“Mamá, Diego y yo tenemos mucha suerte porque papá y tú no nos castigáis. No tenemos miedo a cometer errores, y si los tenemos, pensamos en soluciones para arreglarlos”. Con esta reflexión me recibió en casa mi hija de seis años, hace un par de meses, tras impartir uno de los talleres de Disciplina Positiva dirigido a padres y madres. Creo que sus palabras resumen a la perfección lo que significa educar desde esta filosofía, y dan muestra de que existen alternativas a los castigos.
Muchas personas me preguntan que cómo funcionamos en mi familia sin recurrir a métodos punitivos. Y yo, más allá de alardear sobre los pasitos que ya hemos dado, les aliento a que prueben la metodología. Porque si en mi familia hemos podido cuestionar el método tradicional, tú también puedes hacerlo en la tuya. Eso sí, para recoger reflexiones como las que os muestro hoy de mis hijos, hay que sembrar durante mucho tiempo. Y es que, como bien expone uno de los principios de la Disciplina Positiva, el camino de la educación es a largo plazo. Y esto implica, entre otras cosas, desaprender lo que ya habíamos aprendido, para aprender nuevas formar de hacer, desde un cambio de creencias. La mayor parte de personas que asisten a mis talleres, al escuchar que no usamos castigos, lo primero que verbalizan es: “Entonces si no castigo a mi hijo, ¡es como si le dejo que se salga con la suya!”.
En ese, “le dejo que se salga con la suya”, radica uno de los cambios de paradigma. “¿Por qué para hacer que un niño se porte bien, primero hay que hacerle sentir mal?” (Jane Nelsen – Co-fundadora de Disciplina Positiva). O lo que es lo mismo, pensamos que para que un niño aprenda, debe “pagar por lo que ha hecho”. Te muestro lo que el niño piensa, y en consecuencia siente, cuando el niño experimenta alguna de las formas del castigo:
· “Esto es injusto, no puedo confiar en los adultos” (sentimiento de resentimiento).
· “Ahora se han salido con la suya, pero ya me verán más tarde…” (sentimiento de revancha).
· “Voy a hacer lo contrario de lo que me dicen, para demostrarles que no tiene que ser a su manera” (sentimiento de rebeldía).
· “Soy una mala persona” (tristeza o disminución de la autoestima).
Entonces, ¿el castigo no funciona? Funciona a corto plazo, y aquí, el niño únicamente detendrá la conducta por miedo a las represalias del adulto. Habrá aprendido a chantajear, a gritar, a faltar el respeto, a no escuchar los sentimientos del otro, etc., pero no habrá adquirido herramientas que le hagan reflexionar sobre cómo afrontar el conflicto a futuro, o qué puede hacer para solucionarlo en ese momento.
Alternativas al castigo desde el enfoque de la Disciplina Positiva
· Dejar que el niño experimente las consecuencias de sus actos. Diferenciamos entre dos tipos (naturales y lógicas). Las naturales están relacionadas directamente con el acto que lo desencadena y el adulto no interviene. Un ejemplo claro puede ser que el niño pase hambre porque no ha querido comer lo que tenía en el plato. Estas consecuencias no serán efectivas cuando: el niño está en peligro. Ej.: no quiere cruzar la carretera de la mano; cuando las consecuencias naturales interfieren con los derechos de otras personas. Ej.: tirar piedras a otro niño; cuando las consecuencias naturales no resultan un problema para los niños. Ej.: no lavarse los dientes, no ducharse, no hacer la tarea, etc. Por otro lado, tenemos las consecuencias lógicas, cuya finalidad es motivar a los niños para lograr una cooperación responsable. En éstas sí intervienen los adultos y se deben acordar anticipadamente con los niños. Algunos ejemplos podrían ser: se rompe el jarrón, el niño ahorra dinero para comprar otro; si llevas juguetes al colegio, el profesor se los queda hasta que acabe el día; si no pones la ropa sucia en el cesto, no tendrás nada que ponerte. Aquí es muy importante que el niño sepa de antemano lo que sucederá si no cumple con su responsabilidad. Por lo que, si ante el mal comportamiento de un niño no se ha previsto con antelación una consecuencia lógica con él, es mejor no hacerlo en el momento, porque el niño lo interpretará como un castigo.
En general, las consecuencias son difíciles de aplicar en todas las ocasiones, y es muy habitual que los padres hagamos un mal uso y terminen siendo castigos enmascarados. Por eso, en Disciplina Positiva preferimos el enfoque en soluciones.
· Enfoque en soluciones: con este enfoque, miramos al futuro y el problema lo convertimos en reto. ¿A qué suena distinto? Aquí los niños aprenden que los errores son oportunidades de aprendizaje, desarrollan sus fortalezas aprendiendo a hacer valiosas contribuciones cuando toman decisiones respetuosas, toman consciencia de la importancia que tiene parar y tomar distancia de la situación, para actuar de manera responsable en lugar de reaccionar, y por último, aprenden a ser creativos ante un problema inesperado. Para que la solución acordada respete los principios de la Disciplina Positiva, debe reunir los siguientes criterios:
- Debe estar relacionada con la conducta a corregir.
- Debe ser respetuosa, no debe implicar culpa, vergüenza o dolor.
- Debe ser racional, debe ser justa desde el punto de vista del adulto y el niño.
- Debe ser útil para el niño y el entorno.
Te pongo un ejemplo en el que todos alguna vez nos hemos visto, o nos podemos ver en un futuro. Supongamos que vamos a aplicar el enfoque de consecuencias lógicas cuando nuestro hijo no estudia para un examen. Tenemos una charla con él, y llegamos al acuerdo (o de manera unilateral) que, si no estudia un examen, no podrá jugar a la vídeo consola durante una semana. Y ahora te pregunto, ¿qué tiene que ver “estudiar” con “vídeo consola”? A priori, nada. Probablemente, esta consecuencia infunda dolor (malestar) al niño, por lo que no será respetuosa. El tema de la racionalidad puede ser más controvertido, pero a priori parece que no estudiar para un examen frente a una semana “sin algo” puede parecer excesivo. Y en cuanto a la utilidad, te pregunto: ¿que niño no juegue a la vídeo consola implica de manera directa que el niño estudie? Hay personas que pensarán que sí, entonces creo que aquí entraríamos en el debate de si es conveniente que los niños dependan de motivadores externos para cumplir con sus responsabilidades. Por lo tanto, a priori, no parece que esta consecuencia sea muy lógica.
Para afrontar el tema del ejemplo, “mi hijo no estudia su examen (y suspende)”, podemos, o bien dejarle experimentar lo que siente (y aquí entra en juego la importancia que el niño le da a los estudios o a ese examen concreto), o ayudarle a que se enfoque en soluciones. Para ello, el adulto de manera respetuosa acompañará al niño a pensar en posibles soluciones. Te muestro dos maneras de abordarlo:
– Puedes hacer un brainstorming (lluvia de ideas), con tu hijo. En una primera ronda, cada parte, adulto y niño, aportan lo que se les pase por la cabeza, sin pensar mucho. Es la fase de “todo vale”. Recuerda en esta fase no cuestionar a tu hijo, procura que se sienta valioso, que lo que él cuenta también es valioso. En una segunda ronda, tú como adulto, aplicas los cuatro criterios que te he mostrado antes (relacionado; respetuoso, racional y útil) a cada propuesta, y las que no cumplan con ellos, se eliminan del listado, ojo, ¡las tuyas y las suyas! Por último, pide a tu hijo que escoja una alternativa y que se comprometa a llevarla a cabo en los siguientes días. A partir de este momento es muy importante que le des seguimiento a tu hijo por si necesita tu apoyo, reconducir la solución en cuestión, o comentarte cualquier tema. Y muy importante, no olvides establecer una fecha límite para que la solución se cumpla, siempre que sea necesario/oportuno.
– Otra herramienta de la Disciplina Positiva para enfocarnos en soluciones son las reuniones familiares. Tienen muchos beneficios para sus miembros. Capacitan para la vida, desarrollando destrezas de comunicación, cooperación, respeto mutuo, creatividad, responsabilidad, además de que aprenden a expresar sus sentimientos y a cómo divertirse o disfrutar en familia. Se llevarán a cabo una vez a la semana, y tienen como objetivo fortalecer la cercanía y la cooperación entre todos los miembros de la familia. Se empieza la reunión con un agradecimiento de cada miembro de la familia a los demás. A continuación, se revisa la agenda familiar de las reuniones los temas que se van a tratar. La agenda es una libreta en la que todos los miembros de la familia podrán apuntar conflictos o ideas que quieran tratar durante la reunión semanal. Se expone el conflicto, y todos los miembros proponen una solución. y se apuntará, para revisarla en la siguiente junta de aula. Es muy importante revisar, cada junta, lo acordado en la anterior.
En resumen, mientras que los métodos punitivos se centran en el pasado, e infunden miedo, vergüenza, culpa y humillación al niño, el enfoque en soluciones se focaliza en el futuro, ve los errores del niño (malos comportamientos) como oportunidades de aprendizaje, y confía en que el niño, con la ayuda del adulto cuando sea necesario, será capaz de dar alternativas para resolver el problema.
Te animo que escuches a tus hijos, que dejes de ordenar y empieces a y les des espacio para que colaboraren en la resolución de problemas.
Puedes aprender estas herramientas y muchas más en los talleres que imparto en la Escuela de Padres de D&D Coaching.