Mis hijos no paran de pelearse, ¿debo actuar y separarles?

No nos vamos a engañar, los hermanos se pelean entre ellos, bastante, mucho, más de lo que lo hacen con sus amigos o compañeros de clase. Estas peleas, aunque a los padres no nos gusten, son parte del aprendizaje. Los niños necesitan poner en práctica en casa situaciones a las que más tarde tendrán que enfrentarse fuera de ella. Y no, no son ningún problema. El problema lo aportamos los padres, en la forma en la que tratamos de resolverlas.

Imaginemos una situación: Alberto y Diego son hermanos, el primero tiene dos años más que el segundo. Cuando llegan a casa después del colegio tienen que compartir su tiempo en un mismo espacio y en ese espacio tienen a la vez que compartirlo todo: a papá y mamá, material, juguetes… etc. Al final, por una cosa o por otra, acaban surgiendo conflictos entre ellos. Sus padres están cansados de tener siempre peleas en casa. No entienden cómo les cuesta tanto llevarse bien, a pesar de la poca diferencia de edad que hay entre ellos. Un día el problema es que a Diego le han dejado estar cinco minutos más jugando con la tableta que a Alberto. Otro en cambio, el motivo de la pelea es que Alberto ha insultado a Diego. ¡Siempre pasa algo! No hay día que lleguen a la hora de la cena y haya reinado la paz en casa.  Ante este panorama, los padres de Alberto y Diego tienen dos opciones:

  1. Solucionar ellos mismos el problema que surja cada día
  2. Dejar que sean ellos quienes lo solucionen

 

¿Cuál de estas dos opciones es la recomendable? Depende de lo que queramos. Si queremos que dejen de discutir cuanto antes, elegiremos la primera. En este caso, si el problema ha surgido porque Alberto ha cogido el mando de la tele y le ha cambiado a Diego el canal que estaba viendo, la solución rápida sería apagar la tele. ¡No se ve nada en casa, así no discutís! Esta posiblemente sería la frase que acabaría con el problema de raíz. Pero, ¿es la forma más adecuada de resolver el problema?,¿nos hemos interesado en qué es lo que ha pasado realmente?, y lo más importante, ¿hemos aprovechado la situación para educar a nuestros hijos en la responsabilidad?

Hacerles partícipes de la solución de sus problemas es una buena forma de demostrarles que ellos son capaces por sí mismos de resolver sus propios conflictos. Por ello, la opción más adecuada sería la segunda: dejar que sean ellos quién solucionen y pongan fin a la pelea, siempre guiados, obviamente, por pautas que les daremos los adultos.

Entonces, ¿cómo actuaríamos en esta situación? Dialogando, tratando de descubrir que ha pasado, intentando resolver preguntas como: ¿quién estaba viendo la tele antes?, ¿cuánto tiempo llevaba viéndola?, ¿le ha quitado el mando de malas formas o en cambio le ha pedido permiso para cambiar de canal? Para a continuación intentar llegar a una solución que venga bien a los dos. Podemos proponer a Diego que deje un rato el control del mando a Alberto. Después de un tiempo, se lo devolverá para que pueda ver él también algo que le interese. O… ¿y si buscan un canal que les interese a los dos?

De esta forma estaremos poniendo fin a una pelea pero estaremos haciendo mucho más. Estaremos enseñándoles a negociar, a resolver conflictos por sí mismos. Y en consecuencia, a hacerlo fuera de casa, en el colegio, en su equipo de fútbol y por supuesto, cuando crezcan, en situaciones más complicadas, sin tener que llegar a soluciones drásticas, que en el caso del mando era simplemente apagar la tele, pero que a problemas más complejos, estas serían probablemente, mucho más drásticas.

Lo que nunca debemos hacer

  • Escuchar más a uno que a otro o dar mayor veracidad a su versión.
  • Hacer de jueces. Tenemos que mostrarnos lo más neutrales posibles. Y más aún si no hemos presenciado lo que ha pasado.
  • Imponer la solución. Deben ser ellos quién lleguen a ella.
  • Ante una solución que han planteado ellos y en la que parecen estar de acuerdo, intervenir diciendo que no es válida porque no es la que nosotros vemos más justa. Si la han elegido ellos desde el consenso es perfecta.

Si somos capaces de no dejarnos llevar por el estrés del momento (dos hermanos peleándose día tras día pueden llegar a resultar agotadores) y no perdemos de vista los objetivos, estaremos educando con estrategia.

 

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María Dotor

Tener solo unas líneas para presentarse no es fácil. Espero hacerlo bien 😉 Soy periodista y amante de la educación. Una de mis frases favoritas es: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” de Paulo Freire. Por eso creo que es tan importante tomárnoslo en serio. Por eso, y porque educar es el más apasionante e importante de los viajes. ¿No crees?

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