Vivimos en una sociedad de consumo, que favorece la compra de productos que pronto quedan obsoletos porque aparecen productos más modernos, más completos, más apetitosos… Es sin duda el caldo de cultivo de un deseo insaciable de comprar la última novedad, el juguete más guay, la ropa más molona, el móvil más moderno, la consola más reciente, etc.
Y para padres, madres y educadores supone un reto educar a los niños y adolescentes en este contexto, para que no se dejen llevar por esta espiral. Reflexionamos sobre las implicaciones de este consumismo en nuestros hijos y las claves para educar a nuestros hijos para un consumo responsable y consciente.
El contexto consumista
Acaba de terminar la Navidad, que podríamos considerar una etapa de excesos (comidas opulentas, paquetes de regalos que no caben en casa, compras y más compras y un gasto medio por hogar en España de 252 euros en regalos) y enlazamos con las rebajas (con un gasto medio de 97 euros por persona).
Y por mucho que nos pueda gustar ir de compras, lo cierto es que este contexto consumista no parece especialmente positivo para educar y para ayudar a nuestros hijos a llevar una vida más plena y satisfactoria. Estos son algunos de los principales peligros:
1.-El consumismo nos puede llevar a confundir el tener con el ser, como nos recuerdan en CEAPA. La publicidad nos anima a entender que si nos compramos tal coche seremos poderosos, si nos compramos tal perfume seremos mucho más atractivos, si tenemos tal móvil nuestra vida será mucho más completa… Y esto nos produce una insatisfacción permanente y nos hace entender que gracias a la compra de los productos llevaremos vidas más satisfactorias y plenas. Buscamos nuestra realización como personas en bienes externos en lugar de en nosotros mismos.
2.-El consumismo puede llevar a padres, madres e hijos a confundir afecto con la compra de bienes materiales. Por eso es importante subrayar que según un estudio de Imaginarium Juego y felicidad en la infancia, “lo que más felices hace a los niños es estar con su familia compartiendo actividades y divirtiéndose con los juegos que más les gusta”.
3.-El consumismo nos lleva a compararnos, a querer ser más que los demás, a competir en lugar de cooperar. Carlos Goñi y Pilar Guembe cuentan que en algunos contextos no estar a la última es motivo de acoso escolar. ¿Se te ocurre algún valor interesante que se fomente con el consumo desorbitado? Seguramente la respuesta sea no.
4.-El consumismo supone un peligro para el medio ambiente, pues la filosofía de “usar y tirar” y el círculo vicioso que consiste en comprar novedades que quedan obsoletas muy pronto y hace que queramos comprar más novedades genera muchísimos residuos y consume muchos recursos que se agotan.
5.-El consumismo fomenta la compra compulsiva, impide la compra consciente y no favorece el sentido crítico. Si obedecemos a los mensajes consumistas, necesitamos todo, no podemos seguir viviendo sin todos los productos que nos tratan de vender y nuestra vida será muchísimo mejor.
6.-El consumismo puede suponer un peligro para nuestra economía. Comprar compulsivamente nos puede llevar a adquirir productos que no teníamos previsto, comprar cosas que no vamos a utilizar o gastarnos más dinero del que tenemos disponible.
7.-El consumismo puede ser adictivo. Buscamos satisfacer nuestras necesidades de una manera equivocada o evadirnos comprando o adquiriendo productos. Y esto es un peligroso caldo de cultivo que puede llevar a nuestros hijos a buscar su felicidad en productos o incluso sustancias externas.
Educar para el consumo responsable
Es posible educar a nuestros hijos para salir de este contexto consumista y fomentar el consumo responsable y consciente. He aquí algunas claves para conseguirlo:
1.-Dar ejemplo: Si nuestros hijos ven que no compramos impulsivamente e impacientemente, sino que reflexionamos antes de comprar, educamos en valores como la solidaridad, la generosidad, y no sustituimos el afecto con bienes materiales, estaremos educando con el ejemplo.
2.-Planificar las compras y esperar: En su ponencia viral, Álvaro Bilbao nos contó que “no estamos acostumbrando a nuestros hijos a esperar. Y esperar es muy importante”. En un contexto en el que cualquier producto está a golpe de un click, es difícil esperar para conseguir el producto que se desea. Por eso, es interesante que planifiquemos con nuestros hijos qué productos les hacen falta y no fomentemos que lo tengan enseguida.
3.-Elegir y no acumular: En uno de los vídeos de nuestra plataforma, Fernando Botella nos anima a educar a nuestros hijos para elegir y priorizar en lugar de animarles a acumular, acumular y acumular. Esto es aún más importante en el caso de la compra de productos. Si disponemos de un presupuesto limitado, es mejor ayudar a nuestros hijos a decidir en qué gastarlo en lugar de ir a por todas.
4.-Entender que las más importantes necesidades no se satisfacen comprando: Como nos decía Mar Romera en su última ponencia, un hijo “solo te necesita a ti, necesita ser llorado, amado”. Pasar tiempo juntos es el mejor regalo para nuestros hijos y para su educación como personas autónomas, responsables, con sentido crítico.
5.-Fomentar el pensamiento crítico. Nuestros hijos van a recibir a lo largo de su vida muchos mensajes que les van a invitar a consumir como si no hubiera un mañana. Por eso es importante animarles a analizar esos mensajes con sentido crítico, a entender que estos productos que nos publicitan como imprescindibles para su felicidad son superfluos y a entender las implicaciones del consumo desorbitado.
6.-Promover el autoconcepto y la autoestima para vacunarse contra la adicción a las cosas. Conocernos a nosotros mismos, saber qué nos hace sentir bien, querer superar retos, tener objetivos que alcanzar y querer ser mejores nos puede ayudar a salir de esta espiral consumista que nos hace confundir tener con ser.
7.-“Consumir cariño, sentido del humor, ganas de hacer bien las cosas, exigencia, alegría…”. Favorecer el ocio constructivo en familia, hacer que nuestra diversión familiar no se centre en exceso en ir a centros comerciales y, como dice Fernando Botella, coleccionar momentos y no cosas puede ayudar a contrarrestar el contexto consumista en el que vivimos.
Imagen de portada: Anna Dziubinska / Unsplash