Desde 2016, se celebra el 11 de febrero el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el principal de objetivo de visibilizar a las mujeres en materias científicas, romper con esos estereotipos y roles de género que sigue habiendo en torno a ellas y promover las vocaciones científicas de las niñas.
Los datos reflejan la necesidad de que exista este día: según la Unesco, solo el 30% de la población mundial femenina escoge carreras relacionadas con las ciencias, y dentro de este ámbito, solo un 3% se dedica a las tecnologías de la información y telecomunicaciones.
Si nos acercamos a nivel nacional, en las áreas de Ingeniería y Tecnología, solo un 25,4% son mujeres, a pesar de que el 56% de las estudiantes universitarias españolas son mujeres, según datos del último Informe de Científicas en Cifras del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Pero ¿por qué existe esta brecha de género en las materias científicas? Todo comienza desde que nuestros hijos e hijas son pequeños.
Autoestima y autoconcepto de las niñas en la ciencia
La autoestima y el autoconcepto que tienen los niños y niñas de sí mismos se empieza a forjar desde que son pequeños. “La autoestima se empieza a construir a partir de los 6 años. Hasta entonces, voy sumando todo lo que los adultos hablan de mí (eres un patoso, eres tal… ese soy yo)”, cuenta la psicóloga Begoña Ibarrola. Es decir, todos los comentarios que ha ido escuchando y recibiendo van forjando su concepto de sí mismos.
Comentarios, etiquetas, estereotipos, expectativas… En una sociedad en la que no se han roto los roles de género, seguimos asociando ciertas características a los niños y a las niñas. El uso de etiquetas hacia los niños como “Qué listo eres” y hacia las niñas como “Qué guapa os ha salido” inciden en la percepción que tienen las niñas sobre ellas mismas, sobre lo inteligentes que son, sobre la capacidad que tienen para afrontar las tareas o materias más complicadas y, para en un futuro, escoger una profesión. Los niños y niñas van asumiendo esas etiquetas y amoldan su forma de ser y conducta a ellas.
Diferentes estudios ponen de manifiesto cómo afectan los estereotipos y expectativas a las decisiones que toman en la vida los niños y niñas, entre ellas, escoger una profesión. La investigación ‘Gender Gap in STEM: A Cross-Sectional Study of Primary School Students’ Self-Perception and Test Anxiety in Mathematics’ señala que durante la escuela primaria, es más probable que las niñas experimenten una actitud negativa hacia las matemáticas que los niños . Asimismo, el estudio de la revista Science de 2017 ‘Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests‘ indica cómo las niñas se perciben a sí mismas como trabajadoras, pero no tan brillantes como sus compañeros chicos. A partir de los seis años, señala la investigación, las niñas comienzan a evitar actividades asociadas a niños “muy inteligentes”, limitando los intereses y sus opciones para crecer en diferentes ámbitos.
De esta forma, se siembra desde que son pequeñas la idea de que la ciencia no es para ellas: ni se consideran tan brillantes como ellos como para acceder a las carreras de ciencias y asocian que ese mundo no es para ellas, sino que es una vocación para hombres. “Efectivamente, es en la infancia cuando se adquieren los estereotipos de género, y es ahí cuando hay que incidir, para que las niñas consideren como opción cualquier carrera, sin pensar que algunas pertenecen al género masculino”, comenta Ana Freire, impulsora de Wisibilízalas, un concurso para romper con los roles de género y los estereotipos de género en el ámbito STEM.
“Son muchos los factores que inciden en que las chicas poco a poco vayan perdiendo la confianza en sí mismas y en que vayan pensando que no son buenas para estas profesiones. Van viendo que esto es un mundo de hombres y que no les apetece trabajar en él. Desconocen también muchas veces en qué consisten estas profesiones. El imaginario que tenemos de una persona que trabaja en ciencia y tecnología es muy limitado y sesgado, y esto hace que no sea llamativo para los jóvenes, sobre todo entre las chicas”, expone Mari Luz Guenaga, responsable del programa Inspira STEAM de la Universidad de Deusto, otro proyecto creado para fomentar la vocación científico-tecnológica entre las niñas.
Falta de mujeres referentes en ciencia y tecnología
Desde los libros de textos hasta en nuestro día a día: falta visibilizar el trabajo que han hecho y que hacen las mujeres científicas. “Las niñas apenas conocen mujeres profesionales en STEM que puedan inspirarlas a cursar carreras científico-tecnológicas”, indica Freire. Esta falta de referentes conlleva que las niñas no puedan verse reflejadas en otras mujeres que trabajan en profesiones científicas. Por eso, tanto desde Wisibilízalas como desde Inspira STEAM visibilizan y dan a conocer a los niños y niñas mujeres referentes del día a día que trabajan en los ámbitos científicos-tecnológicos.
Desde el proyecto Wisibilízalas, lanzan un concurso a diferentes escuelas para que el alumnado diseñe varias páginas webs en las que se den a conocer mujeres que se dedican a la ciencia y tecnología en nuestro día a día. “Antes del concurso, muchas de las participantes no son capaces de nombrar a 3 mujeres trabajando en STEM. Después del concurso, tienen una lista enorme, han descubierto profesiones nuevas y sus opciones de futuro se amplían”, cuenta Freire.
Por otro lado, desde Inspira STEAM acercan al alumnado de las escuelas, a través de sus mentoras -mujeres que trabajan en profesiones científicas-tecnológicas- la realidad de la mujer en la ciencia. Estas mentoras plantean a los chicos y chicas debates para que puedan reflexionar sobre los estereotipos y los roles de género que todavía imperan en estas carreras. “Lo que queremos es que reflexionen, que oigan ideas, que compartan y que deje el poso, que les vaya sonando, que vayan conociendo. Que no descarte otras opciones por ser niña”, señala Guenaga. Para este proyecto, las mentoras son esenciales, porque, aunque las mujeres científicas históricas son muy importantes para no borrar de la historia y la memoria sus hallazgos, lo que más cala en los niños y niñas es tener un referente cercano del día a día en el que se puedan ver reflejados y al que puedan aspirar a convertirse. Así lo explica Guenaga: “Es muy importante tener referentes históricos que hayan contribuido a la ciencia y tecnología y trabajamos en visibilizarlas. Y queremos ponerlas de manifiesto. Pero muchas veces estas mujeres no nos sirven como referentes para las niñas actuales porque quedan lejos en el tiempo, porque muchas veces son referentes de EEUU, de Reino Unido, de países muy lejanos, de épocas muy anteriores… y no son espejos en los que las niñas puedan reflejarse. O son personajes muy brillantes. Siempre se pone de ejemplo a Marie Curie como referente, pero si pones a una persona que ha ganado dos premios Nobel, pues yo no aspiro a ser como ella”.
Repercusiones de la falta de mujeres en ciencia
Tanto Guenaga como Freire coinciden en que la falta de diversidad, en este caso de género, en las carreras científicas, y posteriormente en los puestos de trabajo y empresas científicas-tecnológicas, conlleva un gran sesgo de género que repercute en nuestro día a día. “Cuando no se tiene en cuenta la perspectiva de una mujer en la planificación urbanística, la mirada que se pone encima de la mesa es la de los hombres. Se responden y se resuelven las necesidades de los hombres. No incluir la diversidad en los equipos, y en este caso, la diversidad de género, tiene consecuencias”, explica Guenaga. Freire también concuerda de esta forma: “La falta de diversidad en equipos de desarrollo de sistemas tecnológicos o en experimentos científicos ocasiona múltiples problemas. Por ejemplo, hay sistemas de reconocimiento facial que no han tenido en cuenta a personas de piel negra, o incluso el diagnóstico o tratamiento de ciertas enfermedades se ha estudiado mucho más en hombres que en mujeres. La diversidad es fundamental para el correcto desarrollo y aplicación de la tecnología y la ciencia”.
Un trabajo desde la infancia puede cambiar esta realidad, puede eliminar la brecha de género existente en el ámbito STEM. “Desde muy pequeños hay que hacer acciones, desde la más tierna infancia, infantil y primaria”, especifica Guenaga. Un trabajo que debemos hacernos cargo tanto las familias, las escuelas como la sociedad.