No es raro escuchar a muchas parejas, tras tener su primer hijo, contar que han estado a punto de separarse”, que “se han peleado mucho más de lo habitual”… Y es que, tener un hijo te cambia la vida, pero también cambia nuestra relación de pareja.
Los primeros meses son muy duros, ya que nuestra vida da un giro de 180º. De la noche a la mañana llega una criatura a nuestra familia que se convierte en el centro de todo nuestro universo, y cuyos cuidados nos ocupan las 24 horas del día. Por tanto, es lógico pensar que la llegada del bebé, aún cuando se trata de un momento de ternura y felicidad, también es un momento de cambio que nos puede hacer vivir una “crisis” de pareja.
¿Por qué hemos decidido tener hijos?
Son muchos los motivos por los que una pareja decide tener hijos, pero hay uno que comparten todas, como nos decía el psicólogo Alberto Soler en una ponencia en un evento Educar es todo: “Decidimos tener hijos porque queremos consolidar un proyecto de pareja que funciona”. Esto es algo que no deberíamos olvidar nunca. Y a la vez que no olvidamos esto, debemos tener claro que “cuando tenemos hijos, la pareja cambia”. Alberto Soler lo compara con una serie de televisión: “Los personajes son los mismos, pero las tramas son distintas”.
Lo cierto es que nadie nos prepara para este momento. “Hay cursos de preparación al parto, pero nadie te prepara para la parentalidad, para los cambios que van a llegar con la llegada del bebé”.
Y, aunque tengamos muchas dudas, hay una cosa que debemos tener muy clara, nos dice Soler: “Cuando hemos iniciado la experiencia de la parentalidad con otra persona, esa experiencia no puede ser completa ni satisfactoria si no contamos con el apoyo, la presencia y la complicidad de nuestra pareja”. Por tanto, es más importante que nunca actuar como un equipo.
La falta de conciliación, el motivo real que se esconde detrás de muchas crisis de pareja
En 1980, la media de edad a la que las mujeres tenían su primer hijo era los 25 años. Actualmente la medida son los 30’5 años. Este retraso se debe a “la dificultad de reunir las condiciones familiares y materiales para que la maternidad/paternidad sea viable”, según el Informe del Observatorio Catalán. ¿Cuáles son estas condiciones de las que habla el informe? Se refiere a las largas jornadas laborales, los bajos salarios, las escasas políticas públicas, el desempleo, el difícil acceso a la vivienda…
Todos estos factores inciden en que cada vez retrasemos más la maternidad y la paternidad.
Por no hablar de que cada vez más, según Soler, “las familias crían y educan a sus hijos en soledad, desde el aislamiento”. Esto es una anomalía. “Por primera vez en la historia se educa y cria de forma individual. Antes se educaba en grupo: vecinos, familia….” Esta situación es el caldo de cultivo ideal para que surjan los problemas en la pareja: madres y padres agotados que no tienen los apoyos necesarios para no sentirse desbordados ante la nueva situación que están viviendo.
¿Cómo hacer frente a todos estos cambios?
Como ya hemos mencionado, la llega de un hijo cambia la relación de pareja, es algo inevitable, pero podemos hacer frente a estos cambios de forma satisfactoria si…
Hacemos equipo
“Somos dos personas en el mismo bando. No es yo contra ti, tú contra mí. Somos dos perdonas unidas frente a un problema”, decía Soler.
Nos comunicamos asertivamente
Es fundamental que compartamos con nuestra pareja nuestras necesidades, inquietudes, miedos… Y escuchemos todo lo que ella nos quiera contar a cerca de los suyos. La comunicación debe dejar fuera los reproches y centrarse en el respeto mutuo. Ambos lo estáis pasando mal, cada uno a su manera.
Regamos todas las plantas
Antes de que llegase el bebé, teníamos que repartir nuestro tiempo en dos parcelas: nuestra parcela personal y la parcela que compartíamos con nuestra pareja. Cuando llega el bebé, las parcelas pasan a ser 3: personal, pareja, crianza y educación de nuestro hijo.
Alberto Soler hace un símil en el que identifica cada parcela con una planta. “Planta que no riegas, planta que se muere, así de fácil. Por tanto, si, por falta de tiempo, solo regamos la planta de la crianza y la planta individual, estaremos dejando a morir nuestra relación de pareja”. Habrá momentos en los que necesitaremos regar más una que otra, pero “nunca debemos olvidarnos de regar las tres plantas”.
Nos organizamos
El bebé, cuando llega, ocupa prácticamente todo nuestro tiempo, pero es necesario que mantengamos regada esa parcela individual de la que hablábamos. Debemos organizaros para que cada uno tenga un mini espacio para relajarse. Salir a correr, tomar un baño, quedar con un amigo/a para tomar un café. Somos como una olla exprés y necesitamos válvulas que nos permitan dejar ir presión. Estos pequeños detalles que implican 30-60 minutos, nos ayudan a desestresarnos y volver con más energía. Pensad que criar un hijo/a es una carrera de fondo, no un sprint. Si por hacerlo perfecto os desgastáis, eso no os ayudará.
Reparto equitativo de tareas
Soler nos preguntaba en su ponencia cuántos de los que estábamos escuchándole recordábamos a nuestro padre limpiando los baños de casa. Levantaban la mano 3 ó 4 personas. “Nos faltan referentes. Padres implicados en los cuidados del hogar y la crianza. Pero eso no significa que las horas no deban ser diferentes ahora. Las mujeres trabajan, y los cuidados del hogar y los niños son tarea de los dos”.
Buscáis algún momento de pareja
Esto tiene mucho que ver con regar la planta de la pareja que hemos mencionado antes. Aunque sea un tiempo pequeño en comparación al que teníais anteriormente, es importante que hagáis planes solos. Recordad que esta etapa como padres se originó en el amor de pareja.