Los abuelos conforman una gran parte de la educación de los niños y niñas. Según datos del estudio Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE), 1 de cada 4 abuelos se encarga de la educación de los niños. Y en España, según datos de 2018 de la Encuesta de Población Activa (EPA), casi un 20% de los padres y madres tienen que organizar el cuidado de los hijos con la ayuda de los abuelos (u otros parientes y amigos).
Al pasar tanto tiempo juntos, los abuelos influyen y repercuten en los niños. Les dan un amor incondicional, se genera un vínculo especial, les dan autonomía, y generan experiencias diferentes.
Pero también, en otras situaciones no siguen nuestras directrices a la hora de criar a los hijos. Ellos son más permisivos, consienten a los niños y no fijan y actúan en base a las normas y límites que hemos establecido en el núcleo familiar.
Situaciones en la que los abuelos consienten a los niños
La alimentación es uno de los temas más recurrentes en los que padres y abuelos encuentran discrepancias, pero también lo es permitirles una vida sedentaria basada en el uso de las nuevas tecnologías sin supervisión.
Muchas familias conoceréis estas escenas: los abuelos les dan bollos de más, les dejan toda la tarde estar viendo la televisión, aplican unos castigos con los que no estamos de acuerdo… Estas situaciones no solo nos repercuten a nosotros como padres y madres, sino sobre todo a los hijos e hijas, ya que les puede confundir qué reglas y qué límites deben seguir.
Por ejemplo, si para merendar los abuelos dan bollería industrial todos los días y nosotros en casa no permitimos eso, les están acostumbrando sus paladares a sabores que contienen cantidades ingentes de azúcar.
¿Qué debemos consentir y qué no?
Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) aconsejan que, cuando haya discrepancias a la hora de criar a los hijos entre abuelos y padres, se llegue a un pacto entre ambas partes. En este acuerdo se deben marcar ciertos límites en la crianza de los niños, así como los abuelos deben respetar los valores y las normas de varios pilares básicos como son la alimentación o el ejercicio físico.
Debemos aplicar en casa, como señala la fundadora de Relájate y Educa, unos límites que estén muy marcados, para que el día a día no se guíe por la arbitrariedad, sino que los niños y niñas sepan qué cosas tienen permitidas y cuáles no. “Debe haber unos ritmos muy claros, unas normas clarísimas. No se trata de que hoy como emocionalmente estoy bien te dejo mas cosas, y hoy como emocionalmente estoy mal, te dejo menos cosas; Hoy estoy cansado pues ves la tele más porque así yo puedo descansar”, cuenta Amaya de Miguel.
Por eso, si fijamos unas normas claras y las compartimos con sus abuelos, los niños y niñas estarán en armonía y sabrán, vayan a donde vayan, cómo comportarse y qué límites no deben traspasarse.
Del mismo modo, hay que fijar unos límites con la alimentación o el ejercicio. No pasa nada si por un par de días los niños toman otro tipo de alimentación o no salen a jugar al aire libre. Pero la norma no puede ser que para premiar a los niños se les deba dar alguna chuchería. Por eso, debemos hablar y llegar a un acuerdo con sus abuelos para que sigan las mismas pautas que nosotros.
Nosotros somos los responsables de la educación de nuestros hijos e hijas, y los abuelos tienen que guiarse por nuestros valores. Aunque hagan las cosas al revés que nosotros, debemos entender sus acciones como gestos de amor hacia los nietos, no como una forma de llevar la contraria a los padres. Por eso, la comunicación con ellos es la mejor aliada para llegar a un acuerdo.