El alfarero o la cultura del esfuerzo

El cortometraje El alfarero nos presenta a un aprendiz que quiere crear figuras de barro como un experto y se frustra al no conseguirlo. Si vemos este cortometraje con nuestros hijos más mayores, a partir de 10 años, podremos debatir sobre la cultura del esfuerzo.

Aprender algo nuevo no es fácil, implica mucho esfuerzo y supone cometer muchos errores antes de acertar. Sobre esto va el cortometraje El alfarero, que nos presenta a un aprendiz que quiere crear figuras de barro como un experto y se frustra al no conseguirlo. Si vemos este cortometraje con nuestros hijos más mayores, a partir de 10 años, podremos debatir sobre la cultura del esfuerzo y la satisfacción que nos produce cuando tiene su recompensa. Y también podremos hablar del talento y las habilidades naturales que todos tenemos dentro y tenemos que aprender a sacar.

Dentro vídeo:

Este cortometraje es un proyecto de tesis de Josh Burton, entonces estudiante del Savannah College of Art and Design.

Claves para favorecer el aprendizaje y el esfuerzo

En este cortometraje podemos descubrir muchas claves para favorecer el proceso de aprendizaje y fomentar la cultura del esfuerzo:

  1. El experto alfarero confía en su aprendiz y mantiene la calma.  Espera pacientemente a que asimile lo que aprenda y saque lo que tiene dentro.
  2. El aprendizaje no es tanto meter dentro como sacar fuera. Si nos fijamos, el aprendiz no empieza a dominar el arte de la alfarería hasta que saca lo que lleva dentro.
  3. La emoción es protagonista en el aprendizaje. Sin emociones no hay aprendizaje, a pesar de que siempre se ha dado todo el protagonismo a la razón,  como nos decía Mar Romera.
  4. Los errores son necesarios y oportunidades para aprender. Aunque a todos nos gustaría acertar a la primera, no hay atajos en el aprendizaje y en el esfuerzo. Y los errores, que siempre queremos evitar y solemos rechazar, son el motor del aprendizaje.
  5. La frustración es un paso más hacia la superación del reto. Esforzarse y no lograr el objetivo frustra, ¿verdad? Pero aprender a convertir esa frustración en un trampolín que nos ayude a superar el reto es todo un arte. Por eso, estamos muy de acuerdo con Noelia López-Cheda (“¿Tolerar la frustración?”),  cuando dice que “no tenemos que enseñar a los niños a tolerar la frustración“, entendiendo por tolerar vivir bien la frustración, aguantarla estoicamente, sino que “tenemos que enseñarles a gestionar sus opciones”. Esto quiere decir que ante un obstáculo, tolerar la frustración nos llevaría a aguantar la insatisfacción que nos produce este obstáculo, pero gestionar las opciones nos pone en marcha para superarlo.

Si te interesa fomentar la cultura del esfuerzo, puedes ver estos artículos:

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