Debido a las largas jornadas laborales, agendas apretadas y numerosas responsabilidades, cada vez resulta más complicado encontrar tiempo para compartir con nuestros hijos, “sobre todo cuando tienes más de uno, que hay que hacer malabares”, apostilla la psicóloga especializada en infancia y adolescencia, crianza respetuosa y maternidad sobreexigente, Teresa Jiménez.
En muchas ocasiones, nuestros hijos quedan al cuidado de sus abuelos u otras personas ajenas a la familia durante la mayor parte del día. Esto a lo largo del tiempo se puede convertir en un problema, ya que nuestra figura como padres es insustituible en la vida de un niño, y pasar tiempo de calidad en familia es de gran importancia en la educación de nuestros hijos para un correcto desarrollo emocional, una mayor estabilidad y un aprendizaje vital de cara a construir relaciones con otras personas.
Pasar tiempo de calidad en familia es de gran importancia para un correcto desarrollo emocional, una mayor estabilidad y un aprendizaje vital para construir relaciones con otras personas
Otras razones por las que es necesario fomentar el tiempo con nuestros hijos es porque “se genera oxitocina, el vínculo se hace más fuerte, se da espacio a la comunicación y permite un mayor conocimiento de cada una de las partes implicadas”, explica la psicóloga. Además, añade que permite “resolver conflictos, divertirse, aprendizajes juntos y, a todo esto, hay que añadirle que aumenta el sentido de pertenencia tan necesario en la infancia y adolescencia (aunque nos hagan creer que no) que genera seguridad y mejora la autoestima”.
Claves para reforzar el vínculo familiar
Nuestros hijos no necesitan largas horas de juego intenso en familia, sino momentos cómplices, exclusivos y de calidad donde se reflejen la unión familiar y el amor mutuo, como conversar, cocinar juntos, pasear, ir al cine, contarles un cuento… En definitiva, “todas aquellas actividades que cada familia decida como sanas y divertidas para su tiempo compartido”, aclara Jiménez.
A continuación, la experta Teresa Jiménez nos da varios consejos para reforzar el vínculo familiar.
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Comer en familia
Las extensas horas de trabajo y el ritmo frenético del día a día hace que no siempre coincidan nuestros horarios con los de nuestros hijos en casa. Pese a ello, tenemos que proponernos compartir la mesa en “las comidas y/o cenas siempre”, nos aconseja la psicóloga, ya que comer juntos no es únicamente saciar el hambre en torno a una mesa, sino que detrás de sentarse a comer en familia hay un significado mucho más trascendente, el de la comunicación, preocuparse por el otro, escuchar a los demás y expresar nuestros sentimientos para que nuestros hijos también aprendan a expresarlos.
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Prestar más atención a la forma en la que nos comunicamos con los hijos
La manera que tenemos de comunicarnos con nuestros hijos influye mucho en su desarrollo psicológico. De modo que los niños que reciben comentarios positivos, respetuosos, alentadores y dialogan en un ambiente abierto y de confianza desarrollarán una autoestima más fuerte y sana que aquellos que aquellos que reciben críticas, gritos o no cuentan con la atención de sus adultos de referencia. Por ello, es primordial que seamos conscientes de la forma en la que hablamos a nuestros hijos y tratemos de hacerlo lo mejor posible, partiendo siempre desde el respeto para evitar así perjudicar la confianza mutua.
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Salir de la zona de confort
Hacer pequeños cambios en nuestra rutina, animarnos a probar cosas nuevas, planear excursiones o descubrir nuevas pasiones son algunas de las cosas que podemos llevar a cabo para salir de nuestra zona de confort y vivir nuevas experiencias en familia, que podrían llegar a resultar maravillosas. Aventurarnos y hacer con nuestros hijos cosas diferentes a las que hacemos habitualmente también les ayuda a entrenarse para adaptarse mejor a los cambios, y soltar apegos y dependencias que pueden ser perjudiciales para su sano desarrollo.
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Pasar menos tiempo con los aparatos tecnológicos
Actualmente, las nuevas tecnologías tienen un valor incalculable para nuestra sociedad, pero mal utilizadas también puede hacernos mucho daño. Uno de los efectos negativos más visibles del abuso de las pantallas es que nos desconectan del mundo real y de las personas que nos rodean. De hecho, ya hace tiempo que se emplea el término de ‘crianza distraída‘ para referirse a este fenómeno que tanto daño hace a nuestros hijos. Por eso, tenemos que proponernos pasar el menor tiempo posible delante de las pantallas y ser más conscientes de todo lo que nos rodea, lo que sin duda acabará repercutiendo en nuestro bienestar y en el de las personas que queremos.
Compartir todos estos momentos juntos no solo son una excelente fuente de aprendizaje, sino una de las mejores formas de conectar y crear recuerdos en familia. Esforcémonos por pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos porque es muy valioso y más tarde no lo podremos recuperar.