El 57% de los españoles aseguran haber sufrido ansiedad, una enfermedad cuya incidencia se está disparando en los últimos años. Lo que realmente resulta chocante es que los datos aumentan no solo en la población adulta, también en los niños y adolescentes. Una enfermedad asociada a adultos, se está diagnosticando cada vez más en niños.
¿Pero cuál es el factor que desencadena la ansiedad? “Nuestra autoexigencia por el perfeccionismo. Nos exigimos demasiado, queremos ser perfectos y que los demás así lo reconozcan, lo cual es muy peligroso” asegura el filósofo José Carlos en su libro ‘El arte de pensar’. Y esto, en parte debido a las redes sociales y al mundo virtual, está llegando también a nuestros hijos.
El reconocimiento social VS nuestro propio reconocimiento
Para José Carlos, la ansiedad está íntimamente ligada a nuestro deseo de ser reconocidos socialmente: “cuando una persona intenta mejorar para sí misma, aumenta su autoestima y, por lo tanto, se esfuerza en progresar. Es un ejercicio voluntario, que hacemos por nosotros mismos, y que nada tiene que ver con la percepción del otro. El problema viene cuando sentimos la necesidad de que los otros sean los que nos pongan la etiqueta, lo que nos provoca agotamiento al tratar de alcanzar los estándares de éxito que la sociedad ha puesto. Es entonces cuando entramos en esa hiperexigencia de ser los mejores: mejores trabajadores, mejores padres, mejores amantes, mejores físicamente… Esta presión termina pasándonos factura y activando el mecanismo de la ansiedad”.
La mejor foto de Intsgram, el mayor número de seguidores, ser el mejor estudiante, tener un buen cuerpo… son algunas de las exigencias que provocan esta ansiedad en niños y niñas cada vez más pequeños. “Los modelos virtuales de éxito, muy difíciles de alcanzar, irreales, generan una insatisfacción constante en nuestros hijos”.
Claves para evitar que nuestros hijos sufran esta ansiedad, por José Carlos Ruiz.
- Enseñarlos a aceptar los designios del destino, es decir, hacerles entender que lo que sucede en su vida no depende exclusivamente de ellos, que hay mil factores incontrolables e imponderables que se escapan a los propósitos de uno.
- Conseguir que el éxito de nuestros hijos esté dentro de la cotidianidad. Que se sientan exitosos simplemente porque tú los quieres mucho. Que valoren las cosas que tienen.
- Bajarles las expectativas. Enseñarles a ser realistas.
- Valorar más en ellos el esfuerzo que el resultado.
- Conseguir que hagan las cosas, no pidiendo una valoración externa, sino una valoración interna. En este sentido, por ejemplo, si quieren abrirse un canal de YouTube, que no puedan ver los seguidores que tienen, que se lo abran solo porque les encanta grabar vídeos.
La principal necesidad de reconocimiento tiene que venir de nosotros mismos, saber que hacemos las cosas lo mejor que podemos, que tratamos de mejorar como persona, pero que las ambiciones que tenemos son realmente nuestras, y no prestadas. De lo contrario, después de perseguir o imitar el modelo de éxito de terceros, sin haberlo sometido a la convención de uno mismo, descubriremos que una vez logrado no nos hace felices ni son sentimos satisfechos. Y esta es la verdadera enseñanza que debemos transmitir a nuestros hijos.