Queremos que nuestros hijos adoren la lectura convirtiéndose en ávidos amantes de los libros y que desarrollen su creatividad adquiriendo las habilidades necesarias para escribir. Queremos, en definitiva, acercarlos a la aventura de leer y escribir para que adquieran un hábito que les permita disfrutar de las maravillosas historias que entraña cada cuento, cada libro y cada lectura; un hábito imprescindible para adquirir cualquier conocimiento a lo largo de toda su vida, además de servirles para evitar el temido fracaso académico (que normalmente empieza por un fracaso lingüístico).
Pues bien, hace solo unas semanas nos propusimos averiguar si preparamos a nuestros hijos para la aventura de leer y escribir mediante un test en el que participaron más de 1.000 padres y madres. Os comentamos los resultados:
Sobre la cuestión que tiene que ver con animarlos a realizar juegos audiovisuales de lectura y escritura, más de la mitad respondió que lo hacía ‘de vez en cuando’, frente al 27% que lo hacía siempre y el 20% que no lo hacía nunca. Esta última respuesta es la correcta. ¿Por qué?
Maite Vallet y su equipo de Leolandia aconsejan no utilizar este tipo de juegos para practicar la lectoescritura debido a que durante la infancia los aprendizajes se logran estimulando el desarrollo motriz y sensorial de nuestros hijos. Y evidentemente el estímulo que impulsan las ‘máquinas’ contradice su desarrollo natural, forzándoles a un aprendizaje estático que les hipnotiza. Como sabemos –nos lo indica la psiquiatra Marian Rojas Estapé– la corteza prefrontal de los niños, aún en crecimiento, se activa mediante los estímulos: luz, sonido y movimiento. Si a un niño se le da un móvil o una tablet cuando la corteza prefrontal todavía está creciendo, se impide su maduración. Lo que conseguimos con los dispositivos audiovisuales es afianzar el déficit de atención y la hiperactividad de nuestros hijos.
El estímulo que impulsan las ‘máquinas’ contradice su desarrollo natural, forzándoles a un aprendizaje estático que impide su maduración
Sobre las otras cuestiones del test, la gran mayoría son respuestas acertadas. Opinamos que el objetivo de aprender a leer es comprender el mensaje de las palabras (un espectacular 98%) y que el objetivo de aprender a escribir es saber redactar lo que se desea comunicar (casi un 99%). Y, aunque algunos opinan que lo que más motiva a sus hijos es aprender a leer y escribir es contentar a sus progenitores (19%), el grueso considera que lo que más les interesa es disfrutar leyendo y escribiendo cuentos (66%).
Por otro lado, somos plenamente conscientes de que la responsabilidad del aprendizaje de la lectoescritura debería compartirse entre el colegio y la familia (98%) y que es importante leer a nuestros hijos e hijas cuentos, todos los días, mostrándoles las ilustraciones (casi 64%). También descubrir que comprenden las historias que escuchan y que saben leer las imágenes de los cuentos, narrándolo con sus propias palabras (72%).
Por último, mientras que el 33% opina que su hijo se inicia en la escritura copiando letras y palabras, el 59% considera que lo debería hacer dibujando sus propias historias. Historias a las que, poco a poco, irá añadiendo palabras.
Sustituyendo los juegos audiovisuales de lectura y escritura por cuentos y otras actividades lúdicas, sensoriales y motrices, ¡ayudamos a nuestros hijos e hijas a embarcarse en la aventura de aprender a leer y escribir!