A cada año que pasa, los datos sobre los casos de conductas autolesivas en adolescentes aumentan. La Fundación ANAR ha atendido durante estos dos años de pandemia un 145% más de llamadas de menores con ideas o intentos de suicidio, y un 180% más de autolesiones con respecto a los dos años previos.
Se calcula que antes de la pandemia, el 18% de los menores se infligían autolesiones antes de los 18 años. Por lo que, debido al gran deterioro de la salud mental, este porcentaje es mucho mayor.
Las autolesiones son un tema que los padres y madres evitamos hablar, pues no queremos que nuestros hijos e hijas adolescentes acaben en esta situación. Pero puede ser una situación real que pueden estar sufriendo y no estar enterándonos. Es importante hablar sobre ello e informarnos.
¿Qué es la autolesión?
La autolesión, como señala el psicólogo Luis Fernando López, es “un mecanismo muy desadaptativo de regulación emocional. Al realizarse provoca una regulación de tipo emocional cuando hay un sufrimiento y una vulnerabilidad de tipo psicológico”. Es decir, cuando una persona se autolesiona mediante el daño físico, anestesia el daño y dolor emocional que está sintiendo. La autolesión se convierte para los adolescentes en una forma de gestionar las emociones a las que no saben darles salida de otra manera. Este psicólogo resalta que, aunque siempre nos centramos en lo visible, en los daños físicos que se hace la persona, hay que fijarse en el daño psicológico que le está provocando tener esta conducta. “Aparejado a la lesión física que se pueda producir en la conducta, hay siempre aparejada un daño un sufrimiento una vulnerabilidad de tipo psicológico, que a veces queda como en un segundo plano”, resalta.
Solemos asociar la autolesión a los cortes en el cuerpo. Sin embargo, la autolesión incluye todo lo que implica hacerse daño autoinflingido a sí mismo. “La más frecuente o común es el cutting, que es hacerse cortes con una cuchilla afilada o algo muy afilado, generalmente son cuchillas de afeitar las que utilizan, pero hay otras, como puede ser clavarse agujas, la punta de las tijeras, objetos punzantes, quemarse es otra que hay y hacerse heridas en la piel, como escarificación, morderse o arañarse la propia piel”, enumera la psicóloga infanto-juvenil Úrsula Perona.
¿Por qué causas nuestro hijo adolescente puede llegar a autolesionarse?
Son distintos factores los que pueden causar e incidir que una persona tenga que recurrir a la autolesión para calmar su dolor emocional.
La psicóloga Úrsula Perona señala que aquellas personas con trastornos depresivos y ansiosos son más proclives de llegar a estas situaciones. Pero muchas veces las redes, la socialización que hacen como adolescentes les llega a influir de una gran manera. “Tiene que ver las redes sociales, la difusión que hay de esta información, los retos de cortarse, porque sí que es verdad que hay un contagio a través de los grupos de Whatsapp: mira, yo estoy muy mal, me he cortado. Es uno de los factores que influyen. Otro de los factores que influyen son las características propias de la adolescencia, pues tienen menos autocontrol a la hora de inhibir conductas inapropiadas o dañinas como las autolesiones o el suicidio”, comenta Perona.
López también remarca la importancia que tienen las redes sociales porque los adolescentes imitan las conductas que ven en ellas. “Los chicos y las chicas a través de conductas imitativas, a través de las interacciones que se producen en RRSS, a través de la imitación de compañeros que realizan este tipo de conductas entienden, aprenden que el sufrimiento psicológico se puede neutralizar”. Pone este ejemplo, que por muy lejano que pueda parecer, sucede: “un chico chica que está sufriendo bullying y tiene un sufrimiento psicológico muy importante, muy presente y con mucha intensidad durante todos sus días y no puede disminuir el nivel de ansiedad y de angustia por ningún modo. Y aprenden mediante conductas de imitación, mediante información de redes sociales, aprenden que mediante haciéndose daño físico ese dolor psicológico desaparece, se neutraliza, disminuye.”
La autolesión puede llegar a prevenir una situación peor: el suicidio
Debemos diferenciar dos tipos de autolesiones: las que tiene intencionalidad suicida y las que no la tienen. Las autolesiones sin intencionalidad suicida pueden ser un mecanismo que tienen los adolescentes para no recurrir a algo mucho peor: el suicidio. “Puede chocar mucho esto. Porque cuando los padres llegan a consulta dicen: yo quiero que mi hijo se deje de hacer daño inmediatamente. Y es importante evaluar el para qué se está autolesionando, porque quizás la autolesión le está quitando de matarse”, remarca López.
El psicólogo comenta que cuando se hacen autolesiones ellos tienen el poder y saben cuándo iniciar y cuando terminar esta conducta. Lo peligroso de esto es que si en ningún momento se trate el dolor emocional del adolescente, las prácticas autolesivas se hacen cada vez más y con mayor dolor. “Con el tiempo el daño que se deben hacer es mucho mayor, porque el sufrimiento psicológico que no se ha trabajado, que no ha disminuido y que no se ha canalizado las interacciones ni las relaciones que lo han provocado, pues el daño debe ser mayor para que el efecto anestésico emocional tenga efecto para ellos”. Y este aumento de autolesiones y de su intensidad puede conducir a muertes que verdaderamente no eran intencionadas. “Muchas muertes que se producen no es que haya una conducta suicida detrás, sino que realmente la lesión ha sido tan grave que se les ha ido de las manos y han muerto como consecuencia de un accidente de la autolesión, pero no había una intencionalidad suicida”.
Por eso, el profesional señala que cuando haya un caso de un adolescente que se autolesiona, se debe determinar el para qué de esa conducta, el por qué ha desarrollado estas conductas autolesivas y si estas tienen intencionalidad suicida o no, ya que “el tratamiento y el abordaje, el cómo acompañar a los pequeños en estos momentos difiere mucho”.
Señales de alerta que nos pueden mostrar que un adolescente se está autolesionando.
Tanto Perona como López señalan que algunas de las señales de alerta que podemos notar en nuestro hijo pueden ser un menor rendimiento académico, problemas de sueño, apatía, problemas alimentarios, desinterés y apatía, un mayor aislamiento en su habitación, mayor irritabilidad, crisis de ansiedad…
Pero podemos ver muchas más señales en las interacciones que hacen online. López avisa que si un adolescente se cierra sus redes sociales, se identifica con ciertos personajes de series que se realizan autolesiones, o si usan memes sobre estas conductas o emojis como cuchillos, gotas de sangre, pastillas, tijeras… hay que estar atento porque es su forma de expresar su malestar emocional de manera simbólica.
¿Cómo debemos reaccionar las familias si nuestro hijo se autolesiona?
Como padres y madres la primera reacción al enterarnos de esta situación que sufre nuestro hijo o hija es de terror y pánico. Es normal. Se trata de una situación muy complicada y de gran vulnerabilidad para los adolescentes, por lo que los comentarios que hagamos a nuestro hijos o hijas les va a afectar directamente.
López señala que debemos evitar buscar una explicación y hacerles hablar para saber qué les pasa, pues puede “ser contraproducente porque lo que puedes provocar un rechazo a hablar de estas cuestiones porque ven un movimiento agresivo”. Asimismo, debemos evitar hacerles críticas, ni amenazarles, ni castigarles. Algunas frases que es mejor que no digamos son: “nos estás haciendo mucho daño, nos estas matando, lo tienes todo”.
Si se da esta situación lo mejor es hacerles preguntas abiertas y que ellos nos cuenten lo que quieran sin presiones: preguntarles para qué lo hace, qué ha ocurrido en estos momentos para que pueda hacer esto, cómo le pueden ayudar, qué es lo que necesitan para ayudarle. Mostrarnos humanos ante ellos y decirles: no sé muy bien cómo ayudarte, cómo acompañarte, pero te aseguro que voy a estar a tu lado siempre y vamos a encontrar el modo de cómo solucionarlo. Es decir, mostrarnos ignorantes pero dispuestos a estar a su lado sin ninguna crítica y sin juicios.
No debemos criticar a su persona “¡cómo te estás haciendo esto!”, pero podemos mostrar nuestra preocupación hacia su conducta: me preocupa que te hagas daño, me preocupa que cuando te sientas mal te puedas sentir cortando.
Asimismo, para prevenir casos de autolesiones, como resalta Perona, debemos trabajar la comunicación en familia, el vínculo de apego (no solo cuando son pequeños), no ningunear síntomas de tristeza o depresión que tengan los adolescentes y atender sus necesidades emocionales.