Fernando Botella es CEO de Think&Action, consultora especializada en desarrollo de talento, liderazgo y transformación de organizaciones, que cuenta con clientes como Bayer, Repsol, Lilly, Desigual, Danone o Inditex, entre otros. Estará con nosotros en nuestro encuentro de Barcelona hablando del talento. Su intervención en la primera edición de Gestionando Hijos fue un broche de oro vitalista. Es profesor en diversas escuelas de negocio y universidades, y miembro del USA Neuroleadership Institute y del seminario “Education&Technology” de la Universidad de Harvard. Es también un reconocido conferenciante para temas relacionados con el talento, el liderazgo o la creatividad. Autor de libros como La fuerza de la ilusión o Atrévete, y del blog titulado “El blog de Fernando Botella” .
Eres formador en empresas. ¿Qué competencias suelen pedir las empresas que desarrolles en tus formaciones?
En el área de formación, lo que trabajamos fundamentalmente es el desarrollo de habilidades directivas y, aunque el catálogo es amplio, puedo citar algunas de las más recurrentes como son todas aquellas relacionadas con el liderazgo y la comunicación en su sentido más amplio, pero que, dicho de otro modo, están vinculadas a las relaciones humanas, cómo construirlas, en qué basarlas, cómo gestionarlas y cómo mejorarlas.
¿Crees que las competencias de un buen padre y un buen profesional son las mismas? ¿Ayuda ser buen padre a ser mejor profesional?
Existe un nexo común importante en ambas facetas porque en ambas hablamos de relaciones humanas. Tanto en el rol de padre como en el profesional lo que hacemos es “gestionar” relaciones humanas, y se requieren habilidades para ello. De hecho, en mis cursos sobre liderazgo suelo recurrir y poner como ejemplos situaciones que vivimos con nuestros hijos en casa, primero, porque los participant
El ser un “estratega” en la tarea de educar a nuestros hijos, el planificar, ¿nos puede ayudar a tener una visión estratégica en el trabajo?
Lo cierto es que no hay relación directa entre ser un buen padre y ser un buen profesional, y viceversa. Hay muy buenos profesionales que no son buenos padres… y hay buenos padres que en el ámbito profesional no destacan por su buen hacer. No obstante, sí que podemos encontrar elementos facilitadores, recursos que pueden ser compartidos. No podemos olvidar que, aunque hablemos de vidas personal y profesional, que con nuestro lenguaje separemos las dos facetas, somos un todo, indivisibles. Para mí, una de las palancas indiscutibles del éxito es el esfuerzo, la capacidad para mantener el esfuerzo en el tiempo y para aplazar la recompensa. Si disponemos de esta capacidad, por supuesto que nos puede ayudar en nuestro trabajo.
Como experto en el mundo de las empresas, ¿crees que interesa a las empresas apoyar a sus trabajadores, los que sean padres y madres, a educar mejor? ¿Por qué?
En general, todas las iniciativas que contribuyan a cuidar a la persona en todas sus facetas y le hagan sentir mejor son interesantes desde un punto de vista empresarial porque permiten la creación de entornos mayor confianza y relaciones positivas, y esto tiene una repercusión directa en el trabajo. En este sentido, a quien le va bien la vida le va bien en la empresa. La armonía es un factor fundamental.
Yo creo que nuestro objetivo es educar y amar a nuestros hijos, esos son, desde mi humilde opinión, los dos motores de nuestra acción. En este sentido, es fundamental inyectarles la pasión, la ilusión por algo, pero del mismo modo, es básico también que aprendan y desarrollen el talento necesario para ello. Actitud y talento van de la mano. Aunque soy un firme y absoluto defensor del entusiasmo como motor vital, no lo entiendo separado del talento, de la capacitación, del conocimiento, del aprendizaje, del cultivo y el desarrollo de habilidades. Creo que, como padres, tenemos que buscar y trabajar ese equilibrio en nuestros hijos: cultivar su pasión desarrollando, al mismo tiempo, el talento.