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Bei M. Muñoz (Tigriteando): “Parece que los padres educamos a los niños, pero realmente son ellos los que han venido a cambiarnos, a alentarnos a ser nuestra mejor versión”

Hablamos largo y tendido con Bei, ganadora del Premio Bitácoras al blog de crianza, de cómo ve la educación, cómo lleva ser un referente en maternidad y de las relaciones entre padres y profesores. "La maternidad ha superado todas mis expectativas, en el amor, que nunca pensé que podría ser tan fuerte, y también en el cansancio y la desesperación"

Bei M. Muñoz (Tigriteando): “Parece que los padres educamos a los niños, pero realmente son ellos los que han venido a cambiarnos, a alentarnos a ser nuestra mejor versión”

Ganador del Premio Bitácoras 2016 al blog de crianza, Tigriteando plasma cómo ve la educación, la crianza y las pedagogías alternativas Bei M. Muñoz. En este blog que siguen en Facebook  más de 60.000 personas podemos encontrar reflexiones y formaciones sobre Disciplina Positiva y Montessori, actividades para hacer en casa con los niños, posts muy personales sobre la visión de la maternidad, viajes… Bei, madre de tres niñas, habla mucho en su blog de las necesidades de la infancia y del autocuidado (“no vas a poder cuidar sino te cuidas tú primero”, dijo en un post sobre el sentimiento de culpa). En sus textos deja claro que “los días son largos, los años cortos” y confiesa que “la maternidad ha superado todas mis expectativas, en el amor, que nunca pensé que podría ser tan fuerte y también en el cansancio y la desesperación, que nunca pensé que podrían ser tales”. Hablamos largo y tendido con Bei de cómo ve la educación, cómo lleva ser un referente en maternidad y de las relaciones entre padres y profesores: “Tenemos que ser un equipo, dejando atrás nuestros egos, por los niños”.    

 

¿Cómo surgió la idea de Tigriteando? ¿Por qué se llama así el blog?

Realmente fue algo muy casual, yo publicaba en redes sociales fotos de las niñas haciendo manualidades y mis amigas me pidieron un blog para tenerlas recopiladas. Como el mote cariñoso de las niñas era “tigris” -de tigresas- por eso se llamó Tigriteando. Nunca tuve más expectativa que esa, pero luego descubrí que había mucha gente deseando compartir que otra forma de educar estaba siendo posible y que realmente las actividades eran lo secundario, lo importante era que estábamos cambiando nuestra mirada de la infancia.

 

¿Qué mensaje principal sobre la educación quieres transmitir a tus lectores?

Que el cambio educativo está en nosotros mismos, que nuestros hijos se merecen todo nuestro respeto y la mejor forma de enseñarlo es dando ejemplo. Y que el tiempo y el amor pueden marcar la diferencia y permanecer toda nuestra vida. Y, sobre todo, que tienen que cuidarse para poder cuidar, sin culpas, aceptando la responsabilidad consciente que es tener a tus niños a cargo, y con mucho humor, porque la vida sin risas es como una fiesta sin música.

En muchos de tus posts en redes sociales compartes una visión realista de la maternidad, como tu cuerpo en el postparto o los “días mierder”. ¿Es esto una forma de concienciar contra el estereotipo y presión social de las madres perfectas, abnegadas y que “recuperan su figura” en tiempo récord?

Un poco sí, aunque lo que es una madre abnegada difiere mucho según la cultura y la época, igual para mi abuela era tener niños y casa impolutos y ahora tiene otros matices. Sea como sea a las madres se nos juzga, es herencia de la cultura heteropatriarcal, es cierto que a los padres en ocasiones se les ridiculiza, pero en general solo por estar ya son padres ejemplares. Las mujeres tenemos unos niveles de exigencia bestiales, especialmente con nosotras mismas, cuando debería ser al revés, deberíamos practicar la sororidad y no el juicio constante, quizás en la próxima generación sea posible, ya estamos en el camino, yo soy muy optimista.

Sobre aquella foto sobre el cuerpo posparto, creo que se me malinterpretó un poco, hablaba de muchas cosas:  del pelo sucio, de la ropa con vómito, del pecho regulándose, del cansancio, las ojeras y sí, del peso también, claro. Pero no era lo único que quería decir, me parece genial que se recupere la figura al poco de parir, si es tu deseo, pero lo triste es que si no lo es, te veas presionada por los estereotipos para recuperar tu cuerpo. Con mi mediana me dijo una persona a la que quiero mucho (y es madre de 7 hijos) “Vaya tripa gorda se te ha quedado” a las poquitas horas de parir. Incluso alguien que ya ha sido madre es capaz de olvidarse de ello por la presión social, lo último que necesitamos cuando estamos puérperas es esto. Mi mensaje era más bien: “Tu bebé te necesita ahora así, disponible todo el tiempo, esto también pasará, los días son largos pero los años pasan en un suspiro, tranquila, respira ese olor, no volverá”, normalizar la situación del puerperio como lo que es, ayudar al bebé que nace a adaptarse a la vida extrauterina. Cuando te conviertes en madre, una parte de ti pasa a segundo lugar, dejas de ser tú para ser la madre de. Durante el embarazo también pasa pero es suficiente con comer y dormir bien, en las primeras semanas de vida del bebé, dejas un poco de ser tú. Al menos esa fue la experiencia con mi hija mayor y aunque tenía bebés alrededor y no tenía expectativas muy dulcificadas, para mí supuso un gran choque, un conflicto interno muy grande que por suerte no tardé en asimilar, asumir que parte de tu vida ahora pertenece a otra persona, “que una parte de tu corazón ahora está fuera de tu cuerpo” leí una vezLa maternidad ha superado todas mis expectativas, en el amor, que nunca pensé que podría ser tan fuerte y también en el cansancio y la desesperación, que nunca pensé que podrían ser tales.

 

¿Cómo vives el hecho de ser un referente para mucha gente y el hecho de haber ganado el Premio Bitácoras?

El Premio Bitácoras fue una de las cosas más bonitas que me han pasado y no puedo hacer otra cosa que agradecer a todas las personas que lo hicieron posible. Lo de ser un referente, pues si te soy sincera me da un poco de vértigo, no me gusta ser un ejemplo más que para mis hijas, sin contar que me escriben y me preguntan cosas muchas familias y no soy capaz de responderlos a todos. Es una responsabilidad muy grande, pero por otro lado constantemente recibo mensajes de personas que me agradecen esta exposición porque eso les ha permitido tener relaciones más fluidas con sus hijos y consigo mismos. Y eso es muy valioso, compensa todo lo negativo porque en el fondo un grupito pequeño de gente es capaz de cambiar las cosas, que es, en última instancia, mi objetivo con el blog.

Cuando hablo de días mierder o mierdays el objetivo es un poco desmitificar sí, siempre desde el humor y el no juicio, las redes sociales son una gran herramienta, para conectarnos con otras personas de intereses similares e inspirarnos, pero cuando las utilizamos para compararnos dejan de tener su lado positivo.

 Por eso no me gusta que me consideren un referente y por eso creo que es importante decir bien alto que no somos perfectos, que todos tenemos días malos – o rachas malas- y que lo importante es no perder nunca la conexión con los niños. Ellos son seres maravillosos, siempre relativizan, perdonan en velocidad record y obtienen un verdadero aprendizaje en todo lo que observan. Somos su referente, es una responsabilidad enorme, pero tenemos la suerte de que haya tanta bondad en sus corazones que siempre nos animen a sacar lo mejor de nosotros mismos. Parece que los padres educamos a los niños, pero realmente son ellos los que han venido a cambiarnos a nosotros, a alentarnos para ser nuestra mejor versión, solo para darles ese ejemplo.

Y si tenemos un mal día, solo tenemos que saber repararlo, equivocarse es algo maravilloso, porque nos hace esforzarnos en lograr soluciones nuevas, mejores y más creativas, ¡ojalá en vez de hundirnos en la culpa nos enfocáramos en la responsabilidad consciente que tenemos con estas personitas!

Desde el punto de vista más superficial, es divertidísimo cuando alguien nos reconoce por la calle y nos llama por nuestro nombre con una cotidianeidad increíble, y al cabo de un rato se dan cuenta de que realmente no nos conocemos en persona y se sienten un poco avergonzados, pero a mí me encanta, porque nos sentimos un poco como niños, que a los dos minutos de encontrarse otro niño en el parque ya son amigos para siempre, ¡esa es la verdadera magia de las redes sociales!

 

En tu opinión, ¿cuáles son los retos principales que tenemos los padres y las madres a la hora de educar hoy en día?

Cuando hacemos talleres presenciales, los padres siempre nos confirman que los retos suelen ser los mismos, mañanas y noches, así que creo que el principal reto es el tiempo, la prisa. No tenemos tiempo, es un ritmo de vida frenético el que llevamos, es prácticamente imposible dedicarnos a observar, simplemente observar, lo que hacen nuestros hijos, muchas veces no tienen si quiera tiempo de aburrirse y organizar su tiempo. Los horarios rígidos chocan con las necesidades de los niños, que realmente son bastante parecidos al primer Homo Sapiens que pisó la Tierra y que vivía en total armonía con la naturaleza, los horarios rígidos van en contra de la naturaleza, y cuando luchas contra ella siempre tienes las de perder. Pero también somos conscientes de que es la realidad, así que en nuestros talleres intentamos dar a las familias las herramientas para que siendo consciente de que las prisas no son adecuadas para los niños, poder ayudar a que el ritmo de la familia fluya, intentando respetar a los niños y a las situaciones también. En definitiva, el mayor reto de los padres, al menos para nosotros, es buscar el equilibrio, conciliar las necesidades de todos los miembros de la familia.

 

En Gestionando hijos hablamos mucho de educar con ilusión. ¿Nos podrías dar algunas ideas clave para cultivar la ilusión en el día a día?

Lo bueno de tener niños pequeños en casa es que son pura ilusión y su alegría es contagiosa, así que no es difícil estar expuesto a esta ilusión y contagiarte de ella. Lo que es difícil, a mi juicio, es estar centrado en el momento presente para poder absorberla, por lo que comentaba antes del ritmo de vida que llevamos. Por eso creo que la idea clave es cuidarnos a nosotros mismos y cambiar nuestras expectativas sobre cómo funciona el cerebro de los niños y de dónde vienen ciertos comportamientos para poder relajarnos y disfrutar de esta tarea tan preciosa – y tan agotadora- que es educar a los seres humanos que ya son el futuro.

 

¿Cómo se cruzó la Disciplina Positiva en tu vida y qué ha supuesto?

La primera vez que escuche el término no me gustó, pensé que era una forma de controlar a los niños con una sonrisa. Los prejuicios son así, son árboles que nos impiden ver el bosque. Aún así decidí comprarme el libro de Jane Nelsen y me pareció increíble la cantidad de herramientas que se ofrecían en él. Asistí a un seminario de Cristina Sanz con  mi marido que nos llenó de energía e ideas (él es profesor y en ese momento se sentía muy desalentado) y al final decidimos unirnos al movimiento Disciplina Positiva en España como educadores para familias y aula.  Para mí es el complemento perfecto a Montessori, porque la base teórica del enfoque es el respeto al niño, pero la práctica son palabras mayores. Como criamos sin tribu, aislados, sin referentes, no tenemos apenas ejemplos respetuosos y asertivos de cómo gestionar los retos del día  a día y transformarlos en verdaderas oportunidades de modelar habilidades sociales y de vida. Me gusta la Disciplina Positiva porque se adapta a todas las familias, porque no hay dos iguales, cada una tiene sus circunstancias y sus creencias y cada familia construirá sus relaciones respetuosas de una forma distinta en base a sus  necesidades y todos los  temperamentos de los miembros de la familia.

 

¿Qué proyectos estás desarrollando en la actualidad y qué formaciones estáis maquinando? 

Tenemos muchos proyectos en mente, tantos que atentan con nuestra necesidad de autocuidado, así que ahora mismo estamos siguiendo nuestros propios consejos y están todos aparcados hasta que las niñas sean un poco mayores. Eso también es un aprendizaje muy valioso, saber que no vamos a llegar a todo y desde la consciencia, decidir cuáles son los proyectos que nos hacen más felices, y en este caso es aprovechar la primera infancia de las niñas al máximo. A  corto plazo seguiremos dando talleres porque nos resultan muy enriquecedores y nos llegan de energía. A medio plazo MA quiere preparar un taller de aplicación de los juegos de mesa en el aula y yo tengo pendiente terminar mis prácticas y mi formación de guía Montessori en Comunidad infantil  (18-36 meses). El año que viene me prepararé para ser profesora de FP, la maternidad, al menos a mí, me ha animado a salir de mi zona de confort y aunque adoro mi  cómodo trabajo de funcionaria, porque es fácil y divertido,  creo que ahora mismo mi sitio está en otra parte, participando del cambio educativo que quiero ver para mis hijas. Sobre todo quiero disfrutar mucho de mi familia, trabajar para cumplir mis sueños sin perderla de vista, querernos mucho, reírnos hasta que nos duela la tripa y pasar muchos momentos inolvidables, no hay proyecto de vida más importante para nosotros ahora mismo que ese.

 

Como pareja de un profesor y experta y observadora de la educación, ¿cómo ves las relaciones entre padres y profesores? ¿Qué te parece nuestra iniciativa Pacto por la educación en equipo –www.equipoeducativo.com-?

Es algo sobre lo que reflexionamos mucho en casa, creo firmemente que lo ideal es confiar en las personas que van a cuidar de nuestro bien más preciado, nosotros confiamos totalmente en las personas que están con nuestras hijas y valoramos todo lo positivo de la diversidad que tienen que aportarles. Sin embargo, es cierto que realmente los padres tenemos poco margen de maniobra para elegir a esas personas, lo de elegir un centro educativo que nos guste es casi una utopía y que esa persona tenga una continuidad en el centro también. Pero contra eso, poco podemos hacer, no depende de nosotros, en un mundo ideal, padres y maestros podrían sentarse y, desde la honestidad emocional, establecer un diálogo y contemplar las soluciones que satisfagan a ambas partes, dejando los egos a un lado por el bien de los niños. Por desgracia no siempre es posible pero al final los damnificados son ellos. La administración, salvo honrosas excepciones, no va a hacer nada, casi al contrario, pero los maestros y los padres tenemos un objetivo común: Educar a los niños del mañana, por eso deberíamos estar unidos. Los profesores en este país no tienen prestigio social, cuando su labor es inmensa, se forman en su tiempo libre, con su dinero, trabajan mucho en sus casas, se llevan los problemas de sus alumnos a sus almohadas y la sociedad solo es capaz de valorar que tienen muchas vacaciones, el propio sistema educativo los resta competencias y denosta su propio criterio. Por otro lado, el acceso a la docencia no es siempre, también salvo excepciones, para los mejores profesores, sino para los que mejor memorizan o tienen más tiempo de hacerlo (dejando de lado, para lograr su merecido puesto fijo en la función pública, la magnífica preparación de clases que podrían hacer ) o los que pueden pagar su cuota de socio (en los concertados, que en Madrid ya se han convertido en negocios), sin contar con el sistema educativo obsoleto que no se adapta a los nuevos tiempos y deja un reducidísimo margen para la innovación.  En la universidad triunfa el nepotismo y en los niveles inferiores están mal retribuidos y peor valorados, cuando el cuidado de los bebés y niños muy pequeños debería ser lo más importante, pues es cuando se sientan las bases de la personalidad humana. Tenemos que ser un equipo, dejando atrás nuestros egos, por los niños. Los profesores tienen muchas veces que tener mucha paciencia con las familias, pero bien es verdad que a los padres se nos pone en una disyuntiva terrible al tener que confiar como si fuera un acto de fe, como saltar al vacío, y con pocas posibilidades de maniobra si la persona que cuida de nuestros niños no se presta al diálogo. No tengo respuestas, pero sí soy optimista y creo en el diálogo, es la única forma de sobrevivir a este sistema educativo hostil para el aprendizaje.

 

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