Las redes sociales se han convertido en el nuevo lugar favorito de nuestros hijos, lo que en nuestra época hubiera sido el local de moda. ¿Sabemos lo que hacen allí, los peligros a los que se exponen teniendo en cuenta que Internet es una ventana abierta al mundo, sin filtros?
De esto hablará la docente, bloguera y autora del libro “Redes sociales y menores. Guía práctica” María Lázaro en nuestro próximo evento el próximo 13 de noviembre en el Teatro Lope de Vega (Madrid). Hablamos con ella para que nos de un adelanto de lo que contará en su ponencia.
- ¿Conocemos los padres realmente cómo es el nuevo lugar favorito de nuestros hijos, las redes sociales?
Creo que no se puede hablar de padres, madres o familias en general, como si fuera un colectivo homogéneo, porque no es así. Hay padres y madres que desconocen en qué redes sociales están sus hijos, o qué contenidos consumen o publican sus hijos en redes sociales, porque perciben la tecnología como una barrera de entrada y acceso, o consideran que sus hijos son “nativos digitales” que ya lo saben todo y no es necesario supervisarles ni acompañarles ni pueden tampoco enseñarles nada, o simplemente no les interesan las redes sociales. Hay también familias que sí se involucran, exploran con sus hijos las redes sociales y las aplicaciones móviles, comparten ideas con ellos. Y, sobre todo, hay cada vez más familias preocupadas por el impacto y las consecuencias del uso de las redes sociales, sobre todo en las últimas semanas, a raíz de las filtraciones de estudios internos de Facebook que indican que redes sociales como Instagram tienen un efecto negativo en la salud mental de niños y adolescentes. En cualquier caso, yo recomendaría a los padres y madres que se abran ellos mismos un perfil en las redes sociales en las que están sus hijos, aunque no tengan intención de usarlo, aunque sea con un nombre o foto falsa, pero para así ver y comprobar de primera mano cuál es la dinámica y qué contenidos se comparten en ella. Y, también, que se interesen por el tiempo que sus hijos dedican a las redes sociales y lo que en ellas hacen, para conocer mejor, no solo a estas plataformas tecnológicas, sino también a sus hijos, y orientarles adecuadamente.
- ¿Qué es lo que más nos debería preocupar de lo que se pueden encontrar allí?
Generalmente, lo que más preocupa son los contenidos inadecuados que pueden circular por las redes sociales relacionados con sexting, pornografía, acoso escolar y también con trastornos de la alimentación o retos virales peligrosos para la salud. También, la posibilidad de que contacten con desconocidos (normalmente adultos) que se hagan pasar por quienes no son, y la relación online derive en abuso hacia el menor. Pero además debería preocuparnos cómo la información que reciben a través de las redes sociales puede distorsionar su percepción de la realidad, no olvidemos que los adolescentes y jóvenes se informan principalmente a través de redes sociales, y que éstas tienden a favorecer la polarización y los extremismos. También debería preocuparnos que lo que ven en redes sociales les hagan creer que las pautas de comportamiento y respeto pueden ser diferentes en el entorno online y en el offline, y que por el hecho de haber una pantalla por medio, pueden saltarse libremente las normas de convivencia más básicas.
- Estamos haciendo bien nuestro papel, les estamos educando en un uso responsable?
Solemos centrarnos más en la prevención de los riesgos que en la educación en un uso positivo y responsable. Le damos más importancia a alertar sobre los posibles daños que a potenciar las oportunidades que pueden proporcionar. Tendemos a prohibir o a decir qué no hay que hacer, en lugar de orientar sobre cómo aprovecharlas, por ejemplo, para potenciar la creatividad. Nos ocupamos más de controlar, en lugar de acompañarles e involucrarnos con nuestros hijos en las actividades que desarrollan.
- Los niños tienen su primer móvil cada vez a edades más tempranas, ¿están preparados?
Cada niño es diferente, no hay una edad mínima para el uso del móvil. Lo que no tiene sentido es darle un teléfono móvil pensando que porque ya sabe cómo activar y pulsar las teclas y las apps, ya sabe también hacer un uso correcto del móvil. Hay que acordar con él unas normas, llegar a un pacto que incluya, por ejemplo, que no se puede descargar ninguna app sin pedir permiso, ni abrirse una cuenta en una red social sin la compañía de los padres, que el móvil se deja fuera de la habitación al ir a dormir y fuera de la mesa en las comidas, cenas y demás, acordar tiempos de uso y qué se puede o no hacer con el móvil. El móvil no debe considerarse ni un premio ni un castigo, hay que hacerle ver al menor que no es un juguete, que sirve para muchas cosas, no solo para consumir contenidos de forma pasiva, y que además no es suyo, porque si tiene un móvil, es porque hay un adulto que se lo ha comprado y paga también la tarifa de datos o la conexión wifi. En muchas ocasiones quienes no están preparados para tener un móvil a una edad temprana no son solo los hijos, sino también los padres.
- Tenemos que velar por la seguridad de nuestros hijos, pero ¿cómo podemos supervisar lo que hacen en las redes, en Internet sin caer en el espionaje?
La base es la confianza. Pero para eso es necesario cultivar la confianza en todos los ámbitos, no solo en el online o en redes sociales, y desde muy pequeños. Y también el respeto. Que ellos sepan que no les vamos a espiar, pero que si les pedimos que nos enseñen qué están haciendo, publicando o enviando en redes sociales, nos lo deben mostrar. Que tengan claro también que si tienen algún problema, nos pueden pedir ayuda porque no les vamos a culpabilizar ni a regañar, sino a ayudar de verdad.
- Hace unos días era noticia El juego del calamar. Muchos padres se quejan de que, aunque en casa no les dejan verlo, lo ven fuera. ¿Tenemos realmente el control de los contenidos que consumen nuestros hijos o, como se suele decir, no se pueden poner puertas al campo?
Es muy difícil controlar los contenidos que consumen nuestros hijos, porque lo que no ven en casa, lo pueden ver en la de un amigo, o con el móvil del amigo. Por el mismo motivo, los controles parentales tecnológicos no son la solución perfecta: se los pueden saltar. Creo que más que prohibirles ver algo, lo importante es hacerles reflexionar sobre lo que quieren ver, y por qué quieren verlo. Que piensen y sean conscientes sobre qué mensajes les transmiten esos contenidos, y por qué deberían rechazarlos. Despertarles el pensamiento crítico del que tanto se habla, para que empiecen a cuestionarse los contenidos que consumen, en lugar de ser espectadores pasivos.
No te quedes sin tu entrada, consíguela aquí.