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Cristina Gutiérrez Lestón: “Probablemente en la mayoría de los hogares quien está educando ahora mismo es el miedo”

Cristina Gutiérrez Lestón, pionera en educación emocional y directora de La Granja Escola, publicó poco antes de que la pandemia nos cambiara la vida el libro Crecer con valentía, en el que aborda temas como la sobreprotección (que, lamenta, existe en el 50% de las familias), la autoestima, los límites y normas en familia y el uso de las pantallas. Nos encanta que subraye en su libro que “educar es una responsabilidad social” y nos da claves para hacerlo con valentía.

Dices en tu libro que educar es una responsabilidad social. ¿Nos puedes explicar por qué piensas esto? ¿Crees que en la sociedad esto se tiene en cuenta? Si no es así, ¿qué debería cambiar en el apoyo e información a las familias, en nuestro modo de vida y de organizar la sociedad?

Sí, por supuesto, desde que los humanos somos animales sociales, y por tanto nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir, es imprescindible entender que la base de todo, de los principios y valores de una comunidad o sociedad, se construyen en la educación. “Eduquemos a los niños y no tendremos que castigar a los hombres”, dice el dicho.

A partir de ahí, hemos de replantear la finalidad del sistema educativo; ¿Aprender a vivir o a memorizar? Y si es a vivir, ¿qué necesitaran realmente? Conocimientos para ir por el mundo, por supuesto. Idiomas, claro que sí. Pero, atención, porque sería interesante que además de enseñar a hablar en dos o tres idiomas, les enseñáramos también a escuchar en algunos de ellos.

Deseo de todo corazón que este parón tan duro que nos ha traído la pandemia nos sirva para replantearnos qué mundo queremos dejar a nuestros hijos e hijas, y empezar a cambiar las cosas, empezando por ti, por mí, y por todo aquello que está bajo nuestro control; nuestro hogar, nuestros hijos o nuestro trabajo. Nunca como ahora ha habido tantas ganas, seamos valientes y hagámoslo.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a ser ellos mismos o ellas mismas? Hablas en tu libro de la tendencia de algunos padres de querer que sus hijos sea su proyecto. ¿No será eso que no hemos aprendido nosotros tampoco a ser nosotros mismos libremente? ¿Cómo podemos corregir esto aun siendo adultos?

Para que tu hijo sea él o ella misma, el primer objetivo sería, en mi opinión, no montarnos un superproyecto de hijo/a; inglés fluido a los 10, deportista de élite a los 12 o licenciado cumlaude a los 23. Atención con nuestra expectativa con respecto a ellos y ellas, porque estaremos firmando un contrato con la frustración. La nuestra, pero la de ellos también.

Un niño de 6 años me dijo “la felicidad de mis papis depende de mí”. Eso, actualmente, lo sienten muchos niños y niñas, de verdad, lo veo en mi trabajo casi cada día. Y les resulta duro soportar tanta presión.

Un niño de 6 años me dijo “la felicidad de mis papis depende de mí”. Eso, actualmente, lo sienten muchos niños y niñas, de verdad, lo veo en mi trabajo casi cada día. Y les resulta duro soportar tanta presión. Digámosle a nuestros pequeños “no quiero un hijo 10, te prefiero a ti”, “tú eres mucho más grande que tus miedos” o “cómo brillar, si solo sigues”. Son frases que los invitan y empoderan a ser ellos mismos. Y cuando logran ser eso, ellos y ellas, entonces son auténticos, y ahí es cuando empiezan a brillar. 

¿Qué es para ti una persona valiente? ¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo a serlo y cómo podemos cultivar esa valentía en nosotros mismos como adultos?

El valiente es quien conquista sus miedos. Recuerdo a Sergio, un niño de 8 años que vino a La Granja. Me dijo triste y avergonzado que era el único cobarde de la clase, porque era el único al que le daba miedo subir a caballo. El último día de Campamentos Emocionales, por fin se atrevió a subir a caballo. Cuando bajó, vino corriendo diciéndome: “¡Ya lo entiendo, Cristina!”. Le pregunté que qué entendía y me contestó “que no es valiente quien no tiene miedo, sino quien tiene miedo a subir a caballo y lo hace”. Mi última pregunta para él fue “Entonces ¿quién ha sido el único valiente de la clase?”. Jamás olvidaré su sonrisa, y esa mirada brillante de orgullo.

Para ser valiente solo debemos invitar a nuestros hijos a afrontar sus miedos, poco a poco y a su ritmo, pero de manera clara y confiando en que podrá. Solo si hay un miedo, podemos ser valientes. ¿Por qué no los aprovechamos?

Portada del libro Crecer con valentía, de Cristina Gutiérrez Lestón.

Hablas en tu libro mucho de la necesidad de aportar a la tribu, de la vida en común. ¿Crees que podemos estar olvidando esto con los fuertes valores de individualismo, éxito personal. que imperan en nuestra sociedad?

Por supuesto. Hace ya 5 años, en La Granja detectamos la Generación Yo-Yo, Ya-Ya, el Yo primero y antes que nadie. Y el Ya-Ya, no soporto esperar. La vida acelerada, el correr todo el día, el estar super ocupados es signo de status, éxito y de una supuesta felicidad. Queda muy bien y está bien visto, y por supuesto, los niños y niñas nos imitan a partir de tener consciencia (8-9 años) de querer formar parte de la tribu siendo como los demás, para sentirse aceptados y dignos de ser queridos. Ellos, como siempre, son el resultado y el reflejo de la sociedad de los adultos. Cambiemos nosotros y ellos también lo harán. 

“Solo vosotros decidís quién educa a vuestros hijos: vosotros o vuestros miedos”, dices en el libro. ¿Estamos educando con miedo los padres y las madres? ¿Crees que esto se ha acentuado con la pandemia?

Si sobreproteges, estás educando con miedo. De hecho, sobreproteger es desproteger, literalmente. Y desde hace 4 años, la sobreprotección en España existe en más del 50% de las familias. Es decir, probablemente en la mayoría de los hogares quien está educando ahora mismo es el miedo, y por supuesto, los datos indican que, durante la pandemia, han aumentado los miedos y su intensidad. Y el miedo, la emoción más intensa que sentimos los humanos, nos paraliza, es invasiva y contagiosa. Decía Gandhi que “El miedo manda”. Así pues, y más que nunca, debemos decidir quién queremos que eduque y mande en casa, nosotros o nuestros temores. Si somos nosotros, deberemos ser valientes, porque hoy en día educar sin miedo es ir contracorriente.

En tu libro dejas entrever que muchos adultos perdemos ese coraje de saber que existimos, de soñar, de imaginar, y nos limitamos muchas veces a sobrevivir y dejarnos llevar por la inercia. ¿Nos puedes dar alguna idea para cambiar esto si vemos que nos está ocurriendo?

El parón, bajarnos de la inercia de ese mundo acelerado que nos llevaba en volandas, muchas veces sin sentido, sin siquiera haberlo decidido nosotros/as, nos ha facilitado el poder darnos cuenta. Es interesante aprovechar las oportunidades que nos da la vida, aunque éstas, a veces, vengan envueltas en papel feo y oscuro. Empieza por hacerte preguntas: ¿qué te hace sentir bien y qué no? ¿Qué quieres más en tu vida y qué menos?  ¿Cuál sería para ti un trabajo con sentido? ¿Si tuvieras una varita mágica, qué harías? Conocerse es el primer paso, y se empieza contestado preguntas. Simplemente.

Empieza por hacerte preguntas: ¿qué te hace sentir bien y qué no? ¿Qué quieres más en tu vida y qué menos?  ¿Cuál sería para ti un trabajo con sentido?

Saber qué quieres y qué no, y tomar decisiones para perseguir lo que tu cuerpo y tu corazón hace años que tal vez te estén diciendo “no quiero eso”, requiere de más confianza, seguridad y autoestima. Pero empecemos poco a poco y paso a paso, si realmente quieres, lo conseguirás. Al final, la varita mágica la tenemos desde que nacimos, aunque la mayoría de los que somos ahora adultos, tuvimos que esconderla, junto con nuestros sueños, cuando éramos niños o niñas, ese día, atados a la silla de nuestro pupitre.

Algunas formas que tenemos de poner normas pueden dañar la autoestima de nuestros hijos, como comparar, chantajear con el cariño si hacen lo que decimos, menospreciar, etiquetar… Y dices que muchos padres tienen miedo a ser sólidos o firmes con sus hijos. ¿Cómo podemos poner límites y normas sin dañar la imagen que nuestra hija e hijo tiene de sí mismo y manteniendo nuestra solidez?

Separemos quien es él o ella, de su comportamiento. Sustituyamos el “eres un desastre” con “tu habitación está hecha un desastre”, el “eres un maleducado” con “hoy tu comportamiento ha sido muy poco educado”.

Utilicemos el “aún”. Si te dice “es que soy muy malo en mates” contéstale “Aún eres malo en mates. Sigue practicando y mejorarás”. Evitarás que se rinda.

3º Utiliza la frase “Aquí no castigamos los errores, aquí reparamos los efectos”. Y si ha insultado a su hermana, no le castigues, que busque una forma de reparar el malestar de su hermana. ¡Los niños son tan creativos que alguno acabó haciendo galletas con forma de corazón para su hermana!

Pon límites claros. “Puedes sentir lo que quieras, pero no puedes hacer lo que quieras con lo que sientes”. Así, dile “Puedes sentir odio hacia mí. Pero no te permito que me trates con odio”. Les ayudará a no sentirse mal pues sabrán que les está permitido legitimar todas las emociones que sienten, las negativas también. Pero que eso no les dará permiso de hacer lo que quieran con ellas.

Dedicas un capítulo a las nuevas tecnologías, especialmente al Instagram y Fortnite. ¿Qué recomiendas que hagamos los padres que veamos a nuestros hijos demasiado pendientes de las pantallas? ¿Cómo podemos regular eso?

Aquí la palabra SUFICIENTE la pongo en mayúscula. Los tiempos que dedicamos a cada tarea, deben ser equilibrados. Ni mucho ni poco, suficiente. Y dependerá de la edad, el carácter de los niños y niñas, del tipo de educación que cada familia quiera dar, de la cultura, de las posibilidades etc. Estamos observando (aunque ya era una tendencia antes del Covid) un fuerte aumento de la dependencia a las pantallas (móvil, juegos, redes sociales, series de plataformas…).  Lo que nos preocupa es la dependencia en niños y niñas cada vez más pequeños. Y cuando hablo de dependencia es literal, pasan el mono cuando se les retira un tiempo. Es tan malo jugar 12 horas seguidas a futbol como al Fortnite. Busquemos el equilibrio, un poco de todo, como la dieta sana, y los niños crecerán con pocas dificultades.

Es tan malo jugar 12 horas seguidas a futbol como al Fortnite. Busquemos el equilibrio, un poco de todo, como la dieta sana, y los niños crecerán con pocas dificultades.

Y para conseguirlo, desde pequeños opino que ha de quedar claro que las normas en casa las ponen papá y mamá. Y el no, es no. Y no sufráis, aún no he conocido a ningún niño traumado por un no. De hecho, los que he conocido era por todo lo contario, por todos esos sí que le hicieron creerse que era el centro del universo. Y cuando salió al mundo, no soportó la enorme decepción de no tener ni idea, ningún recurso en sus bolsillos para lidiar con ello. 

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