Las etiquetas de los productos infantiles, en muchas ocasiones, son jeroglíficos: imposibles de descifrar.
Si queremos saber si lo que les estamos ofreciendo a nuestros hijos es saludable, debemos saber interpretarlas. Sabemos que no es tarea sencilla, por eso, vamos a tratar de ayudarte.
Etiquetas: qué información nos ofrece
Existe una normativa que nos protege como consumidores, que obliga a las marcas a que los productos que venden en los supermercados ofrezcan en su etiquetado información verídica y fácil de leer e interpretar con respecto a tres cuestiones: el origen del producto, los ingredientes que contiene y el valor nutricional del producto en cuestión.
En 2016, esta normativa sufrió una importante modificación en referencia a dos cuestiones: el tamaño de la letra (debía ser mayor) y la relevancia de los alérgenos, que deben destacarse sobre el resto de los ingredientes (subrayándose en negrita normalmente).
8 cosas para tener en cuenta al leer las etiquetas
1. El orden de los ingredientes marca la cantidad
Cuando leemos el listado de ingredientes, debemos tener en cuenta que aparecen listados por orden según la cantidad en el producto. Es decir, de mayor a menor, siendo el más abundante, el primero en la lista. Así, si el primer ingrediente que encontramos es el azúcar, debemos tener claro que lo más contiene ese producto es azúcar, por encima de cualquier otro ingrediente.
2. El azúcar no siempre aparece nombrado como ‘azúcar’
En ocasiones, el azúcar refinado también puede aparecer como: siropes, fructosa, sacarosa, dextrosa y todos los acabados en ‘osa’.
Tras estas denominaciones se esconden los monosacáridos o disacáridos añadidos o, lo que es lo mismo, los azúcares libres o azúcar refinado.
3. Cuánta cantidad de azúcar
En general, habría que eliminar de la cesta de la compra los productos con un alto contenido en azúcar. Más aún si son para bebés menores de tres años, para quiénes está desaconsejado el consumo de azúcar. Eso sí, no todo el azúcar es malo en sí mismo. Es el caso del azúcar de la fruta natural.
En general, si hay más de 10 gramos de azúcares por 100 gramos se considera un producto de alto contenido en azúcar. Mientras que 5 gramos por cada 100 de producto es un contenido bajo azúcar.
4. Cuidado con los jarabes, siropes y edulcorantes artificiales
Podríamos pensar que los siropes o jarabes de arce o agave son una buena alternativa al azúcar, pero nada más lejos de la realidad, ya que contienen gran cantidad de azúcares libres. Por su parte, el aspartamo y el glutamato monosódico son edulcorantes artificiales que pueden provocar problemas de resistencia a la insulina . De hecho, en alimentación infantil no está permitido el uso de edulcorantes.
5. Mantequilla, sí. Mantecas, no
La manteca es una grasa saturada de mala calidad que, sin embargo, se usa en muchos productos habituales en el día a día, como es el caso de la bollería industrial. La mantequilla, a pesar de su mala prensa, que sí es saludable.
6. Zumos concentrados, entre los ingredientes a evitar en las etiquetas de los productos para niños
Los zumos contienen gran cantidad de azúcar y, por ello, siempre es preferible tomar la fruta entera que, además, conserva la fibra. Así que si está desaconsejado beber zumos (incluso naturales), deberíamos rechazar también los alimentos que indiquen en su etiqueta que contienen zumos concentrados. Por lo general, los zumos se usan para endulzar los alimentos y debido a su alto contenido en azúcar no se pueden considerar alimentos saludables.
7. Huimos de las harinas refinadas
Lo ideal sería sustituir las harinas refinadas por granos integrales, ya que tienen un perfil nutricional mejor..
8. La sal, un ingrediente a evitar en las etiquetas de los productos para niños
Los bebés menores de 1 año no deben consumir sal y, a partir de los 12 meses, pequeñas cantidades de sal yodada. Por ello, es importante revisar las etiquetas y evitar aquellos productos que contengan cantidades altas de sal.