¿Criticas a tu pareja delante de tus hijos? Así les perjudica

Criticar a nuestra pareja delante de nuestros hijos les está enseñando modelos de comportamiento incorrectos que utilizarán en el futuro. Te ofrecemos claves para construir un buen equipo en pareja.

No importa si estamos separados, divorciados o atravesando una crisis con nuestra pareja, no podemos permitir criticarla delante de nuestros hijos. Ellos nos aprenden a nosotros, tal como nos menciona la educadora Mar Romera. Cuando desacreditamos a nuestra pareja nuestro hijo aprende a no respetarlo e imitar nuestro comportamiento.

A continuación, ofrecemos claves para construir un buen equipo con nuestra pareja.

Cuidar la pareja no implica estar de acuerdo en todo, pero sí respetarse y no desautorizarse

La pedagoga Eva Bach considera que lo fundamental es que ambos progenitores “nos situemos en un plano de igualdad. A veces hay padres y madres que se sitúan por encima del otro: se creen mejores, lo descalifican, lo ningunean, lo invalidan”. Nuestros hijos no necesitan que estemos de acuerdo en todo, la diversidad es riqueza, pero sí necesitan que nos validemos y nos respetemos.

Cuidado con criticar a nuestra pareja

Muchas veces llegamos a decir que nuestro hijo o hija se parece al otro progenitor o a la familia de este en las cosas que no nos gustan. En esos casos, Eva Bach recomienda que digamos a nuestros hijos, incluso familias separadas: “me encanta esto de tu padre o de la familia de tu padre”, “me encanta que te parezcas en esto a tu padre”.

Es muy importante cuidar y respetar a la pareja, incluso si estamos separados, porque si no, trataremos de paliar las carencias en la pareja con los hijos. Eva enfatiza la importancia de que padres y madres debemos ser modelos buenos, equilibrados y actuales de feminidad y masculinidad.

“Los padres enemistados pueden no darse cuenta de que, al denigrar la figura del otro, se daña a los hijos y no al padre o a la madre ausente”, nos recuerda la pedagoga Lola Álvarez. “Aunque sea muy difícil, los padres y madres deberían mantener el respeto y la lealtad hacia el otro y, en la medida de lo posible, deberían esforzarse en seguir unidos en su rol de padres. El hijo necesita a los dos y debemos esforzarnos por valorar la contribución que puede hacer nuestra pareja o expareja en la vida del niño”.

Efecto de las discusiones y descalificaciones en nuestros hijos

Los niños expuestos a discusiones reiteradas en las que hay faltas de respeto y en las que el nivel de agresividad es alto afectan negativamente a los niños y niñas. “Las discusiones en la familia reiteradas le afectan a nivel emocional, relacional y a nivel de desarrollo porque al final la relación con los padres es la primera relación, la primera estructura que los niños toman como ejemplo “, expone Laura Górriz Duran, psicóloga, directora de Centre FIA (Centro de psicología de Familia, Infantil y Adultos).

Los progenitores son los referentes de un niño o niña. Nos escuchan en todo momento, pero sobre todo nos observan, nos ven y creen que deben seguir el ejemplo que les damos. “En familias con alta conflictividad o procesos de separación, divorcio o en las que la agresividad es muy alta, lo que los niños están observando en estas figuras de referencia es el no resolver estos conflictos sin perdón, sin reconciliación y sin saber gestionarlo de una manera sana. Ellos toman ese ejemplo y lo incorporan a su gama de estilos relacionales “, añade.

Debemos comunicarnos de forma positiva entre nosotros

Necesitamos tener parcelas individuales y de pareja para el disfrute. Hay vida más allá de los hijos, tal y como declara la pedagoga Maite Vallet. Tenemos que intentar darnos tiempos para pasear solos, disfrutar de un fin de semana en pareja o simplemente de compartir hobbies.

La experta en disciplina positiva, Bei Muñoz, nos da algunas de las claves para mantener una comunicación más positiva con la pareja:

  • Escuchar de verdad a nuestra pareja.
  • Emitir mensajes positivos, de agradecimiento o reconocimiento, a la pareja. Y si es delante de los niños, mejor.
  • Preguntas que fomentan la conexión y muestran interés verdadero, como “¿qué necesitas?”, “¿cómo te sientes?”
  • Eliminar los reproches, aceptar al otro y sustituir el “Es que tú has hecho…” por “Cuando pasa esto yo me siento…”
  • Entender que nuestra felicidad no es responsabilidad de nuestra pareja, sino de cada uno de nosotros. Por eso, sustituiríamos los reproches por la asertividad.
  • Entender los errores como una oportunidad para aprender, reparar y conectar.
  • Poner el foco en las soluciones en lugar de en los problemas. “¿Cómo podemos solucionar esto?”, “¿Qué podemos hacer la próxima vez para hacerlo mejor?”.
  • Disfrutar de las pequeñas cosas. Si no podemos irnos a París cuatro días de viaje de pareja, tal vez si podamos ver juntos una película, o disfrutar de una cena cuando los niños ya duermen.
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Silvia Sánchez Ovejero

Como educadora infantil y pedagoga pasé toda mi infancia jugando a ser maestra, me fascinaba la idea de ser un referente para alguien y preparar mis clases. Años después, ese rol pasó a ser realidad. Desde ese momento sentí la necesidad de compartir con el mundo todas mis ideas, porque la educación, si no se comparte, no llegará a ser transformadora. Ser maestra implica ser todas las versiones que necesitan cada uno de tus alumnos para hacerles ver quiénes son y quiénes podrán llegar a ser.

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