Hay más de cuatro emociones básicas, conócelas todas

Siempre hablamos de cuatro emociones: alegría, tristeza, miedo e ira. Pero en realidad, tal como aprendimos con Mar Romera, nuestro mundo emocional es mucho más rico y hay muchas más emociones agradables que la alegría, que tiene sus peligros porque genera adicción.

Siempre hablamos de cuatro emociones: alegría, tristeza, miedo e ira. Pero en realidad, tal como aprendimos con Mar Romera, nuestro mundo emocional es mucho más rico y hay muchas más emociones agradables que la alegría. De hecho, pensar que la única emoción positiva que queremos que nuestros hijos sientan es la alegría tiene sus peligros, porque la alegría es altamente adictiva. Os hablamos de las diez emociones básicas y de cómo acompañar a nuestros hijos en su buena gestión.

¿Qué son las emociones?

Una emoción, nos cuenta Mar Romera en su libro La familia, primera escuela de las emociones, es “una respuesta adaptativa que garantiza la supervivencia del ser humano”. Y el ejemplo no puede ser más claro: gracias a que sentimos miedo no vamos a 200 km/h en una carretera.  Por lo mismo, gracias al asco no ingerimos comida en mal estado. En su ponencia, Mar insiste en que “las emociones no son cultura, son química”.  En nuestra plataforma, Begoña Ibarrola define las emociones como “reacciones, impulsos que nos empujan a actuar de una determinada manera. Cada emoción nos impulsa a actuar, a comportarnos, a hablar e incluso a pensar de una manera diferente”.

Si recordáis la estupenda película Del Revés, la niña actuaba movida por las emociones, que tomaban el mando en diferentes momentos y le impulsaban a pensar y actuar de diferentes maneras. Aunque en la central de las emociones de Riley solo convivían cinco emociones (Asco, Miedo, Tristeza, Ira y Alegría), existen más a las que deberíamos prestar atención.

¿Hay emociones buenas y malas?

Tendemos a desear que nuestros hijos estén siempre alegres, que no tengan miedo, que no estén tristes, que no se enfaden… Pero seguramente nos gustaría que nuestro hijo se enfadara con un compañero de clase que le empuja todos los días y no querríamos que viviera alegre esa situación. O querríamos que nuestro hijo sintiera tristeza cuando pierde un ser querido. Incluso preferiríamos que nuestros hijos sintieran miedo a cruzar una carretera.

Roberto Aguado, en el modelo que recoge Mar Romera en su libro, sí habla de universos emocionales agradables y universos emocionales desagradables. Así, entre las desagradables estarían el miedo, la ira, la culpa, el asco y la tristeza. Entre las emociones agradables no solo encontramos la alegría, sino también la curiosidad, la seguridad y la admiración. Y como emoción neutra, emoción bisagra, tenemos la sorpresa.

Las 10 emociones básicas

La tristeza, tal como se indica en El Emocionarioes una caída general de nuestra energía. Componentes de esta emoción, según Mar Romera, son el pesar, la desgana, el desaliento, el pesimismo, la sensación de impotencia… La tristeza, asegura Mar Romera, nos permite resetear el cerebro.

El miedo aparece cuando crees que vas a sufrir un daño. Puede servirte para estar alerta ante un peligro, pero si su intensidad es elevada, se convierte en terror y paraliza. El miedo nos hace sentir angustia, ansiedad, tensión. Mar nos invita a que “no volvamos a decir a nuestros hijos que no tengan miedo” sino que les contemos “cuándo sientes miedo y por qué y en qué situaciones el miedo te ayuda”.

La ira o el enfado es muy veloz y “puede adueñarte de ti en situaciones que consideras muy injustas o que atentan contra tu bienestar”. En la plataforma emocional de la ira están la hostilidad, el rencor, la violencia o el odio. Es cuestión, como en todas las emociones, de intensidad.  El enfado tiene una misión muy importante: “Me da energía para conseguir retos en nuestra vida y salvar los obstáculos”, nos dice Mar.

La culpa “nos invade cuando creemos que hemos hecho algo malo”, dice El Emocionario, que llega a considerar esta emoción “el termómetro de nuestros actos: nos indica qué consideramos bueno y qué no, y nos permite evaluar nuestro comportamiento”. Con la culpa podemos sentir menoscabo, imperfección, bochorno, pudor o autopuición. Nos habla Mar de una culpa constructiva, “que lleva a la plataforma de acción de la reparación” y nos ayuda a “entender que el error es una oportunidad”.

El asco, por su parte, “es el desagrado que nos produce algo que consideramos repugnante”. El asco, nos decía Mar, es una emoción que nos cierra, nos llama al rechazo de aquello que nos lo despierta. Es una emoción que nos ayuda a “aprender a elegir y a rechazar”.

La sorpresa es una emoción neutra y más breve. Mar Romera considera que tenemos que “provocar en la educación de nuestros hijos que no pierdan el proceso de sorpresa”. Cuidar la sorpresa “significa provocar la sensibilidad y permeabilidad en la totalidad de los sentidos de nuestros hijos”. Una de las funciones de la sorpresa es “ser bisagra que me va a permitir cambiar de emoción”.

La curiosidad se traduce, según Mar, en inclinació, atracción, logro, interés, atrevimiento, logro. “La curiosidad nos salvará”, defiende Mar con ahínco. Para Mar, el objetivo de la escuela y de la educación del siglo XXI “no es aprender a contestar, es aprender a preguntar”.

La admiración viene del asombro, la fascinación y el amor. Según en el Emocionario, “la admiración es el aprecio que sentimos por alguien que tiene grandes cualidades o por algo fuera de lo común. El amor no se ancla en la alegría, nos recuerda Mar, sino en la admiración: “Nos admiran y nos aprenden, te aprenden porque te aman y te aman porque te admiran y solo necesitan que tú los admires”.

La seguridad nos aporta serenidad, calma y control. Mar asegura que la  seguridad es fundamental para “aprender y crecer, para dar nuevas oportunidades, y asegurar que estamos aquí, a su espalda, para contenerlos pase lo que pase”. Podemos apostar por la seguridad para educar dejando claro que “te quiero por quien eres y no por lo que haces”. Es una emoción bien importante, porque “la seguridad nos ayuda al riesgo responsable que nos permite crear”.

Hemos dejado para el final la alegría, la emoción más deseada en nuestra sociedad. Por eso Mar, en una de sus ponencias, nos dijo que “la gran noticia que os quiero dar es que hay otras emociones agradables”. Y es que, denuncia Mar, “hasta la II Guerra Mundial al mundo se le controló con el miedo y la culpa. A día de hoy, se nos controla precisamente con la alegría y la felicidad. La felicidad es el sentimiento que se ancla en la emoción de la alegría, que viene de la dopamina. La dopamina crea adicción y a veces la buscamos fuera cuando ya no tenemos la capacidad de entrenarla desde dentro”. Mar nos propone, entonces, sazonar nuestra vida con la alegría: “Se trata de disfrutar del momento, aprender a disfrutar del logro conseguido”.

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Educar es Todo es un proyecto cuyo objetivo es colaborar con madres y padres en su labor educativa. Uno de los pilares fundamentales de una buena sociedad es apoyar la tarea de las madres y padres que lideran los hogares y la educación de sus hijos. Por eso, queremos acompañarlos en este apasionante viaje educativo, aportando ideas, reflexiones y estrategias que les ayuden a conseguir ese objetivo, que entendemos que es el de todos. Esperamos que también el tuyo.

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