda del psicólogo Rafa Guerrero y la psicóloga Úrsula Perona.
1.Estamos anestesiando emocionalmente a nuestros hijos
Las madres y madres, en muchas ocaciones, utilizamos los móviles, las tabletas y también la televisión, como “chupetes emocionales”. Así lo explica el psicólogo Rafa Guerrero:“Creemos, de manera bien intencionada e inconscientemente, que dándole a nuestro hijo el móvil para no prolongar más su rabieta o tristeza, le estamos haciendo un gran favor. Y desde luego que no es así. Si cada vez que tiene un mal día o siente una emoción desagradable, le doy el móvil o la tableta, le estoy anestesiando emocionalmente. Estamos perdido una gran oportunidad para que conecte con lo desagradable que es sentir miedo o tristeza, o incluso aburrirse y desarrolle elementos internos para calmarse”.
Rafa relaciona la calma que le proporcionamos a nuestros hijos con elementos externos, en este caso los dispositivos, con la adicción. Si nuestros hijos no aprender a calmarse por sí mismos, siempre buscarán la calma fuera, en otros elementos, que en este ejemplo puede ser un dispositivo, pero mañana podrían ser las drogas, la comida…
2. Aumentamos las posibilidades de que sufran obesidad
Aunque pueda parecer que no tiene relación alguna, la psicóloga Úrsula Perona nos alerta de que “si comemos con la televisión o el teléfono, somos menos conscientes de nuestras sensaciones de saciedad, y puede que ingiramos alimentos de forma automática, sin prestar atención a si realmente seguimos teniendo hambre. Comemos sin consciencia. Así que su uso durante las comidas está relacionado con el sobrepeso”. Por otro lado, sobretodo en los más pequeños, puede tener el efecto contrario, que se distraigan y no coman. En cualquier caso, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria(AEPap), en su Décalogo de una alimentación sana, desaconseja explícitamente que se use la tecnología mientras los niños comen.
3. Dinamitamos la comunicación en familia
“Comer es un acto social, no se trata meramente de ingerir alimentos. Es una ocasión para dialogar, para compartir, para recibir y dar apoyo, para aprender y para enseñar. Si usamos la tecnología, perdemos todas estas oportunidades. El móvil nos aísla totalmente de las personas con las que estamos. Mientras miramos el teléfono, perdemos la posibilidad de interactuar con los demás” nos recuerda Úrsula.
Pensémoslo, en el ajetreado ritmo que llevamos, a menudo la comida o la cena son el único momento que tenemos para pasar tiempo de calidad con los nuestros. Si permitimos el uso del móvil, perdemos esta oportunidad. Entorpece la comunicación, la conexión emocional, y las relaciones afectivas.
Consejos para conseguir que nuestros hijos no coman con el móvil
Muchas madres y padres se quejan de que sus hijos solo comen si tienen un móvil o una tableta delante y, que aunque les gustaría cambiar la situación, no saben cómo hacerlo. ¿Y su pruebas con estos 4 consejos?
1. Empatiza con tu hijo
¿Un niño de 2 años es capaz de permanecer 2 horas sentado en una silla, sin moverse? Eso es lo que pretendemos muchas veces las madres y padres cuándo salimos a comer a un restaurante con nuestros hijos pequeños. Pero es imposible. Un niño tan pequeño necesita moverse libremente, investigar todos los estímulos que le llegan de su alrededor… Por tanto, el primer paso es empatizar con nuestros hijos y entender que es imposible que permanezcan “inmóviles” durante dos horas, mientras nosotros disfrutamos de una comida en calma y tranquilidad. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? Comer en menos tiempo y después ir a un parque o a una zona abierta donde nuestro hijo pueda correr, jugar… A veces, la mejor forma de evitar una rabieta es adelantarnos a la situación. Si sabemos que a los 60 minutos nuestro hijo está que “se sube por las paredes”, evitemos comidas más largas.
2. Establece normas claras
Si de verdad quieres que en casa se coma sin dispositivos tecnológicos, pon una norma que así lo establezca. “Las normas, para que nuestros hijos las cumplan, tienen que estar claras y cumplirse siempre. Si hacemos excepciones, nuestros hijos no sabrán qué día pueden usar la tablet y qué días no, y la pedirán todos los días. Cuando no se la demos, se enfadarán”, nos recuerda la fundadora de la escuela de familias ‘Relájate y educa’ Amaya de Miguel. Por tanto, normas claras y firmes. “De nada sirve que un día que nos venga bien darle la tablet porque tengo prisa, se la de. La norma habrá perdido valor y nuestros hijos no sabrán a qué mapa atenerse”.
3. Da ejemplo
En muchas ocasiones, se trata de cambiar un hábito familiar, no sólo del niño. Probablemente toda la familia tenga esa costumbre. Si no cambiamos el hábito en casa, será difícil exigírselo solo al niño. Por tanto, somos nosotros los primeros que tenemos que cumplir la norma de no utilizar el móvil durante la comida, y dar ejemplo.
4. Convierte la comida en un momento agradable
Si durante la comida estamos tensos, no hablamos, solo les regañamos porque no se terminan la comida del plato, el “momento comida” se convertirá en un calvario para nuestros hijos. Y queremos justo lo contrario, eliminar los dispositivos tecnológicos para pasar un buen rato en familia.