Las etiquetas son marcas que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Podemos tener etiquetas que nos identifiquen como: “el gracioso”, “la responsable”, pero los padres desconocemos hasta qué punto puede dañar y limitar en la autoestima de nuestros hijos eso de estar marcados con una etiqueta que parece imborrable aunque pasen los años. Por eso, se aconseja educar aceptando que son mucho más de lo que vemos.
¿QUÉ PONE EN MI ETIQUETA?
Para hablar de etiquetas, podríamos comenzar preguntándonos: ¿guardo alguna etiqueta de mi infancia?, ¿cómo ha
afectado esa etiqueta en mí? La autoestima que hayamos ido desarrollando desde nuestra más temprana infancia
repercutirá en nuestro desarrollo en la edad adulta. Si potenciamos una autoestima equilibrada en nuestros hijos e hijas, estaremos ayudando a que sean niños y niñas felices, y que cada día aprendan un poquito más sobre cómo son.
EDUCAR DESDE LA ACEPTACIÓN
Para educar desde las emociones, no es suficiente tratar con amor, sino también habrá que incorporar la aceptación, a la fórmula de su educación. Por mucho que nos guste que nuestros hijos se parezcan a nosotros en determinadas cosas, no podemos esperar que personas diferentes actúen de la misma manera.
FUERA ETIQUETAS
¿Y cómo se consigue “dejar que sean”? Evitando etiquetas, del tipo: “Eres un/a egoísta”, “Eres un/a torpe”. Y apuntando hacia su actitud, para que el mensaje sobre lo que queremos decir sea más claro, y dé la posibilidad de cambio y aprendizaje: “No me ha gustado esto que has hecho, sé que lo puedes hacer mejor”. Y en todo caso, dejar claro que aunque hagan cosas que no nos parecen adecuadas, les seguimos queriendo: “Te quiero todos los días, cuando haces cosas que me gustan más, o que me gustan menos”.
Ayudará a hacerles sentir que no les hemos dejado de querer por hacer ciertas cosas. Es importante recordar que se les quiere por ser quienes son, no por lo que hacen.