¿Os habéis parado a pensar en la diferencia entre educar en la obediencia y educar en la responsabilidad? Puede que no hayáis reparado en esta cuestión, pero realmente es algo que tenemos que plantearnos para enfocar la educación que damos a nuestros hijos e hijas.
El psicólogo y terapeuta familiar Antonio Ortuño nos hablará sobre este tema en la ponencia que dará en nuestro evento online Homenaje a la Educación, titulada: “Educar para una convivencia familiar inteligente“.
Hemos querido hablar con él para que nos adelante más detalles sobre este tema tan interesante que tratará en su ponencia:
Antonio, ¿a veces educamos de forma poco inteligente, de una forma que, a la larga, nos puede perjudicar (a nosotros y a nuestros hijos? De ser así, podrías ponernos un ejemplo…
Para mí educar en la incoherencia es la forma menos inteligente de educar: es más cómoda a corto plazo para educar, pero a larga puede ser nefasta para la convivencia familiar y para el futuro del hijo.
Educar en la incoherencia es decir algo que vamos a hacer, pero al final hacer algo que no hemos dicho. Esto significa que el hijo se siente engañado por esas figuras que le deben dar seguridad y confianza para poder crecer y madurar. Esto significa que los padres dejan de ser una fuente de información creíble para sus hijos. Esto significa que se aumenta la probabilidad de desajustes psicológicos presentes y futuros.
En todas las terapias psicológicas que realizo, en todas, ayudo a los padres a analizar esas incoherencias (que existen en todos los hogares) y a reducirlas.
Siempre has dicho que las claves en la educación son los límites, las normas y el cariño… ¿por qué cuesta tanto conjugar bien, en su justa medida, esta ecuación?
Hace años escribí esta frase: besos sin límites, pero límites con besos. Cuando se ponen límites siempre aparecen emociones que hay que atender, en su debido momento. Hay que ser amables siempre con las emociones de nuestros hijos, pero muy coherentes a la hora de poner límites.
Es fundamental la búsqueda del equilibrio, porque reflejan las dos grandes funciones parentales que desde 2006 plantea el Consejo de Europa a través de la parentalidad positiva. Los profesionales debemos asesorar a las familias con herramientas validadas y testadas para conseguir poner límites de manera respetuosa.
Yo estoy muy contento porque la técnica del semáforo inteligente está ayudando a muchas familias a encontrar ese equilibrio.
¿Por qué tendemos a pensar que un niño bien educado es aquel que obedece todas las normas de los adultos? ¿Qué consecuencias tiene esto?
La educación debe buscar la responsabilidad, no la obediencia. La obediencia es hacer lo que otros quieren, la responsabilidad es la habilidad de responder, con tus recursos y tus competencias, atendiendo a tu propio sistema de valores. Y la responsabilidad no tiene edad, se puede entrenar a cualquier etapa evolutiva.
Por ejemplo, Antonio, si educar en la obediencia tiene como resultado niños obedientes, pero no responsables…. ¿Esto podría explicar por qué solo cumplimos las normas si nos obligan, si hay multas detrás? Se me ocurre como ejemplo el uso de mascarillas, el quedarnos en casa…
Para ser responsables es necesario poder tomar decisiones. Y los padres deben distribuir las decisiones del hogar, porque ni es bueno que los padres tomen todas las decisiones, ni es bueno que los hijos tomen todas las decisiones. Por eso, repartir las decisiones en el hogar es una forma de poner límites.
El semáforo inteligente reparte las responsabilidades en el hogar, las que deben tomar los adultos (semáforo rojo), las que deben tomar los hijos con la supervisión adulta (amarillo), y las que ya pueden asumir los hijos (verde).
Pues bien, para tomar decisiones, para fomentar la responsabilidad en los hijos, los padres continuamente están estructurando alternativas y consecuencias, que es lo que necesita el cerebro para tomar decisiones.
¿Qué estrategias motivadoras usan las madres y los padres? ¿Las amenazas, las regañinas, la aplicación de consecuencias negativas, los mensajes culpabilizadores? Estas estrategias invitan al conflicto mal resuelto, al miedo, a la provocación y se alejan de la responsabilidad.
Antonio, creo que en la actualidad estás investigando tu metodología de trabajo educativo con las familias, ¿es así?
Sí, yo llevo trabajando con familias treinta años, y desde hace unos años quería poner a disposición mi metodología para que se investigara. El equipo de FamilyPsych de la Universidad de Deusto se interesó y hemos empezado a validar mis instrumentos de evaluación que utilizo en las terapias.
La idea es poder aportar a las familias herramientas que les sirvan para construir una convivencia familiar positiva. Aprovecho para pedir la colaboración de las madres y padres que estén leyendo esto. Si pinchan en el siguiente enlace, podrán rellenar un par de cuestionarios sobre sus habilidades parentales.
Por un lado, se beneficiarán porque les llegará un informe con recomendaciones, y, por otro lado, ayudarán a otras familias cuando esté validado. El enlace es https://habilmind.es/gestionandohijos. Creo que es muy importante que las recomendaciones educativas que damos a las familias estén científicamente testadas y probadas.
En tu nuevo libro, una guía ilustrada para una convivencia familiar inteligente, expones de una manera muy sencilla y amena tu metodología para poner límites sin perder de vista las emociones. Imagino que irá en la línea de lo que quieres exponer en tu ponencia… ¿Cuál es el mensaje más claro que quieres dejar con tu ponencia?
Mi ponencia, al igual que mi último libro, puede resultar de utilidad a una cantidad muy diversa de personas y familias, tal y como se configura ahora nuestra sociedad. La propuesta se adapta a cualquier tipo de familia, a cualquier problemática educativa y psicológica y a cualquier edad que tenga la prole.
Yo pretendo en mis conferencias, talleres y terapias que la psicología se convierta en algo que tenga una influencia real en el bienestar y en la felicidad de las personas y las familias.
En este caso que repercuta en fomentar una convivencia familiar inteligente, donde los padres aprendan a analizar sus habilidades parentales, a aprender otras formas de educar con evidencia empírica de su eficiencia (en mi caso están validando mi metodología un equipo de investigadoras de la Universidad de Deusto) y a actuar, a motivar para el cambio. Espero que sea de utilidad y la disfruten muchas familias.
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