Muchas madres y padres nos quejamos de que nuestros hijos se pasan el día mirando la pantalla, hipnotizados con los contenidos que les proporcionan las redes sociales. Pero pocas veces nos cuestionamos nuestro propio comportamiento con el móvil, especialmente el que llevamos a cabo delante de ellos.
Aunque no reparemos demasiado en ello, es habitual que tratemos de mantener una conversación con nuestros hijos mientras contestamos un mensaje de WhatsApp. Que mientras vemos la televisión nos asalte la necesidad de comprobar si tenemos novedades en el móvil o que contestemos correos del trabajo al llegar a casa. Esto debería llevarnos a reflexionar: ¿Estamos disfrutando del presente? Y, por supuesto, ¿qué están aprendiendo nuestros hijos?
Cuando estamos inmersos en nuestro móvil, no estamos presentes
Marian Rojas Estapé, conocida psiquiatra y escritora, explica que “empiezan a surgir estudios que demuestran que, cuando estamos con nuestros hijos y tenemos el teléfono delante, ellos perciben sensación de abandono. Perciben que no son lo más importante, que hay otra prioridad”.
Por eso, Marian hace hincapié en que “hay pocos piropos en esta vida como el de cuando estás con esa persona, el mundo se para, porque toda su atención la tiene puesta en ti”.
Fernando Botella, experto en talento y liderazgo, nos contaba esto en uno de nuestros eventos: “Yo tengo un amigo que quedamos en un sitio, llego yo primero, y entonces le llamo y le digo: ¿dónde estás? Y él me dice: yo también estoy aquí ya. Y le respondo: pues no te veo. A lo que él contesta: no, es que estoy aparcando”. “¡Pues si estás aparcando no has llegado!”, apunta Fernando, y añade: “Hay muchos padres que están en su casa con sus hijos, han venido del trabajo hace 1 hora, ¡pero no han llegado!”.
El coste de oportunidad de las pantallas
El coste de oportunidad se define como el coste de la alternativa a la que renunciamos cuando tomamos una decisión o llevamos a cabo una acción determinada. Es decir, si hacemos X, tenemos que dejar de hacer Y.
Respecto a esto, la pedagoga Mar Romera nos lanza una pregunta: “¿Cuánto tiempo gastan las redes sociales en nuestra vida? Las hemos metido sin sacar nada, así que algo falta. Podría estar con mis hijos mientras subo fotos a Instagram (que encima las subo de mis hijos). En el momento de la mayor comunicación mundial, vivimos la mayor incomunicación en casa, en los grupos de iguales… Necesitamos tiempo para pasear, para observar la naturaleza, tiempo para llorar, y estas lágrimas tienen que ser en familia”.
Educar en el buen uso de la tecnología desde el ejemplo
Por supuesto, otra de las cuestiones que no podemos pasar por alto es el ejemplo que estamos dando a nuestros hijos e hijas cuando abusamos de las pantallas o las priorizamos a los momentos en familia. Y es que nuestros hijos nos observan incluso cuando pensamos que no lo hacen, y por supuesto, nos aprenden.
Nosotros, madres y padres, somos el referente de nuestros hijos. Por lo tanto, ¿qué queremos enseñarles: a disfrutar del presente o a estar a mil cosas a la vez pero a ninguna de ellas de verdad?
Por eso es necesario que reflexionemos sobre las incoherencias en la que muchas veces incurrimos como madres y padres. Como dice Víctor Küppers, “a veces somos incoherentes. Queremos mucho a nuestros hijos, queremos que sean de una manera, pero no dedicamos tiempo y esfuerzo a ayudarles, a transmitirles, a hablar con ellos…”.
Por lo tanto, si queremos dar ejemplo a nuestros hijos, fomentar un clima de confianza y comunicación, evitar los efectos de la sobreestimulación y enseñarles a disfrutar del presente, no vale simplemente con estar físicamente. Debemos estar presentes de verdad. “A ver si no vas a querer que a tus hijos les falte de nada, y les estás faltando tú”.
Claves para que los móviles no nos roben el presente
Marian Rojas nos recomendó en esta ponencia poner en práctica estas pautas cuando lleguemos a casa:
- Quitar las notificaciones del teléfono: somos nosotros los que dominamos nuestros dispositivos, y no al revés. Esto nuestros hijos lo van a ver y ya sabemos la importancia que tiene el ejemplo: no podemos pretender que hagan cosas que nosotros no hacemos.
- Disminuir el uso de la red social más activa: de esta manera le vamos a poder explicar a nuestros hijos el efecto de “abstinencia”, cómo nos sentimos. “Y nada une tanto a los hijos y padres como cuando compartimos experiencias sobre cosas que nos preocupa”, afirma Marian.
- Modo avión: Por último, Marian concluye que es necesario que “nuestros hijos noten que, cuando estamos con ellos, solo nos importan ellos. Que somos capaces de bloquear el resto, porque ellos son lo más importante de nuestra vida”.