Las discusiones de pareja forman parte de la vida de toda familia. Las peleas o las disconformidades entre los progenitores de un niño o niña pueden ser un elemento constructivo para la familia para aprender a resolver conflictos cotidianos y pueden fortalecer el vínculo familiar.
Pero si las discusiones entre la pareja son reiteradas, no sanas, ni educativas, estas pueden tener repercusiones negativas en el desarrollo y bienestar de los hijos.
Efectos de las discusiones en los hijos
Los niños expuestos a discusiones reiteradas en las que hay faltas de respeto y en las que el nivel de agresividad es alto afectan negativamente a los niños y niñas. “Las discusiones en la familia reiteradas le afectan a nivel emocional, relacional y a nivel de desarrollo porque al final la relación con los padres es la primera relación, la primera estructura que los niños toman como ejemplo“, expone Laura Górriz Duran, psicóloga, directora de Centre FIA (Centro de psicología de Familia, Infantil y Adultos).
Los progenitores de un niño o niña son los referentes de los niños. Nos escuchan en todo momento, pero sobre todo nos observan, nos ven y creen que deben seguir el ejemplo que les damos. “En familias con alta conflictividad o procesos de separación, divorcio o en las que la agresividad es muy alta, lo que los niños están observando en estas figuras de referencia es el no resolver estos conflictos sin perdón, sin reconciliación y sin saber gestionarlo de una manera sana. Ellos toman ese ejemplo y lo incorporan a su gama de estilos relacionales“, añade.
Las discusiones también generan un gran malestar emocional en los niños y niñas. En el estudio preliminar ‘Los efectos que las discusiones de los padres tienen sobre los hijos’, investigaron a 344 niños y niñas de edades entre los 6 y 8 años a los que les mostraron dos imágenes: una era de una pareja alegre tomando un café y en otra una pareja enfrentada y discutiendo. A los niños se les pidió que se imaginaran a sus padres en esa escena. Los resultados del estudio mostraron que cuando los padres estaban alegres, un 83,4% de los niños también lo estaba, y cuando discutían los padres, un 37% se sentían tristes, un 17% preocupados, un 14% enfadados y un 7,5% asustados.
El peligro de que los niños repitan la misma conducta
Las repercusiones de las discusiones entre pareja no tienen una acción directa en los niños, pero sí indirecta. Las discusiones entre la pareja van a ser “uno de los tipos de relaciones que van a observar durante toda su vida y luego hay otros ejemplos relacionales en el entorno asociado a partir de la adolescencia”, cuenta Górriz Duran.
Aunque haya más ejemplos de relaciones que aprenden a lo largo de la vida, la relación y las discusiones entre los padres son el primer ejemplo y el más importante que aprenden. De esta forma, lo que van a ver en casa, si hay alta conflictividad o las faltas de respeto, lo van a asumir como “lo normal, lo esperado y lo natural”.
Si las discusiones son constructivas, estos conflictos pueden ser un buen ejemplo para los niños. La discusión basada en el respeto que surge por problemas cotidianos se puede resolver delante de los niños, pues así les exponemos a problemas futuros con los que tendrán que lidiar. “Les podemos enseñar que la discusión es necesaria en la conversación y en la relación sana con el otro individuo, siempre y cuando no haya faltas de respeto ni agresiones físicas ni verbales”. Por eso, si las discusiones son constructivas y sanas, el ejemplo que está tomando el niño es que las situaciones se pueden solucionar sin llegar a gritos o agresiones verbales.
La creencia del niño de que él es el causante de la discusión
Es posible que los niños crean que son los causantes de los conflictos en la familia. Górriz Duran cuenta que algunos niños tienen una fantasía infantil por la que creen ellos son los responsables de todas las situaciones que suceden y de todos los estados anímicos. Es decir, creen que si sus padres están contentos es por ellos, y si discuten también es por ellos. Esta creencia incrementa si en las discusiones se nombra al niño, y es que en estos casos, como señala la psicóloga, va a ser muy complicado que los niños crean que no es culpa suya.
Consejos para que las discusiones no afecten negativamente a los niños
Laura Górriz Duran nos da algunas claves para que las discusiones sean lo más constructivas posibles y no repercutan en los niños:
- Si no hay nada educativo que sacar de esa discusión, hay que mantenerlos al margen.
- Si hay un alto nivel de discusiones, se debería reflexionar sobre la relación de pareja y sobre lo que está fallando.
- Comunicación sana: Lo mejor es que las parejas se den cuenta de la discusión y busquen una solución a esto. Por ejemplo con frases como “quizá he dicho esto, pero no lo pensaba. En realidad me refería a lo otro” o “mejor hablarlo en otro momento en el que no estén los niños”. Pero como advierte Górriz Duran, las familias que usan estos recursos no exponen a sus hijos a discusiones con alta conflictividad y muchas veces la situación es tan desbordante que las familias no tienen ese recurso para reconducir o frenar el conflicto.