5 ejemplos prácticos de cómo decir no a los niños de forma positiva

Somos los padres y madres quienes tenemos que enseñar a nuestros hijos que existen límites y hay que cumplirlos

Tenemos la responsabilidad como progenitores de los niños y niñas de ponerles límites, decirles no y de hacerles entender que no pueden sobrepasar ciertas barreras. Sin embargo, a veces no sabemos cómo poner estos límites, cómo enseñarles el no a los niños.

No hace falta acudir al autoritarismo, al grito o al chantaje para ello. Se puede reconducir ciertas conductas de los niños que vemos de manera “inadecuada” o podemos decirle “hasta aquí basta” de forma positiva sin que lastimemos su autoestima y el autoconcepto que tienen de sí mismos.

“Eso no se hace, castigado para que aprendas”; “No cojas eso, que como eres un desastre se te va a caer”; “Como vuelvas a empujarme, te quedas sin mi amor”. Quizás hayamos pronunciado alguna de estas frases, o quizás las hayamos escuchado. Aunque se dicen sin querer dañar a los niños, estos comentarios van minando su autoestima y les hacen creer que tienen menores capacidades por todo el refuerzo negativo que les damos.

¿Cómo poner límites, cómo decir de forma positiva el NO a los niños? Os ponemos estos ejemplos

Nuestro hijo ha pegado a otro niño

Entre los 2 y 4 años, la etapa de las rabietas, los niños no tienen ningún control de sus impulsos y cuando no se le satisface una necesidad o un deseo de inmediato, entran en rabia y pueden empujar, arañar o pegar a otros niños (o a nosotros mismos). Si continúan estos comportamientos una vez pasado esta etapa, es posible que sea porque no hemos puesto un límite desde pequeños para que no usen la fuerza y la violencia para expresar sus emociones.

Probemos a decirle esto cuando se da la situación:

“Entiendo que estés enfadado. Yo también me enfado muchas veces. Es normal que te enfades y estés triste cuando tu amigo no te quiere dar el balón, pero eso no significa que le pegues. Cuando pegas a la gente les haces daño. A nadie le gusta que le hagan daño”.

Le podemos poner un ejemplo con él mismo para que entienda los efectos que tiene pegar a la gente: “Imagínate que un amigo tuyo te empuja y te pega. No te gustaría estar con él, ¿no? Lo mismo le pasa al amigo al que has pegado. ¿Te parece que le vayamos a pedir perdón? Ten en cuenta que hasta que él no te pida perdón seguramente no puedas jugar con él. ¿Lo entiendes?”. Y nos aseguramos de que ha entendido todo lo que le hemos dicho.

Para poner un límite les podemos decir:

“Entiendo que te cuesta mucho controlarte y que no te gusta pegar. Pero tienes que hacer un esfuerzo, porque no se pega a la gente. Si pegamos hacemos daño. Cuando sientas las ganas de pegar, ¿qué crees que podrías hacer en vez de eso? ¿Expresar en voz alta que estás enfadado, dar patadas al aire?”. Así, no solo estaremos poniendo un límite, sino que también le estamos dando soluciones para expresar sus emociones y no recurrir a la violencia.

Si el problema de conducta es continuo y aunque lo intentemos sigue pegando, lo mejor es verlo con un profesional de la psicología para que pueda haber un cambio.

Nuestra hija se ha soltado de la mano en un cruce

Cruzar de la mano es uno de los límites que no se pueden saltar por la seguridad de nuestro hijo o hija. Por eso es muy importante que si nuestro hijo se suelta cuando vamos a cruzar o se adelanta para cruzar solo, antes de darle cualquier explicación sobre el límite de no cruzar la calle solo, le cogemos de la mano. Frases como “no puedes cruzar la calle solo” o “no se puede ir por la calla sin estar al lado del adulto” son necesarias que se las expresemos una vez que está a salvo. Aunque nuestros hijos tengan pataletas y quieran ir libres, hay que establecer un límite muy claro que ellos también deben conocer. Con poca edad, seguramente la capacidad de razonamiento de ese niño o niña no está desarrollada, por lo que la explicación no les servirá de mucho. Pero con un poco de más edad, les explicamos claramente que cuando se cruza se espera a los adultos o se va de la mano de ellos.

Nuestra hija adolescente quiere llegar a las cinco de la mañana a casa

Cuando llega la adolescencia nuestros hijos quieren ser cada vez más independientes, con todo lo que ello conlleva: salir más con sus amigos, irse de fiesta, llegar a altas horas de la madrugada. Antes de que se dé esta situación y llegue nuestra hija a las cinco de la mañana cuando nos había dicho que llegaba a la una, preparémonos y pongamos un límite.

El principal ingrediente para acordar este límite es la negociación. Tu hija querrá llegar a las cinco y tú querrás que llegue a la una, ahí tenéis que negociar para llegar a un acuerdo. Cuando llega la adolescencia los límites son más negociables que cuando eran más pequeños, de ahí que podamos negociar con ellos. Podemos decirla: “no, no puedes llegar tan tarde, pero dame otras opciones para que yo esté tranquila y no vengas tan tarde”. No se trata de darla un no rotundo, sino de navegar entre las distintas opciones y ver cuál puede satisfacer a ambas partes.

No quiere irse del parque

Estamos en el parque, se acerca la hora de irse y le decimos a nuestro hijo: “Nos vamos, no nos podemos quedar más rato”. Nos responde: ¡pero yo quiero jugar más! Decimos: ¡He dicho que no! Es normal que nos hayamos comunicado así con nuestro hijo. Seguramente hayamos perdido un poco los nervios y hemos soltado lo primero que nos ha venido a la boca. Por eso, cuando se dé esta situación otra vez en tu vida te recomendamos que para decirle a tu hijo que os tenéis que ir del parque hagas esto:

Avisa a tu hijo diez minutos antes de que en un ratito os tenéis que ir. Lo puedes expresar con las manos el rato que os queda.

-Dile: entiendo que te quieras quedar más rato, pero es que si no volvemos ahora no podremos tener el ratito de lectura y nos iremos directamente a la ducha. ¿Te parece que en cinco minutos vayamos recogiendo?

-A lo anterior podemos incluir: veo que te lo estás pasando genial. ¿Te parece que te tires una vez más del tobogán y luego nos vamos? Y mantente firme: una vez del tobogán y nos vamos.

Puede que nuestro hijo tenga una pataleta porque quería quedarse más. Ante eso, mantengámonos con él, acompañemos su pataleta, pero no cedamos y les dejemos tirarse otra vez del tobogán.

No puedes jugar más a la consola

Uno de los mayores problemas que tenemos con nuestros hijos es el uso que hacen de las consolas. Lo primero que recomendamos es que hagamos un contrato toda la familia que haya unas normas claras de cuándo se pueden usar las consolas y durante cuánto tiempo. Este contrato lo tiene que cumplir toda la familia, no solo los más pequeños.

Si nuestra hija se ha pasado jugando más a la consola, tendremos que repetirla el límite que hayamos puesto. “Sé que te gusta un montón jugar a la consola, pero es que ya son las 20 horas y a partir de esa hora tenemos pactado que no se pueden usar pantallas”.

Además, lo que podemos hacer es aplicar una consecuencia lógica para que entienda que hay que cumplir los límites y los horarios. “Como te has pasado media hora de más jugando a la consola, mañana en vez de 1 hora tendrás solo media hora para jugar a la consola. El resto de días tendrás el mismo horario”. Nuestra hija entenderá que existen límites y que, aunque le digamos que no puede jugar, ella tiene que ser responsable y cumplir ese horario.

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Alicia Mendoza

En el camino a convertirme en periodista y comunicadora audiovisual descubrí que hay varios valores que quiero que acompañen siempre a mis palabras: el compromiso, la verdad y la igualdad. Valores que también aplico a mi día a día para contribuir a una sociedad cada vez más justa. La educación, los feminismos, los cuidados y los vínculos emocionales conforman los pilares sobre los que me formo cada día.

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