Las matemáticas son una de las asignaturas que más dificultades presenta en el alumnado. Los datos lo confirman: el 73% del alumnado tiene alguna complicación con esta asignatura.
Como padres y madres sabemos la importancia de esta asignatura, y nos preocupa y nos genera inquietud que a nuestro hijo o hija les genere miedo o estrés, ya que no solo las matemáticas les van a acercar al conocimiento científico y a empleos del futuro relacionados con las materias STEM, sino que también les aporta otras habilidades y actitudes para la vida. Por ejemplo, la concentración, la comprensión, la capacidad para resolver problemas, el pensamiento crítico y analítico, la creatividad o la abstracción, así como otros valores como la responsabilidad, la perseverancia, la confianza en sí mismo o la cultura del esfuerzo.
¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo para que no tema las matemáticas, sino que disfrute aprendiéndolas? Marina García, coordinadora de Kumon, nos dio unas claves en este webinar para que los niños y niñas se diviertan y aprendan con las matemáticas.
Ayúdale a entender que aprender es genial
“A todos los niños les encanta aprender. El problema es que a veces confundimos aprender con estudiar o trabajar”, señala Marina. Aunque a los niños les cueste estudiar, les encanta aprender. Aprender les hace sentirse capaces y poderosos, y para ellos eso es muy gratificante. “Es normal que prefiera jugar a los videojuegos antes que estudiar matemáticas, pero esto no significa que no le guste aprender matemáticas”, agrega.
Aprender con el reto y el esfuerzo adecuado
A todos los niños les gusta aprender, sí, siempre y cuando se les proporcione el contexto y los retos adecuados. No podemos querer que un niño disfrute con las matemáticas si se le pone un reto mayor al que puede abarcar.
Por eso, hay que conocer las fortalezas y las oportunidades del niño en torno a cualquier enseñanza, ya sean las matemáticas u otras asignaturas. Marina señala que es recomendable que los padres y madres se reúnan con el tutor para conocer las fortalezas y las habilidades de los niños, y para que se puedan valorar sus esfuerzos de una manera justa y proporcionada. Y es que hay niños que necesitan conocer conceptos de forma más lenta y hay otros que necesitan conocer conceptos que son más avanzados. Se debe ser según su capacidad, no debe ser según el curso escolar en el que se encuentran.
Evitar que los exámenes se conviertan en un juicio hacia su inteligencia
Si los niños conciben los exámenes como un juicio a lo inteligentes o no inteligentes que son, les va a influir mucho en su relación con los exámenes. El lenguaje con el que nos comunicamos va a condicionar también su relación. Cuando les decimos “Qué listo eres porque has sacado un 8”, para un futuro nuestro hijo entenderá que si no llega a esa nota, no es listo. Hay que desterrar este uso del verbo ser porque cuando les decimos “eres un vago porque has sacado un 4”, los niños y niñas entienden que es algo característico de ellos, que son vagos por naturaleza y que no pueden cambiar esa condición. De esta manera, los niños entienden que las asignaturas en las que momentáneamente sacan un suspenso, no son para ellos.
En vez usar calificativos, podemos decirles: “Has sacado un 8, ¡te has esforzado un montón!”. Los niños entenderán que gracias al esfuerzo que hacen consiguen mejores resultados.
El examen debería ser una herramienta más de aprendizaje
Debemos intentar que entiendan que los exámenes no solo son notas que juzgan la inteligencia de un alumno, sino que son herramientas de las que podemos aprovecharnos para aprender, ya que de todos los errores que se cometen, se puede aprender.
Practicar
Marina cuenta que todos los niños pueden obtener buenos resultados si practican lo suficiente de forma constante, siempre adecuado a cada situación del niño y dependiendo de su aprendizaje.
Material y los recursos didácticos adecuados para practicar
Debemos proporcionarles a los niños y a las niñas el material adecuado según su nivel en ese momento. Puede que sea material de años escolares anteriores o de años futuros. No pasa nada, lo importante es que se adecue a ellos y puedan aprender poco a poco.
Planificación
Marina recomienda que todos los días se practique un ratito las matemáticas. Los niños deben conocer esta planificación para que no vayan desmotivados cuando escuchan: “¡a hacer los deberes!”. Si nuestros hijos ya son mayores, la planificación debe estar consensuada si son mayores y debe ser proporcionada.
Se puede aprender a aprender
Si queremos que las matemáticas, además de enseñarles a hacer cuentas, les ayuden a desarrollar sus habilidades y actitudes, no debemos resolverles todos los problemas que tengan, porque entonces ellos no estarán fomentando su pensamiento crítico y no estarán comprendiendo la materia. Nuestra ayuda debe potenciar sus habilidades y su razonamiento. Por ejemplo, si tienen un ejercicio que no saben hacer, podemos comentarles si tienen algún ejemplo parecido para que lo tomen como modelo o que revisen otra vez sus apuntes.
Confianza en los profesionales de la educación
Debemos confiar en la función que hacen los profesores. Para seguir el progreso de nuestros hijos, es recomendable hablar con ellos y dejarnos asesorar.