‘A través de mi ventana’: las relaciones tóxicas siguen en las películas adolescentes

‘A través de mi ventana’ es el fenómeno adolescente del momento. La película de Netflix tiene los ingredientes perfectos para triunfar entre el público joven: una trama de instituto, un amor adolescente, las primeras fiestas, primeras borracheras…

Al igual que reproduce los clichés de lo que hacen los adolescentes en su día a día, también reproduce muchas dinámicas de las relaciones tóxicas desde jóvenes: el amor es sufrimiento, el amor es dolor y ambos se hacen daño sin preocuparse por las emociones del otro.

‘A través de mi ventana’ podría haber sido la oportunidad para desmontar y desterrar los mitos sobre los amores adolescentes tóxicos, así como podría haber sido una oportunidad para poder enseñar a nuestros hijos e hijas lo que son las relaciones sanas. Sin embargo, este producto de Netflix reproduce todos aquellos mitos de las relaciones tóxicas que creíamos haber enterrado con películas como ‘A 3 metros sobre el cielo’.

El amor tóxico en ‘A través de mi ventana’

La película presenta una trama que ya hemos visto en muchas películas: ella, Raquel, está enamorada del chico malo, Ares; él pasa de ella al principio, pero después comienzan una relación; ella sufre por amor y no entiende por qué Ares la trata mal; los amigos de Raquel le avisan de los comportamientos de Ares y de lo que está sufriendo ella; tras muchos vaivenes y entre Ares y Raquel, acaban juntos. En las casi dos horas que dura la película se representa el principal mito del amor romántico: si el amor no duele, no es amor. La educadora social y experta en violencia de género Marina Marroquí señala que estas películas “nos enseñan con estos ideales del amor romántico a experimentar o a desear un amor prácticamente tóxico” a lo que añade que “hay que trabajar para desterrar esta idea de que el amor es sufrir y empezar a construir un amor igualitario, para que los jóvenes aprendan a querer de una manera positiva”. ‘A través de mi ventana’ es un escaparate para que los adolescentes asimilen que las relaciones de pareja tienen que ser absorbentes, llenas de sufrimiento y de dependencia.

Para representar estas dinámicas, este fenómeno de Netflix tira de personajes estereotipados. Raquel es tímida, ingenua y se redime ante todo lo que hace Ares. Ares es el chico malote que conquista a todas las chicas. La relación de poder entre ellos se ve claramente desde el principio en el film: sin conocerla, él se cuela en su habitación; ella no toma las decisiones sobre su relación; ella sufre por el amor; ella espera a que él cambie… A estos personajes se une el amigo de Raquel, Yoshi, presentado como el friki que está enamorado perdidamente de la protagonista.

Esta selección de personajes está hecha a medida para representar ciertas dinámicas: el chico malo que no trata bien a la chica es el que recibe toda la atención; mientras que el chico bueno, el que se preocupa por ella, no recibe el amor correspondiente. La socióloga Carmen Ruiz Repullo propone cambiar estos estereotipos en la representación de las películas para que también cambien las dinámicas en las que se basa el amor romántico. “Hay que deserotizar al chulo y erotizar al bueno y al friki, al chico diferente, al que es respetuoso, al que tiene valores”.

La responsabilidad de los productos responsables para educar en relaciones sanas

Películas, series, canciones… Todos los productos culturales representan y nos cuentan de alguna forma cómo deben ser las conductas y las dinámicas en una relación. Nosotros absorbemos indirectamente esos valores y los adoptamos en nuestro día a día. Por eso es tan importante que los productos culturales reproduzcan situaciones en las que se den relaciones sanas, y si presentan relaciones tóxicas, se muestre además una reflexión y un aprendizaje.

Así lo remarca Repullo: “Yo digo: que nos pongan series y películas donde eduquen o nos muestren el amor en mayúsculas, el amor en igualdad, el respeto. Donde está eso. No le estamos mostrando eso a nuestras criaturas”.

¿Qué debemos hacer los padres y madres ante estas películas?

La solución nunca pasa por prohibir. Aunque nosotros prohibamos a nuestros hijos ver ciertas películas en las que muestran relaciones no sanas, nuestro hijo o hija puede caer igualmente en una relación así, ya que puede absorber estos valores de otras series, canciones o de las conversaciones con sus amistades. La solución pasa por educar a nuestros hijos e hijas en relaciones sanas.

Para ello, primero debemos dar ejemplo. En nuestro día a día usamos expresiones y frases que creemos que son mantras de un amor sano, pero que, verdaderamente, representan una idea del amor necesariamente ligado al conflicto. Con frases como “quien bien te quiere, te hará llorar” o “si duele, es amor” les transmitimos a nuestras hijas e hijos la idea de que el amor es sufrir, que debemos aguantar una relación tóxica porque, si se sufre por ella, es que merece la pena. Intentemos evitar decir estos mitos del amor romántico, y eduquemos a nuestros hijos e hijas en relaciones sanas en las que se sientan libres. Fortalezcamos nuestra confianza, cariño y comprensión con ellos para que puedan venir a contarnos aquello que les preocupa cuando lo necesiten.

Por otra parte, debemos fomentar el pensamiento crítico de nuestros hijos e hijas. Con una actitud crítica serán capaces de saber qué valores deben absorber para su día a día y cuáles no; así como tendrán la capacidad para diferenciar una relación sana representada en pantalla de aquella que presenta una relación tóxica.

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Alicia Mendoza

En el camino a convertirme en periodista y comunicadora audiovisual descubrí que hay varios valores que quiero que acompañen siempre a mis palabras: el compromiso, la verdad y la igualdad. Valores que también aplico a mi día a día para contribuir a una sociedad cada vez más justa. La educación, los feminismos, los cuidados y los vínculos emocionales conforman los pilares sobre los que me formo cada día.

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