El fabricante de juguetes Mattel anunció hace tres meses que su muñeca Barbie invertirá en un proyecto que busca desmontar los estereotipos sexistas. El programa, denominado Dream Gap (La brecha de los sueños), busca concienciar sobre las causas “que impiden a las niñas alcanzar su potencial pleno”, y es que, a diferencia de los niños, las niñas tienden a los 5 años a no considerarse inteligentes y a perder confianza en sus capacidades, según un estudio elaborado por tres universidades estadounidenses.
Marvel ha hecho autocrítica y ha reconocido que parte de la culpa la tienen los estereotipos que se les transmiten a través de los juguetes.
Veamos la campaña:
Los juguetes son sexistas
¿De verdad un “simple” juguete puede hacer tanto daño a la autoestima de las niñas? Como nos contaba Alba Alonso, profesora y directora de Real Kiddys, “a través de esta diferenciación sexista entre juguetes les estamos “vendiendo” diferentes historias a nuestros hijos. Tanto a ellos como a ellas les estamos contando que lo primordial para las niñas es estar guapas, limpiar la casa y cuidar del bebé. Pero también que lo primordial para los niños es ser arriesgados, valientes, líderes y muy activos. Lamentablemente estas opciones son excluyentes. Niñas y niños no pueden acceder a ambos mundos, porque según el marketing juguetero su sexo te lo impide”.
Solo hay que ver un catálogo de juguetes o darse un paseo por la sección infantil de unos grandes almacenes para darse cuenta de que hay dos universos totalmente diferenciados: el rosa para las niñas, y el azul para los niños. Pero no es solo una cuestión de colores.
Veamos la campaña que llevó a cabo Carrefour Argentina el Día Internacional del niño.
Con C de campeón, con C de cocinera. El problema de esta campaña es que por muy extrema que nos parezca es el día a día en el universo juguetero. “Las niñas siguen “escogiendo” actividades pasivas: juegos con muñecas, casitas, cocinitas, maquillaje. Son juegos dentro del hogar que perpetúan el rol de cuidadora que se nos ha impuesto siempre. Mientras tanto los niños juegan a superhéroes, exploradores, científicos, futbolistas…. Y a la vez que juegan, están entrenando cosas diferentes a lo que nosotras entrenamos. El juego, ya desde pequeños, les va diciendo cuál es su lugar en la sociedad, y esto va marcando su personalidad”, asegura la autora del libro ‘Educar en el feminismo’, Iria Marañón .
Las consecuencias de esta diferenciación sexista en la forma de jugar y en los juguetes no las sufren solo las niñas, a los niños se les inculca que tienen que ser duros, fuertes, valientes, poderosos, agresivos, no pueden llorar, no pueden expresas sus emociones… “Estamos totalmente equivocados. Un hombre no es un hombre por todas estas cosas. Hay muchos tipos de hombres, y se puede ser un hombre siendo complaciente, llorando, siendo débil, vulnerable. Muchos hombres no se sienten identificados con este modelo de hombre y no cumplen con estos cánones de la masculinidad hegemónica. Hay que liberarlos a ellos también” apunta Iria Marañón.
Los juguetes perpetúan la agresividad de los niños
¿A qué juegan los niños? En la mayoría de las ocasiones a luchar. Pistolas, espadas, tanques… son solo algunos ejemplos de los juguetes asociados al sexo masculino. ¿Qué ocurre? Que el cliché de que los niños son agresivos perpetua esa agresividad. “Como los niños son agresivos y violentos, si un niño lo es no lo corregimos, es algo que se da por normal, propio de su género. Ese es el problema, no estamos corrigiendo la agresividad y puede acabar convirtiéndose en una forma de control hacia las mujeres” continúa Iria.
¿Qué podemos hacer frente al sexismo en la publicidad de juguetes?
- Transmitir el mensaje claro de que “los juguetes son para todos y tienen derecho a elegir libremente el que más les guste, independientemente de su sexo”.
- Comentar las campañas de publicidad que nos parezcan sexistas para transmitir valores. Por ejemplo: “¿Te has fijado en que en ese anuncio de bebés muñecos no sale un niño? ¿Qué te parece? Pero a papá le gustan los bebés, ¿verdad? Y los juguetes son para todos…”. O: “¿Has visto que en ese anuncio de coches de juguete solo salían chicos? Y mamá también conduce, y la tía, y la abuela, y la mamá de tu amiguita… ¿Verdad que conducir no es algo que solo hagan los hombres?
- Transgredir estos cánones: ¿Por qué no regalar a nuestros hijos un muñeco bebé o a nuestras hijas un garaje de coches?
- Transmitir referentes que se salen del estereotipo: hay hombres enfermeros, padres que cuidan a bebés, mujeres aventureras, mujeres científicas…
Para terminar, lanzo dos preguntas para la reflexión: Si tu hija te pide por su cumpleaños que le regales un parking de coches, ¿qué harías? Y si tu hijo te pidiera una barbie, ¿tu respuesta sería la misma que en el caso anterior?