“Hace algunas décadas, los estudios llegaban a la conclusión de que lo que mejor predecía la calidad de vida de nuestros hijos era el nivel de estudios de los padres. Actualmente, el indicador más fiable para predecir la calidad de vida y felicidad de nuestros hijos es la autoestima”, nos dicen el psicólogo Rafa Guerrero y la diplomada en traumaterapia infantil-sistémica Olga Barroso en su libro ‘Vinculación y autonomía a través de los cuentos”, en el que añaden: “A pesar de estos hallazgos, no suele ser algo que se fomente ni desarrolle en la familia y en la escuela”.
Algunas falsas creencias sobre la autoestima
Lo cierto es que en torno a la autoestima, siguen muy vigentes algunas ideas erróneas que no ayudan a construir una autoestima sana en nuestros hijos. Las repasamos:
La autoestima depende de uno mismo
Solemos pensar que el hecho de que una persona tenga una autoestima alta o baja depende de uno mismo. El motivo lo encontramos en el prefijo ‘auto’, pero nada más lejos de la realidad. “La autoestima de un niño depende, en esencia, de los adultos significativos que haya alrededor de él”, nos dicen Guerrero y Barroso. De la misma opinión es la psicóloga Begoña Ibarrola: “Hasta por lo menos los 6 años, la autoestima de nuestros hijos no es auto, sino que depende de lo que los adultos pensemos de ellos, por eso tenemos que ser muy cuidadosos y tener muy en cuenta el enorme poder que tenemos sobre ella”.
La autoestima viene dada geneticamente
Uno de los eternos debates es si la autoestima está determinada por la genética o por el ambiente en el que nos desarrollamos. “Está claro que algunas características genéticas, como el temperamento, pueden facilitar o dificultar nuestra tarea, pero, en esencia, la autoestima se labra en casa y con los adultos significativos que están alrededor del menor”, aseguran Guerrero y Barroso.
La autoestima, cuanto más alta, mejor
Es cierto que la si la autoestima es baja, nuestro hijo se sentirá incapaz de llegar a cabo muchas tareas, pero “si la autoestima es demasiado alta, es posible que le estemos dando un feedback a nuestro hijo que no es el correcto. Si el mensaje que le lanzamos a nuestros hijos es que podrán con todo lo que se propongan, en algún momento, tarde o temprano, se darán cuenta de que no es así, y la frustración y el desconcierto serán mayúsculos“, afirman Guerrero y Barroso.
5 errores que cometemos las madres y padres que merman la autoestima de nuestros hijos
Como hemos dicho, la autoestima de nuestros hijos, por lo menos en los primeros años de vida, no es auto, sino que la forjamos sus figuras de referencia (normalmente, madres y padres).
Hay algunos errores que cometemos en nuestra relación con ellos que pueden herir muy gravemente su autoestima. Los vemos:
1.Sobreprotegerles
Sobreproteger a los niños y niñas consiste, básicamente, en hacer cosas por ellos que ya podrían hacer por sí mismos. Les restamos autonomía y les mandamos un mensaje muy peligroso: “Tú no puedes hacerlo por ti mismo, no confío en que lo consigas sin mi intervención”.
Como explica Eva Millet, autora de libros como “Hiperpaternidad” o “Niños, adolescentes y ansiedad”, la sobreprotección da como resultado “niños menos autónomos, más inseguros, más frágiles… que no se atreven a lanzarse, a buscar su talento o a explorar sus mundos porque tienen miedo”.
2.Poner sobre ellos unas expectativas demasiado altas
Nuestros hijos no son nosotros, y no vinieron a este mundo para cumplir nuestros sueños frustrados o planeados para ellos. Por eso, proyectar expectativas sobre nuestros hijos e hijas es muy peligroso, porque aunque lo hagamos con toda nuestra buena intención, les estamos limitando.
Es importante que no perdamos de vista estas palabras del profesor Francisco Castaño: “Con los hijos hay que tener ilusiones, no expectativas. Si te generas expectativas estás perdido. Porque como tu hijo no las cumpla, tú te frustras y a tu hijo le bajas la autoestima”.
3.Ponerles etiquetas
Otro factor limitante de la autoestima y el potencial de nuestros hijos son sin duda las etiquetas, tanto las que consideramos “negativas”, como las “positivas”. José Ramón Gamo, especialista en neuropsicología infantil, explica que los niños se acaban “creyendo estas etiquetas y hacen de ellas su papel y su rol”, es decir, que acabarán actuando según la etiqueta que les pongamos.
Por lo tanto, la imagen que trasladamos a nuestros hijos e hijas respecto de lo que pensamos de ellos va a afectar a su autoestima y personalidad.
4.No cubrir sus necesidades emocionales y afectivas
John Bowlby, padre de la teoría del apego, decía que la autoestima depende, en gran medida, de la calidad del apego. Aquellas personas que tengan un apego seguro tendrán también una alta autoestima; en cambio, las personas con apegos inseguros, suelen evidenciar una baja autoestima.
El apego está directamente relacionado con la autoestima. Un apego seguro da como resultado niños con una alta autoestima. Y un apego inseguro, niños con baja autoestima
“Si los padres cubrieron las necesidades emocionales de sus hijos, les transmitieron que eran personas válidas, respetables y dignas de ser amadas. En cambio, los padres poco sensibles a las necesidades emocionales de sus hijos, tendrán un apego inseguro y una baja autoestima”, nos dicen Guerrero y Barroso.
5.Plantearles retos inalcanzables
“En función de cómo enfoquemos sus objetivos y logros, así será su autoestima”, nos dicen Guerrero y Barroso.
¿Esto qué quiere decir? Que los niños necesitan que sus padres les propongamos retos alcanzables y que las atribuciones a la consecución o no de esos retos sean acordes a su edad, destreza, personalidad, nivel de desarrollo. Guerrero y Barroso lo explican muy bien con un ejemplo: “No se trata de que le echen una carrera a un caracol, pero tampoco a Usain Bolt”.
Algunas pautas para cuidar la autoestima de nuestros hijos
Rafa Guerrero y Olga Barroso dan algunas pautas para ayudar a nuestros hijos a crecer con una autoestima sana en su libro ‘Vinculación y autonomía a través de los cuentos’.
- Empoderar a nuestros hijos, creer en ellos y confiar en todo lo que pueden hacer.
- Dejar que se prueben y se midan. Siempre y cuando la situación sea segura y carente de peligro, debemos dejar que vean hasta dónde son capaces de llegar.
- Jamás silenciemos sus opiniones y emociones. Aunque no sean las nuestras.
- El poder del todavía. Algunas habilidades, destrezas y conductas no las pueden conseguir en el momento presente. No pasa nada. No las dominan todavía, pero eso no quiere decir que no sean capaces de lograrlo en el futuro. Cuando nos digan que no pueden hacer algo, añadamos: “todavía”.
- Reconozcamos tantos sus fortalezas como sus debilidades o tareas que no son su fuerte.
- Aceptemos sus errores y veámoslos como parte del proceso de aprendizaje. Las personas con una autoestima alta tienen menos dificultades para aceptar sus errores.
- No caigamos en la sobreprotección y hagamos por ellos cosas que ya podrían hacer por sí mismos.
- Pongamos retos ajustados a su nivel de desarrollo.