¿Habéis utilizado alguna vez Bizum? O por lo menos, ¿habéis oído hablar de ello? Bizum, para los más despistadillos, es una plataforma de pago mediante la cual podemos enviar y recibir dinero entre amigos, pagar en comercios online y donar a ONGs. Todo desde el móvil y de forma inmediata. Los usuarios españoles de esta plataforma ya superan los 14 millones. Es muy probable que algunos de ellos estéis leyendo este artículo.
Y ahora lanzo una pregunta a quienes la habéis usado: ¿Quién os ha enseñado a usarla? ¿Habéis recibido alguna formación específica? Seguramente la respuesta sea no. En en la mayoría de los casos, habéis aprendido por vosotros mismos. Y esto es posible gracias a que tenemos todas esas habilidades que nos permiten aprender cosas de una forma autodidacta.
Analicemos esta experiencia con Bizum, ¿cuáles son esas habilidades, capacidades que nos han permitido aprender a usarlo por nosotros mismos?
- Aprendizajes previos. Haber utilizado previamente la aplicación de nuestro banco nos ha dado unos aprendizajes que hemos podido aplicar al usar Bizum.
- Confianza. Saber que otras veces hemos utilizado apps (aunque sean de otro tipo) de forma satisfactoria, nos da la confianza que necesitamos para lanzarnos a usar algo que, a priori, desconocemos.
- Persona que controla nuestro aprendizaje. En este caso, es la persona que nos ha propuesto usar esta herramienta, suele ser la que va a recibir esa transferencia a través de Bizum. Nos anima a usarla, nos da alguna orientación y, sobre todo, nos notifica que lo ha recibido correctamente, reforzando de esa manera nuestra confianza por haberlo hecho por primera vez, nosotros solos.
- Perseverancia: Podría ocurrir que la persona nos avise de que aún no le ha llegado ese dinero, sabríamos que hemos hecho algo de forma incorrecta y tendríamos que volver a intentarlo.
Para que todo este proceso de aprendizaje suceda, se tiene que haber dado una circunstancia muy importante: que sintiéramos que el reto que teníamos por delante era un reto ajustado a nuestras capacidades. Sólo si nos sentimos capaces podremos dar el paso y afrontar el reto de forma satisfactoria. Además, esta experiencia positiva aumentará nuestra motivación por aprender (la motivación nace de la emoción por aprender y se consolida experimentando esa sensación de haberlo logrado por uno mismo).
Este ejemplo puede trasladarse a nuestros hijos e hijas. Cambiemos Bizum por, por ejemplo, una división. Hay muchos niños que aprenden a dividir por sí mismos. Y no es raro, tienen todas las habilidades que les permiten aprender a hacerlo de forma autodidacta:
- Aprendizajes previos. Saben sumar, restar y multiplicar, que son las operaciones que requiere una división.
- Confianza. Ellos ya han vivido esta experiencia porque tuvieron que aprender a restar, y en ese momento seguro que se ayudaron de todo lo que sabían de la suma y se dieron cuenta que podían dar ese pasito más. También fueron capaces de darlo cuando aprendieron a multiplicar… Por tanto, tienen confianza en que, si saben sumar, restar y multiplicar, seguro que pueden aprender a dividir.
- Persona que controla nuestro aprendizaje. En este caso, será la profesora o profesor, o alguien de su familia, esa persona que les anima a aprender, que les da esas pequeñas pistas u orientaciones que les permiten encontrar el camino para resolver el reto por si mismos y, además, les muestran los posibles errores para que aprendan de ellos.
- Perseverancia: Para seguir intentándolo hasta que les salga bien, y hasta que sientan que dominan la nueva operación.
Qué podemos hacer las madres y padres para fomentar esa actitud autodidacta
La actitud autodidacta no es innata. Hay que trabajarla para potenciarla, y aquí tenemos un papel fundamental las madres y padres. Los orientadores del método Kumon nos ofrecen algunos consejos fundamentales en este proceso:
- Seamos pacientes, el proceso de aprendizaje siempre es a medio – largo plazo.
- Tengamos en cuenta sus emociones y el efecto que podemos provocar con la valoración que hagamos de su proceso de aprendizaje.
- No nos fijemos sólo en el resultado, descubre cómo aprende tu hijo, cómo mejora, cómo evoluciona, el esfuerzo que hace…
- Planteemos retos adecuados a sus capacidades.
- Guiemos sus pasos hacia objetivos concretos.
- Impulsemos su desarrollo reconociendo cada día su esfuerzo.
- Démosles autonomía. La sensación de haber logrado algo por uno mismo, incrementa las ganas de aprender.
- Inculquemos desde casa rutinas y buenos hábitos de estudio.
Antonio Campoy, director de desarrollo de Kumon España, nos invita a reflexionar sobre este tema en un breve vídeo de 5 minutos: