Educar es cansado, retador, una gran responsabilidad y una labor con gran repercusión en el futuro de la sociedad. Como dice Mar Romera, la paternidad y la maternidad “es la mayor experiencia de trascendencia del ser humano”, pero eso no implica que no podamos disfrutar y hacerlo divertido.
Educar jugando no solo es posible, sino que además el juego es un gran aliado para crear conexión, fomentar el trabajo en equipo, disfrutar y relajarnos. Así nos lo cuenta en nuestra plataforma Patricia Ramírez, psicóloga deportiva.
¿Cómo consigue Patricia que sus hijos se vistan y desayunen a tiempo por las mañanas? No lo hace repitiendo mil veces lo que tienen que hacer, sino jugando.
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Menospreciamos el juego
Como señala Patricia, “tenemos infravalorado el juego porque lo asociamos a la irresponsabilidad, pero nada más lejos de la realidad: el juego es un método de aprendizaje que permite adquirir conocimientos en un ambiente relajado”. Asegura esta experta que “todo lo que se aprende jugando se retiene y reproduce mejor”. Pero es que hay más, el juego es una habilidad que solo tienen las especies más evolucionadas, “aquellas especies más inteligentes son las que utilizan más el juego”
Lo cierto es que pocos padres o madres pensaremos en el juego como una manera de conseguir la colaboración de nuestros hijos, porque, como dice Patricia, “fuimos educados en el ‘aquí mando yo’ y eso es lo que conocemos”. Patricia señala que ahora “los tiempos han cambiado y lo que antes valía ahora no funciona, porque el autoritarismo tiene consecuencias como la pérdida de confianza” por parte de nuestros hijos.
Beneficios del juego. Educar jugando.
Cuando jugamos, nos relajamos, sonreímos, no nos sentimos evaluados, perdemos el sentido al ridículo, somos más creativos y nos enfocamos en soluciones o enfoques que de otro modo no habríamos visto. Subraya Patricia Ramírez Loeffler que es “más fácil solucionar problemas jugando que de otra manera”. El juego nos ayuda a segregar endorfinas, “que disminuyen la ansiedad, calman el dolor, mejoran el estado anímico y fortalece nuestro sistema inmune”, resalta la psicóloga.
El juego, aliado para establecer normas
Gracias al juego podemos conseguir, por ejemplo, que nuestros hijos se duchen en tiempo récord, apuntando sus tiempos como si de una competición se tratara, que nuestros hijos coman como príncipes, queriendo emular buenos modales en la mesa, que queramos batir nuestro récord del día anterior para recoger los juguetes o que se laven los dientes y luego pasen una inspección con lupa para ver si han vencido a la suciedad.
Algunas claves para educar jugando
1.- Entender que el objetivo más importante de educar es conectar con nuestros hijos y no ejercer el aquí mando yo. Visto así, dejaremos de menospreciar el juego y lo entenderemos como un perfecto aliado para educar, porque el juego nos conecta con nuestros hijos mucho más que los sermones o las amenazas.
2.- Traducir lo que quieres conseguir en un juego que pueda interesar a tus hijos. Por ejemplo, si les gusta correr y ser más rápidos, podrías hacer juegos de rapidez para ordenar los juguetes. Si en cambio les gusta más clasificar, podrías animarle a recoger los juguetes por clases o colores.
3.- Apostar por juegos de cooperación y que compitan contra sí mismos y no contra sus hermanos. Será mejor apostar por batir el récord familiar a la hora de salir de casa por las mañanas que comparar si un hermano ha tardado menos que otro.
4.- Explorar con los expertos (es decir, nuestros hijos) cómo jugar para conseguir su colaboración. Como apunta Álvaro Bilbao, “nuestros hijos son tremendamente creativos“. Por eso, ellos son capaces de traducir en juego cualquier actividad y podemos acordar con ellos cómo hacer esa traducción. Seguro que las batallas mañaneras se convierten en oportunidades para jugar.
5.- Darle mucho peso al juego en vuestra vida familiar. Dejarse llevar por la diversión y la creatividad que se fomentan con el juego nos aporta conexión, relax y salud.