En medio del ruido del presente, Pablo D’Ors, sacerdote y autor del bestseller Biografía del silencio, nos invitó en esta ponencia a entender que “el silencio y la meditación limpian tu mirada, te hacen ver la belleza” y evita que eches balones fuera culpando “al mundo” de lo mal que está. Con relatos que nos atraparon, nos hizo ver el poder del silencio y de la palabra.
Educar en el silencio es alimentar la capacidad de esperar
Pablo D’Ors comenzó contando que “en noviembre de 2013 me hice tres mil kilómetros para conocer a quien se iba a convertir en mi maestro de meditación, Franz Jalics”. Por las noches, “tomaba nota de todas sus observaciones, que me parecían muy lúcidas y muy inteligentes”. Sin embargo, al leerlas de vuelta a casa, “me llevé una gran decepción, aquellas observaciones me parecían banales”. Con esta historia, nos quiso decir Pablo D’Ors que “la fuerza de este maestro de meditación no radicaba en sus palabras, sino en su presencia, en la irradicación, la fuerza, en su luz”.
Por eso Pablo D’Ors subraya que “lo importante del silencio no es el silencio mismo, sino lo que genera, la luz de presencia. El silencio nos trae luz, y eso es lo que nos interesa”.
Pablo D’Ors nos recuerda que cuando “tenía 11 años mis padres me mandaron a unas colonias internacionales”. En la rutina diaria ”había tres momentos de silencio: el silencio antes de las comidas, para dar gracias por los alimentos que íbamos a recibir. Estábamos expectantes para lanzarnos a comer. El segundo silencio era el del juego, para darnos las reglas del juego de ese día. Luego estaba el silencio de las buenas noches. Estos tres silencios tienen un denominador común: precedían algo, eran generadores de una expectativa”. Por eso, nos dice Pablo, “el silencio es alimentar la capacidad de esperar. Es una pedagogía para fraguar el deseo”. Y nos formula la pregunta del millón: “¿cómo enseñar a esperar?”.
Antes de darnos cuatro claves para educar en el silencio, nos dice Pablo que “entiendo el ser humano como silencio, palabra y acción. Por tanto no puede haber una educación en el silencio que no sea a la vez una educación en la palabra y educación en la acción”.
Cuatro propuestas para educar en el silencio
La primera propuesta se refiere a la palabra. Y para explicar la propuesta, nos cuenta una historia: “En medio de un bosque, vivía un sabio que había hecho voto de silencio. Todas las tardes los discípulos le iban a visitar porque querían pedirle una palabra que les ayudara a vivir. Pero este sabio no les concedía esta palabra. Pasaron los años y este sabio se decidió a dar la palabra que podía ayudar a sus discípulos. La palabra era “fuego” y entonces el bosque en el que vivía este anciano ardió”. Para Pablo D’Ors, “cuando una palabra es capaz de realizar aquello que enuncia, es una palabra preñada de verdad. Y esta palabra fue capaz de realizar lo que enunciaba porque había sido fraguada por años de silencio. Palabra y silencio son las dos caras de la moneda”. Pero este no es el único mensaje. Nos dice Pablo que ha observado que “cuando he empezado a contaros la historia estabais más atentos, porque el relato tiene una fuerza que no tiene el discurso. Educar en el silencio es educar también en la fuerza del relato”, en la imaginación
La segunda propuesta es la palabra poética, que “tiene poder, las palabras poéticas alimentan el alma y las que no son poéticas amueblan la cabeza”. ¿Cómo educar en el silencio con palabras poéticas, que tengan imagen detrás y susciten en los niños la capacidad de evocar? Nos dice Pablo D’Ors que “recitar atenta y amorosamente una palabra, como un mantra, podríamos decir, nos va introduciendo en el silencio”.
La tercera propuesta tiene que ver con el cuerpo, con el espacio: “Para educar en el silencio es bueno tener una sala de silencio, un espacio para la meditación que requiere ser ambientado: luces más tenues, encender una vela, quemar una barra de incienso. Eso va generando el ritual. Cuidar lo exterior, la escenografía, es una manera de cuidar lo interior, porque lo exterior es un reflejo de lo interior”, afirma el experto.
La última propuesta tiene que ver con la postura corporal para meditar. Pablo D’Ors se arrodilla en el suelo “porque la actitud fundamental para meditar es la humildad, la receptividad”. Otra de las claves posturales es “meditar con las manos unidas a la altura del pecho. Se trata de unir, de unificar, de recoger”. Una tercera clave corporal es “la quietud, enseñar a estar quietos”, que sabe Pablo D’Ors que es todo un reto para nuestros hijos, inquietos por naturaleza. Por eso nos propone un juego: “La quietud es un entrenamiento. A ello puede ayudar contar las respiraciones. Podemos plantear a los niños el desafío de contar hasta 10 sus respiraciones y totalmente quieto, pierde quien se mueva”.
Pablo D’Ors resalta que “estas cuatro claves invitan a vivir la educación a la interioridad creando rituales de conciencia”. Con estos rituales, “por medio del cuerpo y por medio de la palabra estamos invitando a descubrir el mundo interior”. “La educación en la interioridad debe ir de la mano de la educación en la creatividad”, señala Pablo, que subraya que en este aspecto de educar en el silencio la clave está, como en todo, en el ejemplo: “Podremos dar a nuestros hijos, a los niños y a los jóvenes, silencio y meditación si somos silenciosos y meditadores”.
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