Educar en igualdad a nuestros hijos e hijas es esencial para erradicar el machismo que sigue imperando en la sociedad. Cada generación nueva es más igualitaria que la anterior, pero aún así queda mucho por trabajar para que exista una igualdad verdadera en la sociedad. Y es que, aunque avanzamos, la cifra de casos de violencia de género en jóvenes sigue siendo estremecedora: 1 de cada 4 adolescentes ha sufrido esta violencia por el hecho de ser mujeres.
La educación cumple un papel fundamental para conseguir la igualdad. Es el pilar que nos enseña desde que somos pequeños cómo debemos actuar, cómo debemos ser o cómo debemos tratar a los demás.
Quedan muchos retos en la educación para conseguir una verdadera igualdad. Los repasamos.
Qué es ser hombre, qué es ser mujer en este 8M
Cuando nuestros hijos e hijas nacen, sin darnos cuenta, vamos etiquetándoles y atribuyéndoles distintas características dependiendo de si son niños o niñas. Y es que por herencia social, seguimos teniendo en mente expectativas y estereotipos sobre cómo debe ser y cómo debe actuar un niño y una niña.
Atribuimos a nuestros hijos etiquetas como fuertes, inteligentes, conquistadores, mientras que a nuestras hijas les asociamos con adjetivos relacionados con la belleza: “qué guapa es”. Estas atribuciones crean una imagen en estos niños y niñas sobre lo que deben aspirar, así como conforman su autoestima y su autoconcepto sobre las capacidades que tienen: no es lo mismo un niño al que le decimos lo inteligente que es, que una niña que escucha adjetivos sobre lo guapa que es y no sobre su capacidad para conseguir ciertos retos. Y es que además de repercutir en la imagen que tienen de sí mismos, también refuerza la imagen que tiene la sociedad sobre lo que debe aspirar y lo que debe ser una mujer y un hombre.
Estos estereotipos no solo perjudican a las niñas y adolescentes, sino también a los chicos. A ellos asociamos que por ser “fuertes” no deben expresar sus emociones, pues los sentimientos solo están reservados a las niñas. “«Seca esas lágrimas», «deja de llorar», «venga, que no es nada»… Debemos desterrar estos comentarios, que los niños oyen constantemente. Antes que prohibirles llorar, consolémosles. No, eso no va a convertirlos en «cobardicas». Todo lo contrario: les hará más fuertes emocionalmente”, apunta Aurélia Blanc en su libro ‘Educar contra el machismo’.
Una educación sexual desde la edad temprana
Según Human Rights Channel del Consejo de Europa, 1 de cada 5 niños europeos ha sufrido abuso sexual. La Fundación Anar también aporta datos estremecedores: desde 2008 al 2021 ha incrementado los casos de abusos sexuales un 300%. Y, aun así, estos datos son bajos porque no reflejan muchos casos que nunca llegarán a salir a la luz.
La educación sexual es esencial para poder prevenir los abusos sexuales que se sufren desde edades muy jóvenes. Tanto la escuela como los padres y madres debemos ser las fuentes de información sobre sexualidad para poder prevenir los abusos y violaciones.
La información es poder, y si nuestros hijos desde pequeños conocen sobre su sexualidad y su intimidad, van a saber en qué situaciones se sobrepasan los límites y en qué situaciones hay violencia sexual. “Debemos de hablar a los niños como toca, han de saber que tienen unas partes íntimas privadas, que son solo suyas, que solo pueden jugar ellos con esas partes. Eso es educación sexual”, dice Patricia Moliné, de la Fundación Rana. Educar en sexualidad aporta a los niños, niñas y adolescentes, como señala la sexóloga Lara Avargues “tranquilidad y seguridad a la hora de abordar las situaciones relacionadas con las conductas sexuales y evitar situaciones que no se desean”.
Desterrar las actitudes y palabras sexistas de nuestro día a día
Tenemos una labor importante para dejar de usar palabras peyorativas e insultos hacia las mujeres, que acaban siendo cosificadas y no tratadas como personas. Aquí entra nuestra labor como padres y madres. Somos los primeros referentes de los niños y niñas. Hemos heredado muchas actitudes y palabras que fomentan el sexismo. Si nos escuchan criticar a una mujer por su aspecto físico, es muy probable que nuestros hijos también hereden esas actitudes sexistas.
Asimismo, debemos evitar caer en encasillar a nuestros hijos e hijas en ciertos colores y ciertas vestimentas. Muchos niños y niñas empiezan a romper con estos roles de género sin ser conscientes: escogen la ropa según sus gustos, y no según lo que se asocia a un niño o a una niña. Como padres y madres tenemos un papel esencial en estas situaciones: no reprimirles, dejarles que vistan como quieran.
Acercar el feminismo a niños y niñas
Debemos trabajar para educar a los niños y niñas fuera de estos estereotipos sobre lo que es ser mujer y lo que es ser hombre. No solo en familia, sino también en las escuelas y en la sociedad. Y es que, algunas veces, lo que ocurre es que, aunque en casa reciban una educación fuera de estereotipos machistas, nuestros hijos e hijas reciben estos mensajes desde diferentes fuentes (televisión, la escuela, sus amigos, la pornografía, etc.) María, experta en igualdad de género y creadora de la cuenta en Instagram ‘Educar sin estereotipos’, comenta que para que estos mensajes no se contradigan con lo que educamos en casa, debemos hablar con ellos sobre los estereotipos que existen en la sociedad. Ella propone que analicemos con ellos “los estereotipos o las situaciones machistas que vayamos viendo, siempre acorde a su edad, por supuesto, pero podemos tratar el tema desde los tres y cuatro años a través de los cuentos”.
Además de hablar sobre estas situaciones con ellos, es esencial educarles para que tengan valores feministas: respeto a las mujeres, lucha por la igualdad de derechos y oportunidades, levantar la voz ante las situaciones discriminatorias, etc. ¿Cómo podemos acercarles el feminismo? Nuestros comportamientos y las actitudes que transmitimos en nuestro día a día son clave para enseñarles estos valores. Asimismo, podemos recurrir a recursos audiovisuales o cuentos para acercarles el feminismo, como por ejemplo la serie animada Hilda (Netflix) o los cuentos ‘Monstruo Rosa’ (Apila) o ‘Las princesas también se tiran pedos’ (Algar).