Alba Castellví, autora de Educar sin gritar: “Para guiar con ilusión, estemos atentos a cómo avanzan nuestros hijos con nuestro acompañamiento respetuoso”.
Alba Castellví es autora de Educar sin gritar, un un manual ágil y práctico sobre la convivencia diaria con los hijos. Es formadora de padres y madres y de profesores y maestros en las técnicas educativas para educar con serenidad. Realiza conferencias y talleres y escuelas de padres. Ha trabajado como docente en Primaria, en Secundaria y en la Universidad y como mediadora de conflictos en organizaciones, en comunidades y en familias. Actualmente ha orientado su labor mediadora a la relación entre padres e hijos adolescentes. Es formadora de mediadores en másters. Trabaja con niños en una escuela y es consultora en temas educativos. Colabora en medios de comunicación. Hablamos con ella sobre los retos educativos que padres y madres tenemos por delante y sobre las claves para educar con calma e ilusión, fomentando la autonomía y la autoestima y haciendo equipo con los profesores.
¿Por qué este libro? ¿Ve a los padres actuales muy desbordados y gritones?
Los padres actuales son muy sensibles a las dificultades de su labor. Tienen dudas y retos y buscan ayuda para resolverlos de la forma más educativa posible. La sociedad contemporánea, caracterizada por la falta de consenso respecto a los valores, la falta de referentes sólidos que no pertenezcan a los mundos del espectáculo o del deporte y la gran variedad de propuestas sobre modelos educativos, complica la tarea educadora de las familias. En mis charlas y talleres a menudo los padres me pedían que les recomendara un libro dónde encontrar mis recomendaciones, así que me decidí a escribirlo. Muchos de ellos me escriben para asegurarme que gritan menos después de leerlo: es una alegría. Si los padres están mejor, los niños están mejor.
¿Por qué el principio del libro va muy dedicado a combatir la sobreprotección? ¿Qué peligros tiene la sobreprotección, en su opinión?
Tiene dos peligros principales. El primero es que evita que los hijos desarrollen su potencial y la confianza en sus posibilidades. La autoestima se construye como resultado de conseguir algo por los propios medios, así que el resolver los problemas de los hijos no contribuye a que ellos crezcan con una autoestima bien fundamentada. El segundo peligro es que enseñamos a los niños que pueden “usar” a sus padres para hacer aquello que no quieran hacer por si mismos (puesto que nos comportamos de forma servicial). En el libro explico cómo evitar estos dos problemas.
¿Es este interés por estar siempre encima de nuestros hijos, controlando todo, uno de los motivos por los que no educamos en calma?
Es uno de los motivos. Si nos sobrecargamos con responsabilidades que deberían asumir nuestros hijos y no nosotros, nos sentimos más presionados y nos estresamos más, así que es normal que levantemos más la voz. Es muy importante dejar que los niños asuman sus responsabilidades e incluso que cometan errores y experimenten las consecuencias. Por ejemplo, un niño que no deshaga la bolsa de deporte y prepare la ropa para la lavadora, tendrá que asumir que cuando la necesite estará sucia y no la podrá usar. Es mucho mejor que pierda una sesión de entrenamiento que no que resolvamos el problema los padres, preparándole nosotros la ropa. De este modo se dará cuenta de que debe hacerse responsable de su equipo de deporte y no tendremos que estar cada semana presionándole para que haga lo que debe ni nos convertiremos en sus sirvientes.
¿Qué claves podría ofrecernos para educar en calma y sin gritos? ¿Qué pequeños gestos podríamos hacer día a día para lograrlo?
No repetir las órdenes más de dos o tres veces. Si lo hacemos, tenemos muchas posibilidades de acabar levantando la voz, exasperados por la frustración de no conseguir que hagan lo que deben. Ofrecerles la posibilidad de escoger entre varias opciones, asumiendo las consecuencias naturales que se deriven de su elección. Respirar profundamente varias veces antes de entrar en casa cuando venimos del trabajo, para que la inercia y la sobrecarga que llevamos no afecten nuestra labor educativa. Y muchísimos otros gestos, que quedan recogidos en el libro Educar sin gritar.
¿Qué retos tenemos los padres y madres de hoy en día?
Tenemos el reto de educar a la ciudadanía de mañana, de educar a las mujeres y hombres que van a decidir cómo va a ser el mundo dentro de nada, a las personas que van a convivir y a configurar nuestra sociedad. Tenemos el reto de educar su responsabilidad, su emocionalidad y su cordialidad, tanto para su propio bienestar como para el éxito de la convivencia en comunidad. Tenemos el reto de proporcionar a nuestros hijos un buen equipaje para su camino. Debemos asegurarnos de que podrán avanzar sin nosotros escogiendo sus propias rutas y disfrutando de los caminos que emprendan.
Nuestro proyecto, Gestionado Hijos, quiere hacer una apuesta por educar con ilusión. ¿Qué sugerencias daría a padres y madres para guiar con ilusión a sus hijos?
La ilusión nace del amor por los hijos y de la conciencia de la responsabilidad que supone educar a las personas. Nace también de nuestra capacidad de darnos cuenta de su progreso hacia la autonomía personal. Por lo tanto, creo que la mejor sugerencia para guiar con ilusión es estar atentos a cómo avanzan nuestros hijos con nuestro acompañamiento respetuoso.
Por otro lado, en Gestionando hijos estamos promoviendo, junto con la Fundación SM, el Pacto por la educación en equipo, un compromiso de 12 puntos para que profesores y padres trabajen juntos en beneficio de los niños (Más información aquí http://equipoeducativo.com/). ¿Cómo ve la relación entre padres y profesores en la actualidad? ¿Qué le parece esta iniciativa?
En ciertos contextos,la relación entre educadores profesionales y familia carece de la complicidad necesaria.Tomar conciencia de la necesidad de esta complicidad es el primer ingrediente fundamental para una educación integral de calidad de los niños.Cuando familia y profesorado trabaja codo con codo, los resultados educativos son mucho mejores.
Unos y otros tienen miradas sobre el niño que son complementarias, que se enriquecen mutuamente. La responsabilidad educativa es compartida, y por ello padres y maestros han de colaborar para lograr juntos el objetivo común. ¡Así que la iniciativa me parece muy loable!