Acoso escolar online, adultos que se hacen pasar por menores para embaucarles y después extorsionarles, o difusión de imágenes de contenido sexual sin consentimiento son algunos de los peligros a los que se exponen nuestros hijos e hijas cuando navegan por Internet y las redes sociales.
Se trata, además, de una problemática en constante aumento. En España, el «Estudio sobre cibercriminalidad» del Ministerio del Interior muestra que cada día, al menos seis menores de edad (o más bien, sus padres o madres), formalizan una denuncia por un ciberdelito. Eso cuando se animan a denunciar, algo que no siempre ocurre. Ante este panorama, las madres y padres debemos estar alerta.
¿Existe un perfil de cibervíctima?
La docente y experta en redes sociales María Lázaro nos dice que “no existe un perfil único de cibervíctima, pero entre los menores sí hay un claro sesgo: el género marca la diferencia. Ellas (las niñas y las adolescentes) son en mayor medida la diana de la violencia online. En concreto, el 65 % de las víctimas son mujeres”. Amenazas, coacciones y agresiones de carácter sexual a través de medios online son los principales ataques que reciben. Desde que se inicia la violencia hasta que sale a la luz, el proceso suele ser largo. El miedo, la vergüenza o, incluso, el sentimiento de culpa ejercende freno para que el niño, niña o adolescente pida ayuda.
¿Cómo detectarlo antes de que sea demasiado tarde?
Maria nos menciona algunas señales:
- Repentinos cambios de comportamiento en el menor, es decir, que de repente muestre ansiedad o tristeza.
- También que cambie sus hábitos de alimentación como, por ejemplo, que empiece a comer a deshoras o no coma lo que antes le encantaba.
- Si empieza a querer aislarse de todo y de todos, incluso si no quiere conectarse a Internet o al móvil, si cambia de amigos o de rutinas, deberíamos preocuparnos.
- Otra señal de alarma es que comience a quejarse de dolores de cabeza o estómago sin motivo aparente, o que detectemos lesiones físicas o heridas para las que no hay explicación. Suele ir acompañado de descenso en el rendimiento escolar, falta de concentración y repentinos cambios de humor, con un aumento de los enfados o actitudes agresivas.
Ciberbullying
En España, uno de cada cinco niños y adolescentes de entre 5 y 18 años afirma haber sido víctima de acoso escolar o bullying en 2021. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que el acoso escolar se realiza principalmente cara a cara, no online: el ciberbullying es la forma menos frecuente de acoso. Lo que ocurre, como nos dice María, “es que la experiencia de violencia es mayor en el ciberbullying, ya que el acoso se produce las 24 horas del día sin necesidad de que el acosador esté presente y, además, ante un público infinito debido a la capacidad de viralización del acoso”.
Gro0mming
Una circunstancia diferente son los casos de grooming, es decir, cuando un adulto entabla contacto con un menor a través de redes sociales y de Internet, aparentando generalmente ser alguien de su edad, para ganarse su confianza. “Va conociendo sus gustos y aficiones y le convence de que es mejor que nadie conozca su relación. Poco a poco va consiguiendo confesiones íntimas, hasta que le pide que se grabe un vídeo o se saque una foto de contenido sexual y, a partir de ahí, comienzan las amenazas, las coacciones y las humillaciones”, nos alerta María. Es importante tener en cuenta que la edad media de las víctimas de grooming en España es de 15 años. Uno de cada cinco adolescentes de 16 años reconoce haber caído en esta trampa. Es precisamente en la adolescencia cuando aumenta la autoconfianza y disminuye la percepción del riesgo.
Sexting
Otro de los riesgos que más suelen preocuparnos a las madres y padres es la difusión de imágenes de contenido sexual sin consentimiento. En España, la media de edad a la que chicos y chicas empiezan a intercambiar contenidos de carácter erótico y sexual está entre los 15 y los 16 años, aunque en muchos casos esta edad es incluso inferior. Es lo que se conoce como sexting, el cual no es delito siempre y cuando ese intercambio de contenido sexual sea libre y voluntario por quien lo envía y lo recibe.
“No es un delito, pero es una actividad muy arriesgada que deriva fácilmente en violencia viral, humillación y acoso online, porque una vez se envía ese contenido, se pierde el control sobre él y es muy fácil que acabe difundido a los cuatro vientos. La mayoría de las veces porque, simplemente, la persona en quien se depositó la confianza no lo merecía. Y, en ocasiones, porque la confianza se transforma en venganza y las imágenes de contenido sexual se convierten en arma para la revancha”, nos alerta María. Por eso, es importante transmitir a nuestro hijo e hija que el sexting cien por cien seguro no existe. Lo ideal sería que no enviara imágenes explícitas, pero si lo va a hacer, que tome precauciones para que no se le pueda reconocer de ninguna manera.
En el curso gratuito que hemos elaborado junto a Orange: “Redes Sociales para padres y madres”, María Lázaro nos cuenta cómo potenciar este uso creativo de las redes sociales.