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Escenas educativas vol. 10: Que las prisas no te roben la magia de contar un cuento

Elisa nos escribe que había dejado de leer un cuento a sus hijos porque la mayor ya leía sola y por las prisas y porque siempre tenía prisas, pero ha retomado esta rutina para crear un ambiente de relax y de magia con sus hijos.

Elisa nos escribe sobre la magia del momento del cuento, que había descuidado por las prisas, los deberes, ordenar y limpiar la casa. Recientemente ha retomado esta rutina que tanto disfrutan los hijos y ella y que tanto le ayuda a educar. Si quieres contarnos tu historia, escríbenos a autores@gestionandohijos.com. Estaremos encantados de compartirla. 

Cuando mis hijos eran pequeños, nuestro momento favorito era el cuento. Lo elegía muy bien, siempre con algo de poesía, con algo de magia, con mensajes positivos que les sirvieran para la vida o les recordaran de manera tierna y divertida cuánto pero cuánto, cuánto los queremos su padre y yo. Algunos de los que más me gustaban son: Así te quiero, Pequeño conejo blanco o Nadarín.

Pero mis hijos fueron creciendo y la mayor ya lee sus propios libros, además de tener bastantes deberes. Así que el momento del cuento llegó a desaparecer de nuestro día a día, desplazado por las prisas, por los deberes, por la creencia de que la mayor ya es muy mayor para leer con su madre y por la conveniencia, al final, de agilizar el momento de acostarse. Aunque realmente me doy cuenta ahora, a toro pasado, que este hecho no hizo que se fueran antes a la cama, sino al contrario. Sin “ritual” de calma, mis hijos se quedaban jugando o hablando más tiempo del conveniente, o la mayor se quedaba devorando su libro de turno, mientras yo caía rendida en el sofá. Y al final las luces se apagaban mucho más tarde de lo deseable.

Hace unos días, ante la enésima pelea mañanera para levantarles de la cama, tomé una determinación: necesitábamos (re)crear una rutina de la calma que hiciera que fueran a la cama tranquilos, relajados y con ganas de soñar a una hora prudente. Se lo comenté a los niños, que parecieron encantados con la idea que propusimos entre todos de leer un cuento elegido por el pequeño y otro elegido por la mayor que leeríamos a medias. Y curiosamente la mayor eligió Cuentos para sentir, de Begoña Ibarrola, una verdadera delicia que os recomiendo.  Dejé que buceara en el índice y el título que más le gustó fue “¡Venga, Elisa, date prisa!”, que justamente habla de una niña que siempre llega tarde a todo porque remolonea mucho y que se enfada por tener colgada esa etiqueta. La verdad, la causa de muchos de los conflictos que tenemos en casa es precisamente ese: yo tengo prisa por que lleguen al colegio, por llegar a las actividades, por que haga los deberes y podamos disfrutar de un ratito especial. Pero ella va a otro ritmo. Sin necesidad de hacer spoiler debo decir que este cuento nos impactó muchísimo a las dos y nos está ayudando a disfrutar del presente de una manera más consciente y plena. Así que a ti que lees esto te recomiendo que no dejes que las prisas te roben la magia de leer un cuento con tus hijos. Aunque ya lean ellos solitos.

 

 

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